Salmo 119:1 a Alef. ¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR!
Alef (encabezamiento del salmo): Este salmo acróstico, exquisitamente escrito, es una verdadera obra de arte dividida en 22 estrofas, formadas cada una de ellas por ocho parejas de versos. Todos los versos pareados de la primera estrofa comienzan con la primera letra del alfabeto hebreo, Alef; con la segunda letra los de la siguiente estrofa, bet, y así sucesivamente hasta el final del poema. El sublime tópico que hábilmente presenta el salmo es el de la divina revelación de «la Ley», a veces llamada «mandamientos», «testimonios», «estatutos», «mandatos», «juicios», «palabra» y «camino». Parece como una ampliación de lo que se dice en 19.7-11.
Bienaventurados (felices): Da la pauta para todo el resto del poema; la clave para la felicidad es cumplir la voluntad de Dios, tal cual ésta se revela en su Palabra. Este es el salmo y el capítulo más largo de la Biblia. Quizás Esdras lo escribió después de la reconstrucción del templo como una meditación repetitiva acerca de la belleza de la Palabra de Dios y de la forma en que nos ayuda a permanecer puros y a crecer en la fe. Este salmo tiene veintidós secciones estructuradas con esmero. Cada una corresponde a una letra diferente del alfabeto hebreo y cada versículo comienza con la letra que corresponde a su sección. Casi todos los versículos mencionan el término Palabra de Dios o un sinónimo. Tal repetición era común en la cultura hebrea. La gente no tenía copias particulares de las Escrituras para leerlas como lo hacemos nosotros, así que entre la gente común, la Palabra de Dios se memorizaba y trasmitía en forma oral. La disposición de este salmo permitió la fácil memorización. Recuerde, la Palabra de Dios, la Biblia, es la única guía segura para una vida pura.
Salmo 119:2 ¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan!
Salmo 119:3 No cometen iniquidad, sino que andan en sus caminos.
Salmo 119:4 Tú has ordenado tus preceptos, para que los guardemos con diligencia.
Salmo 119:5 ¡Ojalá mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos!
Salmo 119:6 Entonces no seré avergonzado, al considerar todos tus mandamientos.
Salmo 119:7 Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos juicios.
Salmo 119:8 Tus estatutos guardaré; no me dejes en completo desamparo.
Salmo 119:9 b Bet. ¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu palabra.
Nos ahogamos en un mar de impureza. A cualquier parte donde miremos, descubriremos que la tentación conduce a la vida impura. El salmista hizo una pregunta que nos preocupa a todos: ¿Cómo podemos permanecer puros en un ambiente impuro? No podemos hacerlo por nuestra propia cuenta, sino que debemos tener consejos y fortaleza mucho más dinámicos que las influencias tentadoras que nos rodean. ¿Dónde encontramos esa medida de fortaleza y sabiduría? Al leer la Palabra de Dios y al practicar lo que ella dice.
Salmo 119:10 Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
Salmo 119:11 En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti.