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Una boda en Caná de Galilea

Vamos a considerar esta historia ahora desde el punto de vista griego. Resulta que los griegos tenían historias exteriormente parecidas. Dionysos era el dios del vino de los griegos. Pausanias fue un griego que escribió una historia de su país y de sus antiguas ceremonias. En su descripción de Elis describe una vieja ceremonia y creencia: «Entre el mercado y el Menius hay un teatro antiguo y un santuario de Dionysos; la imagen la hizo Praxiteles. No hay dios que sea más reverenciado por los eleanos que Dionysos, y dicen que asiste a todo festival de la Thyia. El lugar en el que se celebra el festival llamado la Thyia está como a una milla de la ciudad. Se lleva al edificio tres cacharros vacíos, y los sacerdotes los depositan, allí en presencia de los ciudadanos y de los forasteros que estén a la sazón en el país. En las puertas de los edificios, todos los que quieran hacerlo ponen sus sellos. Al día siguiente tienen libertad para mirar los sellos y, al entrar en el edificio, se encuentran los cacharros llenos de vino. Yo no he estado nunca en el tiempo del festival, pero la gente más respetable de Elis, y los forasteros, juran que los hechos se produjeron como he dicho.» Así que los griegos también tenían sus historias de milagros; y es como si Juan les dijera: «Vosotros tenéis vuestras historias y leyendas de vuestros dioses. No son más que mitos, y sabéis muy bien que no son verdad. Pero Jesús ha venido a hacer lo que vosotros estabais soñando que vuestros dioses podían hacer. Jesús ha venido a hacer realidad todos nuestros anhelos y sueños.» A los judíos, Juan les decía: «Jesús ha venido a cambiar la imperfección de la Ley por la perfección de la gracia.» Y a los griegos: «Jesús ha venido real y verdaderamente para hacer lo que vosotros sólo podíais soñar que vuestros dioses hicieran.» Ahora podemos ver lo que Juan está tratando de enseñarnos. Todos los pasajes del Cuarto Evangelio nos cuentan, no simplemente algo que Jesús hizo una vez y nunca más, sino algo que hace todavía y hoy. Y lo que Juan quiere que veamos aquí no es que Jesús cambió el agua de unas tinajas en vino una vez; lo que quiere es que veamos que siempre que Jesús viene a la vida de una persona trae una nueva calidad de vida que es como cambiar el agua en vino. Sin Jesús la vida es un fracaso y una desilusión, y con Jesús es interesante, emocionante y satisfactoria. Cuando sir Wilfred Grenfell estaba pidiendo voluntarios para ir a su trabajo en Labrador dijo que no podía prometerles mucho dinero, pero sí que se lo pasarían estupendamente. Eso es lo que Jesús nos promete. Recordad que Juan estaba escribiendo setenta años después de la Cruz. Se había pasado setenta años pensando, recordando y meditando, hasta que comprendió el sentido y el significado que no había percibido antes. Cuando Juan contó esta historia se estaba acordando de cómo es la vida con Jesús y dijo: «Dondequiera que iba Jesús y siempre que venía a la vida era como si el agua se cambiara en vino». Esta historia de Juan nos dice a nosotros: «Si quieres el nuevo optimismo, hazte seguidor de Jesucristo y vendrá un cambio a tu vida como cuando el agua se vuelve vino.»

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