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Riquezas en el cielo

No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Vendan lo que tienen, y den a los necesitados; procúrense bolsas que no se hagan viejas, riqueza sin fin en el cielo, donde el ladrón no puede entrar ni la polilla destruir. Más bien amontonen riquezas en el cielo. Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón. Sean como criados que están esperando a que su amo regrese de un banquete de bodas, preparados y con las lámparas encendidas, listos a abrirle la puerta tan pronto como llegue y toque. Nadie, ningún sirviente puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas. Mateo 6:19-24; Lucas 12:33-36, 16:13

La manera más corriente y normal de organizar la vida consiste sencillamente en dar prioridad a las cosas que duran. Sea que nos estemos comprando ropa, o un coche, o una alfombra, o muebles, es de sentido común mirar más allá de las apariencias y comprar cosas que se han hecho con solidez y buena técnica para durar. Eso es exactamente lo que Jesús nos está diciendo aquí. Nos dice que nos concentremos en las cosas que duran.

Jesús se refiere a tres cosas de las que dependía la riqueza en Palestina.

(i) Les dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que la polilla puede destruir.

En Oriente, una parte importante de la riqueza de una persona consistía en ropa fina y elaborada. Cuando Guiezi, el criado de Eliseo, quería sacarle algo de provecho al general sirio Naamán, que se había curado de la lepra siguiendo las instrucciones de Eliseo, le pidió un talento de plata y dos vestidos de gala nuevos: –Todo bien –respondió él–. Pero mi señor me envía a decirte: «Acaban de venir a verme de los montes de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata y dos vestidos nuevos». (2 Reyes 5:22). Una de las cosas que tentaron a Acán para que pecara fue un manto hermosísimo de Sinar: Entre las cosas que tomamos en Jericó, vi un bello manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro que pesaba más de medio kilo. Me gustaron esas cosas, y me quedé con ellas, y las he enterrado debajo de mi tienda de campaña, poniendo el dinero en el fondo. (Josué 7:21).

Pero tales cosas eran indignas de que se hiciera consistir en ellas el tesoro de una persona, porque las polillas las podían destruir, y su valor y belleza desaparecerían totalmente. No eran posesiones duraderas.

(ii) Les dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que la roña puede destruir.

La palabra que traducimos por roña es brósis. Quiere decir literalmente algo que devora, pero no se usa en ningún otro texto con el sentido de roña. Lo más probable es que represente algo así: en Oriente, mucho de la riqueza de una persona consistía en cereales almacenados en grandes silos.

Pero a ese grano podían atacarlo gusanos y ratones y ratas dejando el depósito contaminado y destruido. Lo más probable es que esta frase se refiera a estos y otros parásitos que se podían introducir en un granero y destruir o comer el contenido. No eran posesiones duraderas.

(iii) Les dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que los ladrones entran y se las llevan.

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