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Salmo 143: Suplica del Auxilio Divino

Salmo 143:1 Salmo de David. Oh SEÑOR, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia;

La traducción de la Septuaginta griega añade una referencia en el título de este salmo a la rebelión de Absalón contra su padre, el rey David

Salmo 143:2 y no entres en juicio con tu siervo, porque no es justo delante de ti ningún viviente.

Salmo 143:3 Pues el enemigo ha perseguido mi alma, ha aplastado mi vida contra la tierra; me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos.

Salmo 143:4 Y en mí languidece mi espíritu; mi corazón está consternado dentro de mí.

Salmo 143:5 Me acuerdo de los días antiguos, en todas tus obras medito, reflexiono en la obra de tus manos.

Me acordé : La fe crece cuando se repite la Palabra de Dios, lo cual trae a la mente previos encuentros con el Señor

Salmo 143:6 A ti extiendo mis manos; mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah)

Salmo 143:7 Respóndeme pronto, oh SEÑOR, porque mi espíritu desfallece; no escondas de mí tu rostro, para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura.

David estaba perdiendo la esperanza, lo atrapaba un temor paralizante y una profunda depresión. En ocasiones, nos sentimos atrapados en una depresión que cada vez es más intensa y no podemos salir de ella. En esos momentos, podemos ir ante el Señor y, al igual que David, expresar nuestros verdaderos sentimientos. Entonces El nos ayudará a recordar sus obras (143.5), a alcanzarlo, a confiar en El y a decidir hacer su voluntad

Salmo 143:8 Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma.

Salmo 143:9 Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; en ti me refugio.

Salmo 143:10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.

David oró que le enseñaran a hacer la voluntad de Dios, no la suya. Una oración por dirección se centra en uno mismo si no reconoce el poder que tiene Dios para volver a encauzar nuestras vidas. Pedir que Dios reestructure nuestras prioridades despierta la mente y aviva la voluntad

Salmo 143:11 Por amor a tu nombre, SEÑOR, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia.

Salmo 143:12 Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma; pues yo soy tu siervo.

Suplica individual frente al peligro de la muerte

Este es el último salmo de esta cadena y el último de los que son llamados salmos penitenciales (lo clasifican “penitencial” por lo que dice el versículo 2). Se considera que fue escrito más tarde que muchos, quizá tarde en la monarquía, porque recoge varias palabras y frases de otros salmos.

El Salmo se puede dividir en dos estrofas: versículos 1-6 es la queja y versículos 7-12 es la oración; sin embargo, puesto que el Salmo destaca varios detalles a los qué apela el salmista, aquí se dividirá según estos detalles.

La fidelidad y la justicia de Dios

El salmista ora con urgencia; usa verbos imperativos, pues está en peligro de muerte. Apela primero a la gracia de Dios. Aunque el salmista reconoce que es pecador (v. 2) sabe que Dios quiere justicia y los que le atacan lo hacen injustamente.

Al apelar a la justicia de Dios, el salmista reconoce que él no es justo, y que nadie puede ser suficientemente bueno delante de Dios. Pablo cita este versículo en Romanos 3:20 y en Galatas 2:16. En el NT se aclara cómo Dios puede seguir siendo justo y a la vez justificar al pecador: es por la muerte expiatoria de Jesucristo.

En el AT, Dios perdonó al pecador arrepentido porque anticipaba el sacrificio de Cristo. Los sacrificios animales señalaban hacia Cristo. El salmista muestra una actitud de arrepentimiento en este versículo. Los versículos 8 y 10 también indican una actitud arrepentida y de humildad.

La necesidad del salmista

Ahora el salmista apela a Dios en base a su urgente necesidad. Está en peligro de muerte. El versículo 3b es casi igual a Lamentaciones 3:6; el versículo 4 es semejante a 142:3.

Su anhelo de tener comunión

El salmista también está motivado por su anhelo de tener comunión con Dios. Sus recuerdos de la comunión que tenía con Dios antes aumentan este anhelo. Extiendo mis manos (v. 6) es una señal de súplica. La sed se usa varias veces en los salmos para expresar el deseo de conocer más a Dios; es una sed que no puede ser satisfecha de ninguna otra manera.

La urgencia de su situación

De nuevo el salmista señala su peligro de muerte; la intervención de Dios es urgente. El salmista quiere la demostración del amor de Dios desde la mañana. Los salmistas constantemente recalcan la importancia de buscar a Dios al principio del día. En cualquier crisis es importante conocer la dirección clara de Dios.

El compromiso con Dios

El salmista apela a su compromiso con Dios. Aunque su sufrimiento puede depender parcialmente de sus faltas, hace claro que los enemigos le están atacando. Aunque me refugio sigue a las versiones antiguas, el heb. “cubro” o “he cubierto”, en algunos otros textos, tiene sentido reflexivo, “yo me cubro”; de modo que me refugio representa el sentido del heb.

En los versículos 8-10, el salmista pide la dirección de Dios tres veces. Cuando un creyente sufre una crisis, su temor a menudo es no hacer la voluntad de Dios por no conocerla. Es de suma importancia buscar lo que Dios desea. Pero no es suficiente conocer la voluntad de Dios, hace falta la ayuda del Espíritu Santo para cumplirla y vivir la rectitud.

La justicia de Dios

Solamente Dios puede “vivificar” y renovar al creyente abatido. Puesto que el salmista desea la honra y la gloria de Dios, con confianza pide este avivamiento. De nuevo, apela a la justicia de Dios; ahora justicia puede llevar el doble sentido de hacer justicia contra los enemigos y hacerlo en justicia, pues por la gracia de su gran plan redentor, Dios puede ser justo y a la vez justificar al pecador que acude a él. Por eso, de nuevo se juntan los conceptos de justicia y misericordia.

El versículo 12b es una imprecación; para hacer justicia a sus hijos, a menudo Dios tiene que “destruir” los poderes malignos y las instituciones que dependen de ellos.

Finalmente el salmista expresa una gran verdad: Los siervos de Dios pueden contar con su cuidado y su protección.

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