Saber escuchar

Una pareja celebraba sus bodas de oro, y estuvieron todo el dí­a de fiesta, celebrando con cantidad de familiares y amigos que acudieron a felicitarle. Por eso se sintieron aliviados cuando al anochecer, pudieron quedarse solos en el jardí­n contemplando la puesta de sol y descansando del ajetreo de todo el dí­a.

En un determinado momento, el anciano se quedó mirando afectuosamente a su mujer y le dijo:

— «¡Querida, estoy orgulloso de ti!»
— «¿Qué has dicho?» preguntó la anciana. Ya sabes que soy un poco dura de oí­do. Habla más alto.
— «¡Estoy orgulloso de ti!»
— «Me parece muy lógico», dijo ella con un gesto despectivo. «También yo estoy harta de ti».

Por desgracia, frecuentemente ni siquiera oí­mos lo que el otro está diciendo. La relación consiste en escuchar tanto a los demás, como a uno mismo. La perfecta visión consiste en mirar tanto a los demás como a uno mismo. Porque nunca comprenderán a los demás quienes no se han escuchado a sí­ mismos; ni podrán ver la realidad de los demás quienes no se han explorado a sí­ mismos. El perfecto oyente te escucha, aunque no digas nada.

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