No siempre las cosas son como aparentan ser a los ojos del espectador. Esta es la historia de dos jóvenes adolescentes, de esos que a uno se le antojaría de llamar irresponsables. Van de paseo en una motocicleta y esta viaja una velocidad vertiginosa por lo que la chica le dice al joven conductor:
— Estoy asustada, baja la velocidad.
— Que va es divertido, agárrate a mí.
— No, no lo es, por favor estoy muy asustada.
— Entonces dime que me amas.
— Te amo, por favor baja la velocidad.
— Ahora dame un abrazo bien fuerte.
La chica lo abraza nerviosa y asustada, pero con todo el amor que es capáz de sentir su joven cuerpo.
— Ahora puedes quitarme el casco por favor, que me molesta y póntelo tu, oye….. te amo.
El periódico al día siguiente publica una triste noticia en primera plana.
Una motocicleta se estrelló ayer contra un edificio. Sólo ha sobrevivido una de las dos personas que iban en ella. La joven, quien viajaba con su casco puesto, contrario al conductor, aún no se sobrepone a la tragedia
La verdad detrás de todo esto no es lo que aparenta ser. En medio de la autopista el chico se dio cuenta de que sus frenos no reaccionaban. Pero no quería que la chica lo supiera. Le pidió que le dijera que lo amaba y le dijo a ella que también la amaba y le pidió que lo abrazara –por última vez. Y le dijo que se pusiera el casco para que ella sobreviviera, aunque ello implicara… su propia muerte.