¿Qué consecuencia sacaremos? ¿Que hemos de seguir pecando para que abunde la Gracia? ¡De ninguna manera! ¿Cómo vamos a vivir todavía en el pecado si hemos muerto para él? ¿Es que no os dais cuenta de que todos los que hemos sido introducidos en Cristo por el bautismo hemos sido bautizados en Su muerte? Nuestra muerte ha sido tan real que hemos sido sepultados con Él mediante el bautismo, a fin de que, como Cristo fue levantado de los muertos por la gloria del Padre, así nosotros, también, vivamos una vida nueva. Porque, si hemos llegado a estar unidos a ÉL en la semejanza de Su muerte, así también estaremos unidos a Él en la semejanza de Su Resurrección. Porque esto sí sabemos: que nuestro viejo yo ha sido crucificado con ÉL para que nuestro cuerpo pecador pierda su operatividad, para que dejemos de ser esclavos del pecado. Porque uno que ha muerto ya ha quedado exculpado de pecado. Pero, si hemos muerto con Cristo, creemos que igualmente viviremos con Él; porque sabemos que Cristo, después de Su Resurrección, ya no muere más. La muerte ya no tiene ningún dominio sobre Él. El Que murió, murió una vez por todas al pecado; y el Que vive, vive para Dios. Así vosotros también debéis consideraros muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Jesucristo.
Como ya ha hecho varias veces en esta carta, Pablo vuelve aquí a tener una discusión con una especie de oponente imaginario. La discusión surge del gran dicho que apareció al final del capítulo anterior: «Cuando el pecado se hizo más abundante y grave, lo sobrepujó la Gracia.» Podemos reconstruirlo así.
Objetor.- Acabas de decir que la Gracia de Dios es suficientemente grande para perdonar cualquier pecado.
Pablo.- Y lo mantengo.
Objetor.- Estás diciendo que la Gracia de Dios es la cosa más maravillosa del mundo.
Pablo.- Eso es.
Objetor.- Pues entonces, ¡sigamos pecando! Cuanto más pequemos, más abundará la Gracia. El pecado no importa, porque Dios lo va a perdonar de todas maneras. De hecho, aún podríamos decir más: que el pecado es algo excelente, porque le ofrece a la Gracia una oportunidad de manifestarse. La conclusión de tu razonamiento es que el pecado produce la Gracia; y por tanto tiene que ser una cosa buena, ya que produce la cosa más grande del mundo.
La primera reacción de Pablo es retirarse de la discusión sobrecogido de horror: « ¿Es que sugieres -pregunta- que deberíamos seguir pecando para darle más oportunidades a la Gracia de seguir operando? ¡No permita Dios que sigamos un curso de acción tan inaceptable!»
Pero luego pasa a otra cosa: «¿Has pensado alguna vez -pregunta- lo que te sucedió cuando te bautizaste?» Ahora bien, cuando intentamos entender lo que Pablo dice a continuación tenemos que recordar que el bautismo en su tiempo era distinto de lo que es corrientemente hoy.
(a) Era bautismo de adultos. En la Iglesia Primitiva una persona mayor venía a Cristo individualmente, a menudo dejándose atrás a la familia.
(b) El bautismo en la Iglesia Primitiva estaba íntimamente relacionado con la confesión de fe. Una persona era bautizada cuando entraba en la Iglesia dejando el paganismo. A1 bautizarse, una persona hacía una decisión que producía un corte radical en su vida, lo que muchas veces quería decir que acababa una vida y empezaba otra totalmente distinta.