Salmo 89:42 Tú has exaltado la diestra de sus adversarios; has hecho regocijarse a todos sus enemigos.
Salmo 89:43 Has retirado también el filo de su espada, y no le has hecho estar firme en la batalla.
Salmo 89:44 Has hecho cesar su esplendor, y has echado por tierra su trono.
Salmo 89:45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto de ignominia. (Selah)
La lucha emocional y la confusión interna estarían reflejando proféticamente con su oprobio (v. 41) el rechazo y la deshonra mostrada a Cristo, el acortamiento de su vida y la impresión de haber perdido toda esperanza de reinar.
Salmo 89:46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá como el fuego tu furor?
Salmo 89:47 Recuerda cuán breve es mi vida; ¡con qué propósito vano has creado a todos los hijos de los hombres!
Salmo 89:48 ¿Qué hombre podrá vivir y no ver la muerte? ¿Podrá librar su alma del poder del Seol? (Selah)
Salmo 89:49 ¿Dónde están, Señor, tus misericordias de antes, que en tu fidelidad juraste a David?
Verdad, en hebreo equivale a inmutabilidad.
Salmo 89:50 Recuerda, Señor, el oprobio de tus siervos; cómo llevo dentro de mí el oprobio de muchos pueblos,
Salmo 89:51 con el cual tus enemigos, oh SEÑOR, han injuriado, con el cual han injuriado los pasos de tu ungido.
Salmo 89:52 ¡Bendito sea el SEÑOR para siempre! Amén y amén.
Esta doxología cierra la colección de salmos agrupados en el «libro tercero».
Salmo real. Recuerdo del pacto davidico
Este Salmo, como varios otros, podría clasificarse de diferentes maneras. Empieza como un himno, enfatiza la alabanza y una parte clave es un lamento o súplica de la comunidad. Vale notar que este es el último salmo en el Libro III del salterio. Al principio del Libro, el Salmo 74, también lamenta una crisis difícil porque parece que Dios ha dejado de cumplir sus promesas sobre el templo en Jerusalén.
El Salmo surge de un tiempo de crisis en la monarquía davídica. Los versículos 38-51 indican la situación y el propósito del Salmo. Si Dios ha prometido un reino perpetuo a la línea davídica, ¿porque está cayendo? El salmista mantiene una fe profunda en Dios, cree sus promesas, pero parece que Dios las ha abandonado; no entiende cómo Dios está actuando en el mundo. En el Salmo no se resuelve el dilema, pero el salmista sigue firme en su fe. Si pudiera ver lo que ya ha sucedido bajo el Nuevo Pacto en Jesucristo, y lo que todavía queda por delante en el reino de Cristo, vería que las promesas a David se cumplen de una manera mucho más grande que él jamás pudiera imaginar.