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Un ángel se aparece a José

El misterio de Cristo hecho hombre debe ser adorado; no es para inquirir en esto por curiosidad. (Hay que aceptarlo por fe y no someterlo al juicio de la razón. Es así como hay que enfrentarse a los acontecimientos que nos hablan de nuestro Señor Jesucristo, desde el principio sin principio hasta el fin sin fin). Fue así ordenado que Cristo participara de nuestra naturaleza, pero puro de la contaminación del pecado original, que había sido comunicado a toda la raza de Adán.

Fíjese que es al reflexivo a quien Dios guiará, no al que no piensa. El tiempo de Dios para llegar con instrucción a su pueblo se da cuando están perdidos. Los consuelos divinos confortan más al alma cuando está presionada por pensamientos que confunden.

Se dice a José que María debía traer al Salvador al mundo. Tenía que darle nombre, Jesús, Salvador. Jesús es el mismo nombre de Josué. La razón de este nombre es clara, porque aquellos a quienes Cristo salva, los salva de sus pecados; de la culpa del pecado por el mérito de su muerte y del poder del pecado por el Espíritu de Su gracia. Al salvarlos del pecado, los salva de la ira y de la maldición, y de toda desgracia, aquí y después. Cristo vino a salvar a su pueblo no en sus pecados, sino de sus pecados; y, así, a redimirlos de entre los hombres para sí, que es apartado de los pecadores.

José hizo como le ordenó el ángel del Señor, rápidamente y sin demora, jubilosamente, sin discutir. Aplicando las reglas generales de la palabra escrita, debemos seguir la dirección de Dios en todos los pasos de nuestra vida, particularmente en sus grandes cambios, que son dirigidos por Dios, y hallaremos que esto es seguro y consolador.

Este pasaje nos dice que Jesús nació por la acción del Espíritu Santo. Nos habla de lo que llamamos el Nacimiento Virginal. De momento lo único que nos interesa es descubrir lo que quiere decir para nosotros.

Este pasaje lo que subraya no es tanto que Jesús naciera de una mujer virgen como que el nacimiento de Jesús fue la obra del Espíritu Santo. «Se supo que María estaba embarazada del Espíritu Santo.» «Lo que ella ha concebido es del Espíritu Santo.» Es como si estas frases estuvieran subrayadas o impresas en tipo grande. Eso es lo que Mateo quiere decirnos en este pasaje. Entonces, ¿qué quiere decir que en el nacimiento de Jesús el Espíritu Santo de Dios estuvo especialmente operativo? Dejemos las cuestiones dudosas o debatibles, y concentrémonos en esa gran verdad, como Mateo querría que hiciéramos.

En el pensamiento judío el Espíritu Santo tenía ciertas funciones muy definidas. No podemos traer a este pasaje la idea cristiana del Espíritu Santo en toda su plenitud, porque José no sabría nada de eso. Debemos interpretarlo a la luz de la idea judía del Espíritu Santo, porque esa sería la interpretación que José le daría inevitablemente a este pasaje, porque era la única que conocía.

(i) Según la idea judía, el Espíritu Santo era la Persona Que traía a los hombres la verdad de Dios. Era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los profetas lo que habían de decir; era el Espíritu Santo el Que enseñaba a los hombres lo que debían hacer; era el Espíritu Santo Quien a lo largo de edades y generaciones traía la verdad de Dios a la humanidad. Así que Jesús es la única Persona que trae la verdad de Dios a la humanidad.

Para decirlo de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede decir cómo es Dios y lo que Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros. Antes de que Jesús viniera, la humanidad no tenía más que unas ideas vagas e imprecisas, y a menudo erróneas, acerca de Dios; lo único que podía era suponer y andar a tientas; pero Jesús pudo decir: «El que Me ha visto ha visto al Padre» (Juan 14:9). En Jesús vemos el amor, la compasión, la misericordia, el corazón buscador, la pureza de Dios, como no los podemos ver en ningún otro lugar del mundo. Con la venida de Jesús, el tiempo de las suposiciones ha terminado, y ha llegado el de las certezas. Antes de que Jesús viniera no sabíamos realmente lo que era la bondad. Solamente en Jesús podemos ver lo que son la verdadera humanidad, la verdadera bondad, la verdadera obediencia a la voluntad de Dios. Jesús vino al mundo a decirnos la verdad acerca de Dios y acerca de nosotros mismos.

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