No es difícil ver que a veces debe de haber habido en los corazones de los discípulos un cierto desaliento. Para ellos Jesús lo era todo, el más sabio y el más poderoso. Pero, humanamente hablando, tenía poco éxito. Se Le estaban cerrando las puertas de la sinagoga. Los representantes de la religión oficial eran Sus más severos críticos, y no podía caber duda que estaban organizando Su destrucción. Cierto que las multitudes venían a escucharle; pero había tan pocos realmente cambiados, y tantos que acudían solo a cosechar los beneficios de Su poder sanador y que, cuando lo habían recibido, se marchaban y olvidaban. Había tantos que venían a Jesús solo por lo que pudieran recibir. Los discípulos se encontraban cara a cara con una situación en la que parecía que Jesús no suscitaba más que la hostilidad de los dirigentes de la iglesia, y nada más que una respuesta evanescente en las multitudes. No es nada sorprendente que hubiera a veces una profunda desilusión en los corazones de los discípulos. ¿Qué le dice esta parábola al predicador desanimado?
La lección está clara: la cosecha es segura. Para los predicadores de la Palabra que estén desanimados la lección está en el clímax de la parábola, en la descripción de la semilla que produjo una cosecha abundante. Algo de la semilla puede que caiga al borde del sendero y se la lleven los pájaros; algo de la semilla puede que caiga en la tierra superficial, y no llegue a madurar; algo de la semilla puede que caiga entre espinos que la ahoguen; pero, a pesar de todo, llega la cosecha. Ningún labrador espera que den fruto todos las semillas que siembra. Sabe muy bien que algunas se las llevará el viento, y otras caerán en lugares donde no podrán crecer; pero eso no hace que deje de sembrar. Ni que desespere de la cosecha. El labrador siembra con la confianza de que, aunque parte de la semilla se malogre, sin embargo es seguro que la cosecha llegará. Así que esta es una parábola de aliento para los que siembran la semilla del Evangelio.
En esta sección vemos a Jesús iniciando una nueva etapa. Ya no estaba enseñando en la sinagoga, sino a la orilla del lago. Había intentado llegar al pueblo de una manera ortodoxa; ahora tenía que seguir métodos menos convencionales.
Haremos bien el fijarnos en que Jesús estaba dispuesto a utilizar nuevos métodos. Estaba dispuesto a trasladar la predicación y la enseñanza fuera del ambiente convencional de la sinagoga al aire libre y entre las multitudes de hombres y mujeres corrientes. John Wesley fue durante muchos años un servidor fiel y ortodoxo de la Iglesia de Inglaterra. Su amigo George Whitefield estaba en Bristol predicando a los mineros, tantos como veinte mil a la vez, al aire libre; y en su audiencia se convertían a centenares. Mandó a buscar a John Wesley. Wesley dijo: «A mí me encanta un salón amplio, un cojín blandito y un púlpito bonito.» Lo de la predicación al aire libre más bien le escandalizaba. Se decía a sí mismo: «Difícilmente podía identificarme al principio con esos métodos extravagantes -habiendo sido toda mi vida, hasta bien tarde, tan cumplidor de todo lo relativo a la decencia y al orden-, hasta tal punto que habría creído que era casi un pecado salvar almas si no se hacía en la iglesia.» Pero Wesley vio que la predicación al aire libre ganaba almas, y dijo: « No puedo discutir una cuestiónide hechos.»
Tiene que haber habido muchos entre los judíos ortodoxos que consideraran esta nueva salida como acrobática y sensacionalista; pero Jesús era suficientemente sabio para saber cuándo hacían falta nuevos métodos, y era lo suficientemente aventurero como para usarlos. Sería bueno que la Iglesia fuera igualmente sabia y emprendedora. Esta nueva etapa requería un método nuevo; y el nuevo método que escogió Jesús consistía en hablarle a la gente por parábolas. Parábola quiere decir literalmente algo que se pone al lado de algo; es decir, una comparación. Es una historia terrenal con un sentido celestial. Algo de la Tierra se compara con algo del Cielo, para que la verdad celestial se pueda captar mejor a la luz de la ilustración terrenal. ¿Por qué escogió Jesús este método? ¿Y cómo llegó a serle tan característico que llegó a ser el Maestro de la parábola?
(i) La primera y principal razón es que Jesús eligió el método parabólico para hacer que la gente Le escuchara. Ya no Se estaba dirigiendo a una audiencia de personas religiosas en una sinagoga, que estaban más o menos obligadas a permanecer allí hasta que terminara el culto. Tenía una audiencia multitudinaria y diversa al aire libre, que tenía libertad para marcharse cuando quisiera. Por tanto, la prioridad esencial era despertar y mantener su interés. En caso contrario, sencillamente se marcharían. Sir Philip Sidney habla del secreto del poeta: «Con una historia peregrina viene a ti, con un cuento que hace que los niños dejen de jugar y los viejos abandonen la chimenea.» La mejor manera de despertar el interés de la gente es contarles historias, y Jesús lo sabía.