Un poco de tiempo para Dios

Léelo solamente si tienes tiempo para Dios. Déjame contarte, asegúrate de leer todo esto hasta el final. Yo casi boto este mensaje, pero fui bendecido cuando llegué al final.

Dios, cuando recibí este mensaje pensé: Yo no tengo tiempo para esto… y realmente hacerlo es inadecuado en horas de trabajo. Luego, me di cuenta que el pensar así es exactamente lo que ha causado muchos de los problemas en nuestro mundo actual.

Tratamos de tener a Dios en la iglesia el domingo por la mañana. A veces quizás el Domingo por la noche, y el evento poco agraciado de algún servicio a media semana. Eso sí, nos gusta tenerlo cerca en la enfermedad y sobretodo en los funerales.

Pero, no tenemos tiempo, o lugar para Él en horas de trabajo o en nuestro tiempo libre. Porque esa es la parte de nuestras vidas en las que pensamos: “Podemos y debemos manejar solos.” Quiera Dios perdonarme por haber pensado que hay un tiempo o lugar donde Él no sea el primero en mi vida. Debemos siempre tener tiempo para recordar todo lo que Él ha hecho por nosotros.

Si no te avergüenzas de hacer esto, por favor sigue las instrucciones: Jesús dijo. “Si te avergüenzas de mí, yo me avergonzaré de ti delante de mi Padre”. ¿No te avergüenzas? Entonces lee esto junto a tus amistades, tu familia, tus compañeros de trabajo y proclama: ¡sí, yo amo a Dios! Él es mi fuente de existencia y mi salvador. Él me mantiene funcionando todos y cada uno de los días. Sin Él no sería nada, sin Cristo que me Fortalece.

Me arrodillé para orar pero no por mucho tiempo, tenía mucho por hacer. Tuve que darme prisa e ir a trabajar ya que los cobros muy pronto estarían ante mí. Salté de mis rodillas y mi deber Cristiano estaba concluido. Mi alma pudo entonces descansar plácidamente.

En todo el día no tuve tiempo de lanzar una palabra de aliento, ni de hablar de Jesús a mis amigos; se reirían de mí y me daría miedo. No hay tiempo, no hay tiempo. Hay mucho qué hacer. Ese era mi sollozo constante. No hay tiempo para darle a las almas en necesidad, sino hasta la última hora, la hora de morir.

Me paré frente al Señor, vine y permanecí cabizbajo, ya que en sus manos sostenía un libro; el libro de la vida.

Dios echó una mirada a su libro y dijo: “No puedo encontrar tu nombre. Una vez estuve a punto de anotarlo, pero nunca encontré el tiempo”

¿Tienes ahora el tiempo para compartir este mensaje? Asegúrate de estar a tiempo porque Dios siempre llega a Tiempo.

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