En el versículo 5 se repite el tema de los diligentes. Aquí sus proyectos (o “planes” o “pensamientos”) ciertamente o sin duda (son) para la abundancia. Por otro lado, se espera escuchar acerca de los negligentes como en 10:4 y 19:15. Sin embargo, se trata en una forma opuesta a aquel que es apresurado (“ser apretado” o “ser precipitado”). A estos versículos hay que agregar 18:13, que apunta al que habla antes de escuchar. Se repite la palabra que significa “ciertamente” y se subraya la palabra todo para ser tan inclusivo que sea una verdad universal. El apresurado iguala el fin del negligente, es decir la pobreza.
Cinco pasos hacia el éxito
1. Tener proyectos diligentes y ambiciosos, y saber ejecutarlos
2. Hablar la verdad en cada circunstancia
3. Andar en caminos rectos todos los días
4. Mantener un hogar feliz y armonioso
5. Aprovechar oportunidades para aprender lo nuevo
Los modales que destruyen el hogar
El versículo 6 repite el tema de la lengua de engaño. Aquí su meta pecaminosa era la “acumulación” (definida como “conducta” en 21:8; como “obras” en 24:12; como “acción” en 24:29) de tesoros que no son pecaminosos en sí. Los tesoros pecaminosos, sin embargo, son como “un vapor” o “un respiro” ahuyentado y buscando la muerte (o de los que buscan la muerte).
El versículo 7 subraya que el impío se perjudica a través de la violencia, que se encuentra aquí como rapiña. Tal autodestrucción es un tema frecuente en Proverbios. Desde otra perspectiva, es Dios quien castiga al pecador. Entonces, el castigo es una combinación entre “cosechar lo suyo” y “el juicio divino”.
El versículo 8 contrapone el estilo de vida de dos personajes. Por un lado está el hombre “culpable” con su camino (conducta o vida) torcido y extraño. Por otra parte, está el hombre limpio con su conducta.
En el versículo 9 se encuentra otro dicho que usa la palabra tob, que se define como “bueno”. Se contrasta un rincón de la azotea con una casa (seguramente una buena casa). Sin embargo, la casa viene con una mujer que produce la contienda.
El versículo 10 subraya la actitud malvada del impío. Por un lado su alma (quizá “apetito”, del vocablo hebreo nepesh) desea, aunque “codicia” capta el espíritu malo, el mal. El verbo se encuentra en la forma piel perfecto para mostrar la intensidad del deseo y la veracidad de la oración. Por lo tanto, el impío no tiene “misericordia” para con el prójimo. El impío es cruel y sigue en aumento su maldad.