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Surgimiento de Juan el Bautista

Un rabino, comentando Jonás 3:10, escribió: «Hermanos, no se dice de los ninivitas que Dios vio su cilicio y su ayuno, sino que Dios vio sus obras, que se volvieron de su mal camino.» Los rabinos decían: «No seáis como los necios, que, cuando pecan, ofrecen un sacrificio pero no se arrepienten.

Si uno dice: «Pecaré y me arrepentiré, pecaré y me arrepentiré», no se le permite arrepentirse.» Hay una lista de cinco pecados imperdonables que incluye: «Los que pecan para arrepentirse, y los que se arrepienten mucho pero siempre vuelven a pecar.» Decían: «Si uno tiene una cosa inmunda en las manos, aunque se las lave en todos los mares del mundo nunca será limpio; pero si arroja la cosa inmunda, le bastará con un poco de agua.» Los maestros judíos hablaban de lo que llamaban «las nueve normas del arrepentimiento,» las nueve cosas necesarias para que un arrepentimiento lo sea de verdad. Las encontraron en la serie de mandamientos de Isaías 1:16: « Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de Mis ojos, dejad de hacer lo malo, aprended a hacer el bien, buscad el derecho, socorred al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.» Ben Sirá escribe en el Eclesiástico: «No digáis: Pequé, y ¿qué fatiga me ha venido? Porque el Señor es paciente; no te dejará. Del perdón del pecado no te asegures del todo, para añadir pecados a pecados. Y no digas: Grande es Su misericordia; Él me perdonará la multitud de mis pecados. Porque así la ira como la misericordia vendrá de Él apresuradamente; y Su enojo descansará sobre los pecadores. No tardes de volverte al Señor, ni lo dilates de día en día» Eclesiástico 5:4-8. Y en otro lugar: «El que se lava por haber tocado un muerto, y otra vez lo toca, ¿de qué le sirve su lavatorio? Así el hombre que ayuna por sus pecados, y va otra vez a cometer los mismos, ¿quién oirá sus oraciones? ¿O de qué le sirvió su afligirse? Eclesiástico 34:29-30.

Los judíos mantenían que el verdadero arrepentimiento se manifiesta, no en un mero dolor sentimental, sino en un verdadero cambio de vida -y los cristianos, lo mismo. Los judíos mantenían que el verdadero arrepentimiento produce frutos que demuestran su autenticidad -y también los cristianos.

Pero los judíos tenían todavía más cosas que decir acerca del arrepentimiento, y debemos pasar a considerarlas.

Hay una nota casi aterradora en la demanda ética de la idea judía del arrepentimiento, pero hay también en ella otras cosas consoladoras. El arrepentimiento siempre es posible. «El arrepentimiento es como el mar decían-: uno se puede bañar en él a cualquier hora.» Puede que haya veces cuando hasta las puertas de la oración están cerradas; pero las puertas del arrepentimiento no se cierran nunca.

El arrepentimiento es totalmente esencial. Hay una historia de una especie de discusión que Abraham tuvo con Dios. Abraham le dijo a Dios: «Tú no puedes agarrar los dos cabos del cordón al mismo tiempo. Si quieres estricta justicia, el mundo no puede subsistir. Si quieres conservar el mundo, la estricta justicia no puede permanecer.» El mundo no puede continuar existiendo sin la misericordia de Dios y la puerta del arrepentimiento. Si no hubiera más que la justicia de Dios, sería el fin de todas las personas y de todas las cosas. Tan esencial es el arrepentimiento que, para hacerlo posible, Dios cancela Sus propias demandas: «Amado es el arrepentimiento ante Dios, porque por causa de él Dios cancela Sus propias palabras.» La amenaza de la destrucción del pecador queda cancelada al aceptar Dios el arrepentimiento del pecador por sus pecados.

El arrepentimiento dura toda la vida. Mientras hay vida, hay posibilidad de arrepentirse. «Dios extiende Su mano bajo las alas de Su carroza celestial para rescatar al arrepentido del poder de la justicia.» Rabí Simeón ben Yojai dijo: «Si un hombre hubiera sido completamente justo todos los días de su vida, y se rebelara al final, destruye todo lo anterior, porque dicho está: «La justicia del justo no lo librará el día que se rebele» Ezequiel 33:12; y si un hombre ha sido un completo malvado todos los días de su vida, y se arrepiente al final, Dios le recibe; porque dicho está: «Y la impiedad del impío no le será estorbo el día que se vuelva de su impiedad» Ezequiel 33:12. Muchos dicen- pueden introducirse en el mundo para venir sólo después de años y años; mientras que otros lo ganan en una hora.» Muchos buscan y hallan la misericordia, como decía Cervantes, «puesto ya el pie en el estribo»; o, como dice un poeta inglés, «entre el estribo y el suelo,» es decir, en el acto de desmontar.

Tal es la misericordia de Dios que recibirá aun el arrepentimiento tácito. Rabí Eleazar decía: «La costumbre del mundo es que, cuando un hombre ha insultado a su prójimo en público, y pasado el tiempo quiere reconciliarse con él, el otro le dice: «Tú me insultaste públicamente, ¿y ahora quieres que nos reconciliemos en privado los dos solos? ¡Vete a traer a todos los que estaban presentes cuando me insultaste, y me reconciliaré contigo!» Pero Dios no es así. Una persona puede plantarse en el mercado, y blasfemar, mientras el Santo dice: “Arrepiéntete entre nosotros dos, y Yo te recibiré.”» La misericordia de Dios está abierta a la persona que está tan avergonzada de sí misma que no puede mostrarle su vergüenza nada más que a Dios.

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