Los pobres comerán y serán saciados
Muchos toros, los malvados y poderosos se juntaron contra él. Estiraron su cuerpo; Causaron terrible dolor en sus manos y pies; tenía mucha sed; echaron suertes sobre su ropa. Cristo mismo citó este Salmo cuando moría en la cruz.
6. Petición por auxilio, versículos 19-21
Como en todos los salmos de súplica, el salmista clama a Dios por ayuda. Usa muchas figuras para hacer más fuerte el clamor.
7. Alabanza por la respuesta, versículos 22-24
El salmista siempre está seguro de la respuesta de Dios. ¡Me has respondido! ¡Qué grito de victoria! Esto también requiere una respuesta de parte del orador: que lo anuncie a sus hermanos. Hemos de alabar a Dios por sus respuestas a nuestras oraciones y hacerlo de tal manera que los otros también adoren a Dios.
Pero, se hace la pregunta: En el caso de Cristo, ¿recibió la respuesta? La respuesta se encuentra en la resurrección de Cristo, y lo demás de este Salmo habla de la victoria que incluye la victoria del Mesías.
8. Voto y testimonio de alabanza, versículos 25-28
El salmista, agradecido a Dios, promete alabarle en la gran congregación. Sigue enfatizando su responsabilidad de hacer que toda la congregación le alabe por lo que hace en respuesta a su clamor.
El versículo 26 sigue dando motivos de alabanza. Los que buscan a Dios lo encuentran; los que piden pan serán saciados; Dios responde al clamor de su pueblo. La última frase indica que su respuesta no se limita a lo físico, incluye lo espiritual; también se presenta como un vistazo de la vida eterna. El versículo siguiente confirma este enfoque espiritual.
Cuando Dios actúa la gente quiere conocerlo. Aquí se nota un énfasis misionero: todos los pueblos adorarán a Dios. Este enfoque universal y el énfasis en el reino de Dios confirman el carácter profético y mesiánico del Salmo.
9. Enfoque misionero de la alabanza, versículos 29-31
Esta estrofa sigue el énfasis misionero, que ciertamente concuerda con el carácter mesiánico del Salmo. Se postrarán; el texto heb. dice “comerán y adorarán”. La verdad de Filipenses 2:10 está bien expresada aquí: Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla. No pueden conservar la vida hace claro que el ser humano no es dueño de su propia vida; todos tendrán que reconocer el señorío de Dios. Lo importante es que reconozcan al Mesías de Dios mientras que todavía viven en esta vida.
A menudo el salmista habla de las consecuencias de servir y alabar a Dios. Nuestra confianza en Dios, nuestra alabanza y nuestro anuncio de lo que Dios ha hecho afectarán a las próximas generaciones. Hoy más que nunca la gente está consciente de la historia. Muchos dicen que ya sabemos que el hombre es dueño de su historia. Tienen razón al decir que las decisiones de esta generación van a determinar la historia de la próxima; pero no somos dueños de la historia sino mayordomos. Dios es Señor de la historia; el ha ordenado que las decisiones tengan valor y él las va tejiendo en la trama de la historia.