La oración en el versículo 20 revela una interrogativa retórica en la que se espera una respuesta afirmativa. La forma verbal del tiempo perfecto muestra la acción como acabada, algo ya hecho. Las palabras treinta dichos son el centro de las inquietudes del versículo. El texto hebreo presenta la palabra shilshom H7991, que significa “hace tres días” o “anteriormente” (la Septuaginta guarda la traducción de “tres”; la Peshita asume que se escribieron las palabras de los sabios tres veces). Una nota marginal en el texto hebreo entrega la palabra “nobles”, utilizando una vocalización distinta. Tal palabra “nobles” fue entendida como “principales” o “excelentes”. El descubrimiento del texto egipcio La Sabiduría de Amenemopet, en 1923, abre la posibilidad de que había 30 dichos de los sabios, modificando de esa forma la palabra shilshom a la palabra sheloshim, que se traduce “treinta”.
El versículo 20 también muestra la naturaleza escrita de las palabras de los sabios. De esta forma, se presenta una evidencia de la autoridad de los dichos y el deseo de guardar sus enseñanzas. Este versículo fue utilizado por Jerónimo, en la traducción de la Vulgata, para hablar de tres sentidos de la interpretación de las Escrituras.
El versículo 21 da una breve orientación a los oyentes o lectores. La palabra certidumbre da una garantía a los que aprenden las palabras de verdad (frase repetida) para que se usen cuando responden a los que te envían (¿la contestación del alumno al maestro o a los padres, o la contestación del embajador al gobierno que le envía, es decir un cargo administrativo?).
El opresor del pobre, el amigo del violento
Los versículos 22 y 23 tratan el tema del pobre (del vocablo hebreo dal para “necesitado”) que fue el último tema de los 375 proverbios de la sección anterior. Tal tema es frecuente en el libro de Proverbios, subrayando la naturaleza del pobre, el compromiso divino con el pobre, la integridad del pobre recto (ver 19:1), la sociedad o generación que aflige al pobre, el pobre no bendecido como el pretencioso, como el impío, como el mezquino y como el flojo y la pobreza que resulta de un gobierno abusivo. Por lo tanto, el tema del pobre tiene paralelos en la literatura oriental (ver Amehemopet).
En estos versículos se encuentra un juego doble de ciertas palabras o sinónimos:
(1) Pobre; afligido (‘aniy, traducida humilde; pobre; afligido
(2) robes (del vocablo hebreo gazal para “arrancar”); oprimas, que se define como “aplastar”; “despojar”, en las formas verbal y del sustantivo (del qaba, con una connotación de robar o desprender);
(3) defenderála causa (ambas palabras de la misma raíz para contender, dando una posible traducción como: “Porque Jehová contiende la contienda de ellos o disputa la disputa de ellos”). Estos juegos son muy efectivos en el hebreo. Las puertas muestra la naturaleza pública, o económica, o legal, o social, de la ofensa. Al robar oprimir despojar (un lenguaje violento) al pobre, el hombre va en contra de Dios (el espíritu de go’el), quien hace en una forma recíproca el daño pensado contra el pobre (la expresión despojará… quienes los despojan). La forma verbal del perfecto muestra la certidumbre de tal juicio divino.
Los versículos 24 y 25 siguen la forma imperativa, acentuando el peligro de una amistad (es decir, ser prójimo) o aun una relación “andante” (nos recuerda la relación entre Don Quijote y Sancho Panza) con un hombre iracundo (lit. “señor o dueño de la nariz”;) o “violento” (lit. “hombre de calor”; el furioso). Un dicho apropiado afirma: “Dime con quién andas y te diré quién eres.” En el versículo 25, el “amigo” del iracundo llega a “atraparse” a sí mismo. Hay que evitar la mala compañía (Amenemopet; Aristóteles, Magna Moralia).