Salmo 68:13 Cuando os acostáis en los apriscos, sois como alas de paloma cubiertas de plata, y sus plumas de oro resplandeciente.
La paloma es un símbolo del Israel amado por Dios. Israel es tan protegida y bendecida que ha tomado plata y oro de sus enemigos, aun cuando se quedó en el campamento.
Salmo 68:14 Cuando el Omnipotente dispersó allí a los reyes, nevaba en el monte Salmón.
Salmo 68:15 Monte de Dios es el monte de Basán; monte de muchos picos es el monte de Basán.
Basán, tierra al noreste de Israel, era un lugar de montes majestuosos, incluyendo el Hermón, el más alto y sorprendente de la región. La elección que hizo Dios para ubicar el templo del monte de Sion, comparable a una colina, llevó al salmista a escribir poéticamente acerca de la envidia de los montes de Basán.
Salmo 68:16 ¿Por qué miráis con envidia, oh montes de muchos picos, al monte que Dios ha deseado para morada suya? Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre.
Salmo 68:17 Los carros de Dios son miríadas, millares y millares; el Señor está entre ellos en santidad, como en el Sinaí.
Este salmo celebra las etapas finales de un viaje que comenzó en el monte Sinaí con la construcción del arca y que terminó adecuadamente en el monte Sion (sitio del santuario), el lugar escogido para la morada de Dios en su pueblo. Es posible que describa el traslado del arca del pacto a Jerusalén.
Salmo 68:18 Tú has ascendido a lo alto, has llevado en cautividad a tus cautivos; has recibido dones entre los hombres, y aun entre los rebeldes, para que el SEÑOR Dios habite entre ellos.
Subiste: Pablo cita las palabras de esta gran marcha de triunfo y las aplica al triunfo de Cristo después de la crucifixión. Este versículo se cita en Efesios 4:8 con referencia al ministerio del Cristo ascendido. Celebra la victoria sobre el mal. Afirma a todos los que creemos en Cristo que, por confiar en El, podemos vencer el mal.
Salmo 68:19 Bendito sea el Señor, que cada día lleva nuestra carga, el Dios que es nuestra salvación. (Selah)
Dios libera a su pueblo y aplasta a sus enemigos. La salvación es la libertad del pecado y de la muerte. El pecado y la muerte aplastarán a quienes se niegan a volverse a Dios. Los atrapará el pecado que amaban y los destruirá la muerte que temían. Cuánto mejor será para los que aman a Dios y temen las consecuencias del pecado.
Salmo 68:20 Dios es para nosotros un Dios de salvación, y a DIOS el Señor pertenece el librar de la muerte.
Salmo 68:21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus delitos.
Salmo 68:22 Dijo el Señor: De Basán los haré volver; los haré volver de las profundidades del mar;
Salmo 68:23 para que tu pie los aplaste en sangre, y la lengua de tus perros tenga la porción de tus enemigos.
Salmo 68:24 Ellos han visto tu procesión, oh Dios, la procesión de mi Dios, mi Rey, hacia el santuario.