Invocaban a Jehová, y él les respondía. Los grandes hombres y mujeres de Dios siempre son personas de mucha oración. Aquí vemos un diálogo con Dios; le invocaban y él les respondía. Además, ellos guardaban sus testimonios, es decir, obedecieron.
Perdonador… castigador. La Biblia enseña las dos cosas. El recuerdo del perdón de Dios da confianza y coraje a los creyentes; a la vez el castigo de Dios guarda contra la negligencia y la tentación de evadir su responsabilidad al que confía en su gracia. Vemos la culminación de estos dos énfasis en la cruz de Jesús, donde se demuestra el castigo de Dios que cayó sobre Jesús, pero el amor de Dios que lo hizo para perdonar al que cree en Cristo.
La única respuesta posible es: ¡exaltad a Jehová…! De nuevo se enfatiza su santidad, pero esta vez en forma personal, santo es Jehová, nuestro Dios.