Podemos escoger entre el segundo y el tercer significado, cada uno de los cuales hace perfecto sentido. Santiago puede que escribiera a los judíos cristianos esparcidos por las naciones circundantes; o al nuevo Israel, la Iglesia Cristiana.
Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues y a saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada.
Santiago no sugería nunca a sus lectores que el Cristianismo sería para ellos un camino fácil. Les advierte que se verán envueltos en lo que la antigua versión Reina Valera llamaba diversas tentaciones. La palabra que se traducía por tentaciones es peirasmós, cuyo sentido hemos de entender bien para comprender la esencia misma de la vida cristiana.
Peirasmós no es tentación en el sentido que le damos a este término, sino prueba (como corrigen las revisiones posteriores). Peirasmós es una prueba que se hace con un fin, que no es sino que el que es sometido a la prueba surja de ella más fuerte y más puro. El verbo correspondiente, peirázein, que la versión antigua solía traducir por tentar, tiene el mismo sentido. La idea no es la de la seducir al pecado, sino la de fortalecer y purificar. Por ejemplo: se dice que un ave joven prueba (peirázein) las alas; o que la Reina de Seba vino a probar (peirázein) la sabiduría de Salomón. Se dice que Dios probó (peirázein) a Abraham, cuando pareció exigirle el sacrificio de Isaac (Génesis 22:1). Cuando Israel entró en la Tierra Prometida, Dios no quitó del todo a los que la habían habitado antes. Los dejó para poner a prueba a Israel (peirázein) en su lucha contra ellos (Jueces 2:22; 3:1;4). Las experiencias de Israel eran pruebas que contribuían a formar al pueblo de Dios (Deuteronomio 4:34; 7:19).
Aquí tenemos un gran pensamiento alentador. Hort escribe: «El cristiano debe esperar que las pruebas le metan a empellones en la vida cristiana.» Se nos presentarán todas las experiencias imaginables. Habrá la prueba del dolor y de las desilusiones que tratarán de quitarnos la fe: Vendrá también la prueba de las seducciones que tratarán de inducirnos a dejar el buen camino. Estarán las pruebas de los peligros, los sacrificios, la impopularidad que supone muchas veces el camino cristiano. Pero nada de eso nos viene para hundirnos, sino para remontamos. No pretenden vencernos, sino que las venzamos; ni debilitarnos, sino fortalecernos. La vida cristiana: es como la de un atleta: cuanto más duro el entrenamiento; más animado está, porque sabe que así estará dispuesto para realizar un esfuerzo que le conduzca a la victoria. Como decía Browning, debemos «acoger con alegría cualquier revés que hace más áspero, el camino suave;» porque si cuesta es porque vamos cuesta arriba, hacia la cima.
Santiago describe el proceso de la prueba con la palabra dokímion. Es una palabra interesante. Es la palabra que se usa para la moneda de curso legal, genuina y sin aleaciones. La finalidad de la prueba es purificarnos de toda impureza.
Si nos, enfrentamos con la prueba con la actitud debida, producirá en nosotros una constancia (o firmeza) a toda prueba. La palabra es hypomoné, que la Reina Valera traduce (siguiendo, como tantas, a la Vulgata) por paciencia; pero la paciencia es demasiado pasiva. Hypomoné no es simplemente la actitud de soportar las cosas, sino la habilidad de transformarlas en grandeza y en gloria. Lo que alucinaba a los paganos en los siglos de la persecución era que los mártires no morían lúgubremente, ¡sino cantando! Uno sonreía en las llamas; le preguntaron a qué estaba sonriendo y contestó: «Veía la gloria de Dios, y me sentía feliz.» Hypomoné es la cualidad que hace capaz a una persona, no sólo de sufrir la adversidad, sino de conquistarla y vencerla. El resultado de la prueba soportada con la debida actitud es la fuerza para soportar aún más y conquistar en batallas todavía más duras.
Esta constancia a toda prueba consigue hacer a una persona tres cosas.
(i) La hace perfecta. En griego es téleios, y tiene generalmente el sentido de perfección para un fin determinado. Un animal para el sacrificio era téleios si era idóneo para ofrecerlo a Dios. Un estudiante era téleios ni estaba formado. Una persona era téleios si había llegado a su pleno desarrollo. Esta constancia que nace de la prueba debidamente aceptada hace a una persona téleios en el sentido de hacerla idónea y capaz para realizar la tarea para la que vino al mundo. Aquí tenemos una gran idea. Por la forma en que nos enfrentamos con las experiencias de la vida, nos estamos capacitando o incapacitando para la labor que Dios quiere que realicemos.
(ii) La hace completa. Es griego, holókléros, que quiere decir íntegra, perfecta en todas sus partes. Se usa del animal que es idóneo para ofrecérselo a Dios en sacrificio, y del sacerdote que es apto para el ministerio. Quiere decir que el animal o la persona no tiene ningún defecto que le desfigure o descalifique. Gradualmente, esta constancia a toda prueba desplaza las debilidades y las imperfecciones del carácter de una persona; la capacita diariamente a conquistar antiguos pecados, a desembarazarse de viejas vergüenzas y a obtener nuevas virtudes; hasta que, al fin, llega a ser perfectamente idónea para el servicio de Dios y de la humanidad:
(iii) Hace que sea en nada insuficiente. En griego, leípesthai, que se usa de la derrota de un ejército, de la rendición en una contienda, del fracaso en alcanzar el nivel que se establece. Si una personase enfrenta con la prueba con la debida actitud, si desarrolla de día en día esta constancia a toda prueba, vivirá de día en día más victoriosamente y llegará más cerca del nivel del mismo Jesucristo.