Salmo 24:1 Salmo de David. Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan.
Algunos especialistas consideran este salmo como la unión de otros dos más breves: versículos 1-6 y versículos 7-10. El primero es similar al Salmo 15. Probablemente fueron escritos cuando David trajo el arca a Jerusalén.
Esto fue citado por el apóstol Pablo para mostrar que todos los alimentos procedían de Dios y eran propiedad suya, y que por lo tanto podían servir de sustento a sus criaturas.
Dado que «de Jehová es la tierra», no somos más que mayordomos o administradores. Deberíamos comprometernos a administrar adecuadamente este mundo y sus recursos, pero no debemos consagrarnos demasiado a ninguna cosa creada ni actuar como únicos propietarios porque este mundo pasará. Este salmo pudo haber sido escrito para celebrar el traslado del arca del pacto desde la casa de Obed-edom hasta Jerusalén. La tradición dice que este salmo se cantaba el primer día de cada semana en los cultos del templo. Los versículos 1-6 nos dicen quién es digno de unirse en tal celebración de adoración.
Salmo 24:2 Porque El la fundó sobre los mares, y la asentó sobre los ríos.
Salmo 24:3 ¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo?
Quién : La misma pregunta que se hace, la cual recibe una variedad de respuestas. Aunque toda persona es criatura de Dios, sólo a algunos se les permite permanecer en su presencia.
Salmo 24:4 El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño.
Limpio de manos : Los que pueden entrar a la presencia de Dios son aquellos que conducen sus asuntos con integridad. La religiosidad formal carece de significado sin consagración espiritual y una conducta ética.
Jurar con engaño significa mentir bajo juramento. ¡Qué gran valor le da Dios a la honestidad! La deshonestidad surge con mucha facilidad, sobre todo cuando la veracidad total puede costarnos algo, hacernos sentir incómodos o colocarnos en una posición desfavorable. Sin una comunicación sincera, las relaciones se obstaculizan. Sin honestidad (pureza), se vuelve imposible una relación con Dios. Si mentimos a otros, comenzamos a engañarnos a nosotros mismos. Dios no puede oírnos ni hablarnos si levantamos un muro de autoengaño.
Salmo 24:5 Ese recibirá bendición del Señor, y justicia del Dios de su salvación.
Salmo 24:6 Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, como Jacob. (Selah)
Se puede traducir también: «Quienes buscan tu rostro, oh Dios de Jacob» (la Septuaginta griega), o «Quienes buscan tu rostro, como lo hizo Jacob»