Un joven muy enamorado decía a su novia: —María, te quiero tanto que quisiera tener mil pares de ojos para mirarte. Quisiera tener mil manos para acariciarte. Quisiera tener mil bocas para besarte. Quisiera…
La señorita le interrumpió bruscamente y enojada le respondió:
—Juan, ¿y por qué no usas lo que tienes?
A veces nosotros también decimos: «Si yo tuviera talento para la música… Si yo tuviera el don de la predicación… Si yo tuviera… Si yo tuviera… Si yo…»
El Señor nos está interrumpiendo para decirnos:
—¿Por qué no usas lo que tienes?’
No llores por lo que no tienes. Reconoce y agradece lo que sí tienes y úsalo ya para tu propio beneficio y para honra y gloria de Dios.