Zacarías 2: La nueva patria del pueblo de Dios

La tercera visión es una elaboración adicional de 1.16. Aunque muchos de los detalles sean ambiguos, su intento es claro: Jerusalén será reconstruida. Zacarías se refiere en primer lugar a la Jerusalén post-exílica. Sin embargo, en sentido amplio apunta hacia la futura y magnífica Nueva Jerusalén del mundo por venir.

Zac 2:1 ALCÉ después mis ojos, y miré y he aquí un varón que tenía en su mano un cordel de medir.

El varón con el cordel de medir simboliza la esperanza de reconstruir a Jerusalén y restaurar su pueblo. El varón mediría y marcaría los límites para los cimientos.

Zac 2:2 Y díjele: ¿A dónde vas? Y él me respondió: A medir á Jerusalem, para ver cuánta es su anchura, y cuánta su longitud.

Zac 2:3 Y he aquí, salía aquel ángel que hablaba conmigo, y otro ángel le salió al encuentro,

Zac 2:4 Y díjole: Corre, habla á este mozo, diciendo: Sin muros será habitada Jerusalem á causa de la multitud de los hombres, y de las bestias en medio de ella.

Zac 2:5 Yo seré para ella, dice Jehová, muro de fuego en derredor, y seré por gloria en medio de ella.

Zac 2:6 Eh, eh, huid de la tierra del aquilón, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice Jehová.

Muchos de los israelitas cautivos no volvieron a Jerusalén pues prefirieron permanecer en la seguridad y la riqueza adquiridas en Babilonia. Sin embargo, Zacarías les instruyó a salir pronto de Babilonia. Esta era una advertencia urgente porque Babilonia sería destruida y debido a su cultura decadente el pueblo se olvidaría de sus prioridades espirituales. Una gran mayoría de los israelitas rechazó estas advertencias y permaneció en Babilonia.

Zac 2:7 Oh Sión, la que moras con la hija de Babilonia, escápate.

Zac 2:8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Después de la gloria me enviará él á las gentes que os despojaron: porque el que os toca, toca á la niña de su ojo.

Tras la gloria me enviará : Evidentemente, una referencia al Mesías enviado por Dios como el Señor de la gloria. Tocar la niña de su ojo significa meter un dedo en la pupila. Cualquiera que acose al pueblo escogido está cometiendo un asalto blasfemo contra el propio Dios.

Los creyentes son preciosos para Dios, son sus hijos. Tratar sin misericordia a un creyente es como tratar a Dios de la misma forma. Jesús dijo a sus discípulos que cuando ayudamos a otros lo ayudamos a El; cuando nos olvidamos de ellos, nos olvidamos de El. Por lo tanto, cuídese de cómo trata a sus hermanos en la fe, porque de esa forma trata a Dios.

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