Salmo 22:13 Abrieron contra mí su boca como león rapaz y rugiente.
Basán : Era una región ideal para la cría de ganado, al este del mar de Galilea, donde se cultivaban granos. Los toros bravos son temibles cuando atacan a alguien, lo mismo que el león cuando persiguen a su presa.
Salmo 22:14 He sido derramado como el agua y todos mis huesos se descoyuntaron. Mi corazón fue como cera, derritiéndose dentro de mí.
Salmo 22:15 Como un tiesto se secó mi vigor[j] y mi lengua se pegó a mi paladar. ¡Me has puesto en el polvo de la muerte!
«Tieso» es un fragmento de cerámica o un trozo de barro seco al sol.
Salmo 22:16 Perros me han rodeado; me ha cercado una banda de malignos; desgarraron mis manos y mis pies.[k]
Perros : Alude generalmente a todo tipo de gente malvada. Lo de horadar las manos y los pies se cumplió literalmente cuando Jesús fue crucificado.
Salmo 22:17 ¡Contar puedo todos mis huesos! Entre tanto, ellos me miran y me observan.
Salmo 22:18 Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes.[l]
Vestidos : Esto se cita en los cuatro Evangelios en relación con el reparto de las vestimentas de Cristo entre los soldados que echaron suertes sobre ellas cuando crucificaron a Jesús.
Robarle a una persona todo, aun su ropa, dejándolo desnudo y desamparado, es un gran insulto a la dignidad humana. Jesús el Mesías sufriría esta experiencia humillante en la cruz. La mayoría de nosotros nunca conoceremos la vergüenza y el sufrimiento de quedarse sin dinero y desnudo en un lugar público, como les sucedió a muchos de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial o a los desamparados que hoy viven en las calles de nuestra ciudad. Sin embargo, cualquiera de nosotros se sentiría desnudo si algún pecado nuestro, ya sea secreto o no, es descubierto. En ese momento, necesitaremos clamar como el salmista: «Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme».
Salmo 22:19 Mas tú, Jehová, ¡no te alejes! Fortaleza mía, ¡apresúrate a socorrerme!
Salmo 22:20 Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida.
Salmo 22:21 Sálvame de la boca del león y líbrame de los cuernos de los toros salvajes.
De aquí en adelante el salmo cambia el tema de la crucifixión por el de la resurrección.
Salmo 22:22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.[m]
David alabaría a Dios en la congregación porque su liberación en privado merecía un testimonio público. Dios interviene maravillosamente para liberarnos cuando estamos sufriendo calladamente, y debemos estar preparados para ofrecer alabanza pública por su ayuda.