Los ríos no beben su propia agua; los árboles no comen sus propios frutos. El sol no brilla para sí mismo; y las flores no esparcen su fragancia para sí mismas. Vivir para los otros es una regla de la naturaleza.
La vida es buena cuando estás feliz; pero la vida es mucho mejor cuando los otros son felices por causa tuya. Un buen ejemplo a seguir, en estos momentos tormentosos que estamos viviendo.
Una joven conducía junto con su padre y se toparon con una tormenta. La joven le preguntó a su padre:
— ¿Qué debo hacer?
— Sigue conduciendo.
Los carros empezaron a orillarse, la tormenta estaba empeorando.
— Qué debo hacer papá?
— Sigue conduciendo.
Más adelante, un trailer también se estaba orillando.
Ella le dijo:
— Papá, ¿debo detenerme? Es terrible y todo el mundo se está deteniendo.
Su Padre le dijo:
— ¡No, sigue conduciendo!
Ahora la tormenta era más fuerte, pero ella obedeció a su papá, y pronto pudo ver un claro más adelante. Después de un par de kilómetros volvió a estar en una zona tranquila, calmada y con el sol.
Su padre le dijo:
— Ahora puedes parar y salir.
— «¿Pero por qué ahora?»
— Cuando salgas, mira atrás, todas las personas que se rindieron todavía están en la tormenta, tú no te rendiste y tu tormenta ha quedado atrás.
Si estás pasando por «tiempos difíciles», recuerda aunque todos los demás, incluso los más fuertes, se detengan o se den por vencidos, tu sigue adelante, porque pronto tu tormenta terminará y el Sol brillará y resplandecera sobre ti otra vez… ¡Nunca te rindas! Tú puedes.