Sal 130:1 Cántico de ascenso gradual. Desde lo más profundo, oh SEÑOR, he clamado a ti.
Este ejemplo de verdadero arrepentimiento comienza con un grito que sale de lo profundo de una vida sumida en la iniquidad, y termina con la seguridad de que Dios la redimirá , literalmente, de todos sus pecados
Sal 130:2 ¡Señor, oye mi voz! Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas.
Desde las profundidades de la desesperación, el salmista clamó a Dios. La desesperación nos hace sentir aislados y lejos de El, pero este es el preciso momento cuando necesitamos más de su ayuda. La desesperación por el pecado no nos debe llevar a la autocompasión, haciendo que pensemos más en nosotros que en Dios. En vez de eso, nos debe llevar a la confesión y después a la misericordia, perdón y redención de Dios. Cuando nos abrume un problema, la autocompasión solo incrementará la desesperanza. Sin embargo, el clamor a Dios vuelve nuestra atención al único que en verdad puede ayudarnos.
Sal 130:3 SEÑOR, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer?
pecados, avon: Maldad, falta, iniquidad, culpa, y culpabilidad. También se refiere a una enfermedad moral, y a la perversión. Avon proviene de avah que significa «doblar» o «distorsionar». Por lo tanto, el pecado constituye una «inclinación malvada» o una «distorsión» en la vida de los seres humanos. Avon aparece más de 220 veces en el Antiguo Testamento. Su primera mención está en Genesis 4:13, donde Caín finalmente comprende la magnitud de su acción y declara: «Grande es mi castigo [pecado] para ser soportado». El conocimiento de ese pecado es algo demasiado pesado de sobrellevar para la humanidad caída. Dios prometió que el Siervo Sufriente llevaría las iniquidades de su pueblo.
Sal 130:4 Pero en ti hay perdón, para que seas temido.
Mirar a los pecados (guardar rencor) es como construir una muralla entre usted y la otra persona, y es casi imposible hablar con franqueza mientras esté la pared. Cuando Dios nos perdona, lo hace por completo, derrumba cualquier muro existente entre nosotros y El. Dios no guarda una lista de nuestros pecados. Por lo tanto, lo tememos (reverenciamos) y aun así podemos hablar con El acerca de cualquier cosa. Cuando ore, sepa que Dios no guarda nada en contra suya. Las líneas de comunicación están del todo abiertas.
Sal 130:5 Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi esperanza.
Sal 130:6 Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.
Sal 130:7 Oh Israel, espera en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia, y en El hay abundante redención;
Sal 130:8 El redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
El énfasis descansa en él (literalmente en «él mismo»). Dios, en Cristo Jesús, satisfizo esa esperanza
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