Existe un lugar donde todo es posible, está oculto por los senderos de la mente. Cuando fuimos niños, ese sendero era un camino ancho y nos resultaba fácil llegar a él. Pero al crecer lo fuimos obstruyendo con la mala yerba de tantas cosas que aprendimos y muchas que no necesitábamos.
Perdimos la magia con el paso de los tiempos y acaso perdimos mucho más que eso. Hoy nos cuesta creer y nos cuesta encontrar las soluciones a las cosas.
Si quisiéramos dar una vuelta por el campo de ése lugar, encontraríamos que hemos olvidado el camino y la única forma de recordarlo es desapareciendo muchas cosas y recordando otras que se encuentran en el olvido del niño que un día fuimos. Es preciso nacer de nuevo.