Oseas 6: La confesión falsa y la respuesta de Dios

Oseas 6:1 [a]Venid y volvamos a Jehová, pues él nos destrozó, mas nos curará;[b] nos hirió, mas nos vendará.

Un Israel aparentemente arrepentido retorna a Dios, pero su forma de expresarse le traiciona. Todavía culpan a Dios de sus dificultades (él arrebató); y presumen de su gracia dando a entender que ya que él, no ellos, es el único culpable, está obligado a restaurarlos.

Oseas 6:2 Después de dos días nos hará revivir, al tercer día nos levantará, y viviremos delante de él.

Oseas 6:3 Esforcémonos por conocer a Jehová: cierta como el alba es su salida. Vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana viene a la tierra.

Esto es presunción, no un arrepentimiento genuino. El pueblo no comprendía la gravedad de sus pecados. No dejaban a los ídolos, no pedían otra oportunidad ni se arrepentían de sus pecados. Pensaban que la ira de Dios duraría solo unos días; ignoraban que su nación pronto sería llevada cautiva. Israel estaba interesada en Dios solo por los beneficios materiales que les daba; no valoraban los beneficios eternos que surgen al adorarlo. Antes de juzgarlos, sin embargo, considere su actitud. ¿Qué es lo que espera obtener de su religión? ¿Se arrepiente «fácilmente», sin considerar con seriedad los cambios que necesita hacer en su vida?

Oseas 6:4 «¿Qué haré contigo, Efraín? ¿Qué haré contigo, Judá? Vuestra piedad es como nube matinal, como el rocío de la madrugada, que se desvanece.[c]

El espíritu de esta respuesta de Dios a su pueblo pecador se refleja en las palabras de Jesús en Mateo 23:37 : «¡Jerusalén… cuántas veces quise juntar a tus hijos… y no quisiste!» Las manifestaciones de arrepentimiento de Israel eran meramente transitorias, como nube o rocío.

Dios respondió al pueblo, señalando que su profesión de lealtad, como la niebla, se había evaporado y no tenía sustancia. Muchas personas encuentran que es fácil y cómodo mantener la apariencia de ser consagrados; pero, ¿es profunda y sincera su lealtad? Si profesa lealtad a Dios, respáldela con palabras y hechos.

Oseas 6:5 Por eso los he quebrantado mediante los profetas; con las palabras de mi boca los maté, y tus juicios brotarán como la luz.

Dios envió a los profetas para disciplinar la nación, pero al rechazarlos el pueblo se hacía acreedor de la pena que ahora sobrevendría.

Oseas 6:6 Porque misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos.[d]

Misericordia (en hebreo hesed : Amor divino que se extiende a otros cuando se ha experimentado en la propia relación con Dios.

Los rituales pueden ayudarnos a comprender a Dios y a relacionarnos con El. Para eso instituyó Dios la circuncisión y el sistema de sacrificios en el Antiguo Testamento, y el bautismo y la santa cena en el Nuevo. Pero un ritual religioso es útil si se efectúa con amor y obediencia a Dios. Si nuestro corazón está lejos de Dios, el ritual se vuelve una burla. Dios no quería los rituales de los israelitas: quería sus corazones. ¿Por qué adora usted a Dios? ¿Qué motivo yace detrás de sus «ofrendas» y «sacrificios»?

Oseas 6:7 »Pero ellos, cual Adán,[e] violaron el pacto; allí han pecado contra mí.

Cual Adán : Alguien que rompió su relación con Dios.

Uno de los temas principales de Oseas es que Israel había roto el tratado, o pacto, que había hecho con Dios en Sinaí. Dios quería que Israel fuera una luz para todas las naciones, y si lo obedecía y lo proclamaba ante el mundo, le daría bendiciones especiales. Sin embargo, si rompía el pacto, sufriría diversos castigos, como debió saberlo. Tristemente, al igual que Adán en el Jardín de Edén, el pueblo violó el tratado y demostró que eran infieles a Dios. ¿Qué hay de nosotros? ¿También hemos faltado a nuestra fe con Dios? ¿Qué hay de las promesas de servirlo que hemos olvidado?

Oseas 6:8 Galaad,[f] ciudad de malhechores, toda manchada de sangre.

Galaad y Siquem habían sido lugares sagrados, pero ahora eran corruptos. Siquem era una ciudad de refugio en donde podían sentirse a salvo los fugitivos. Pero los caminos que llevaban a Siquem eran inseguros. Bandas de sacerdotes perversos asaltaban y asesinaban a los viajeros que pasaban por ese territorio.

Oseas 6:9 Como ladrones al acecho de un hombre, así una compañía de sacerdotes mata y comete infamias en el camino hacia Siquem.[g]

Los sacerdotes , que debían ser vehículo de bendiciones y de vida para aquellos a quienes servían, conducen al pueblo por caminos de muerte. Siquem , designada ciudad de refugio, se convirtió en escenario del crimen.

Oseas 6:10 En la casa de Israel he visto cosas horribles: allí fornicó Efraín y se contaminó Israel.

La raíz hebrea de la palabra inmundicia es la misma que la del vocablo «pelo»; de erizar el cabello, aquello que pone de puntas el pelo.

Oseas 6:11 Para ti también, Judá, está preparada una siega, cuando yo haga volver el cautiverio de mi pueblo».

Cuando . . . pueblo : Frase paralela al comienzo de 7.1; indica que el pueblo volverá a caer en cautiverio.

Para que Judá no se sintiera orgullosa cuando viera la destrucción del reino del norte, Oseas dio una advertencia solemne. El Templo de Dios estaba en Judá (Jerusalén) y el pueblo pensaba que lo que le había pasado a Israel nunca podía pasarle a él. Sin embargo, cuando se corrompieron profundamente, también ellos fueron llevados en cautiverio.

La confesión falsa y la respuesta de Dios

En el cap. 6 los versículos 1 al 3 dan la respuesta de Israel. El profeta declara que una consecuencia del fratricidio entre Judá e Israel es que el Señor se ha retirado hasta que el pueblo vuelva. Entonces, los sacerdotes le contestan: “Pues, ¡ya volvemos al Señor!”. Cantan un himno litúrgico, para mostrar su comprensión de lo que es volver a Dios. Sin embargo, esta “confesión” no tiene ningún reconocimiento de culpa ni una sola palabra de arrepentimiento. Al contrario, todo es la responsabilidad de Dios: él arrebató, él hirió. Ahora, su deber es curar y sanar. Toda la vida es un ciclo natural, la humanidad tiene solo que esperar. Si enfermamos, tarde o temprano, Dios nos sanará; es su trabajo.

Los sacerdotes afirman que van a guiar a Israel a conocer al Señor. Sin embargo, su conocimiento de Dios es deficiente. Comparan a Dios con la naturaleza: como el alba…; como la lluvia; como la lluvia tardía…. El concepto de Dios que tienen los sacerdotes, con su ciclo de la naturaleza, el alba, y la lluvia, pertenece al baalismo y a un concepto mitológico del mundo. Los sacerdotes pensaban: “Claro, algunas veces parece que Dios se ha alejado (Baal muere en el invierno cada año). No obstante, Dios ha de volver (Baal siempre resucita en la primavera de cada año). Manejamos a Dios con los cultos de la fertilidad. No tiene nada que ver con el pecado. Su protección y sus bendiciones vendrán automáticamente como la salida del sol. Solo necesitamos persistir en los cultos; esto es conocer a Dios. No escucharemos al profeta”.

Oseas contesta este himno de los sacerdotes con un canto del Señor. Se espera que esta respuesta será un himno de salvación. Sin embargo, resulta ser un lamento. Dios responde a los sacerdotes en forma negativa; el Señor no aceptará su himno de “confesión”. En los versículos 4-6 podemos ver, entonces, el corazón de Dios en su trato con todo su pueblo. El lamento muestra la perplejidad de Dios ante el pueblo que él ama tanto, un doble: ¿Qué haré contigo…?

El versículo 5 puede leerse como una decisión de qué hacer: despedazaré… mataré. Son acciones futuras de Dios. También puede leerse como una parte de esta perplejidad de Dios: ”Por esta razón yo los despedacé por medio de los profetas; los maté con los dichos de mi boca, y mi justicia/juicio (mishpat) seguirá saliendo (este último verbo heb. está en imperfecto, a diferencia de los otros dos que son verbos que están en perfecto) como la luz” (versículo 5, trad. del autor). Es como que Dios lamentara: “Por causa de su falta de lealtad, ya han experimentado mi castigo anunciado por los profetas desde Elías hasta Amós (o aun hasta Oseas como estos eventos de los años 733 a 732 a. de J.C. muestran), pero aunque mi justicia sigue mostrándose alrededor de ustedes, no hay arrepentimiento. ¿Qué haré contigo?”. (Paráfrasis.)

El gran problema del pueblo de Dios es la falta de lealtad, según el versículo 4. En 4:1 el profeta declaró: “…no hay en la tierra… lealtad”. Aquí, en el cap. 6, versículos 4 y 6, en efecto se anuncia de nuevo que no hay lealtad. Dios emplea dos símiles para describir la clase de lealtad que Israel muestra: Es como la nube de la mañana y como el rocío que muy temprano se desvanece. Neblina y rocío son elementos pasajeros e insustanciales. Lealtad (amor leal, mantenimiento de una relación con todas sus obligaciones) que puede describirse con estos símiles ¡no es la lealtad que busca Dios! Los símiles manifiestan su poder aun más en su función antibaalística. La condición de Israel es como la neblina, no como la tempestad con los rayos y truenos que se atribuían a Baal. Es el rocío (talam) que se levanta temprano, no la lluvia que cae con la fecundidad de Baal. Israel no muestra lo que Dios quiere en sus cultos; tampoco recibe por estos cultos los beneficios que el baalismo promete. Esta falsa adoración en Israel es un engaño que le quita su relación con Dios sin reemplazarla con nada.

En el versículo 6 Dios termina el discurso con una declaración que expone claramente lo que a él le agrada. Sacrificios y holocaustos no significan nada para Dios si no hay una relación personal con él.

El pecado en todas partes

Es un nuevo oráculo que también viene del tiempo después de la guerra. El propósito de este oráculo es manifestar que todo el pueblo de Dios es culpable del pecado. El pueblo del norte, después de los eventos del año 732, pudo haber aplaudido al profeta si hubiera declarado: “Para ti, oh Judá, está preparada una cosecha”. Sin embargo, proclamar solamente la condenación del Sur, Judá, sería el peor patriotismo. Oseas proclama en este discurso del Señor que el pecado está en todas partes: en Israel, en Judá y en los contornos de ambos.

El pueblo ha violado el pacto. El texto sigue con una referencia a Adán, pero la próxima palabra allí nos conduce a pensar en un lugar en vez del primer hombre, Adán, o “la humanidad”. Por eso, algunos sugieren que en vez de la palabra cual (otra trad. como) debemos leer “en”, con lo que resulta la frase “en Adam”. La letras hebreo que corresponden a nuestras k y b son muy parecidas, de modo que esta propuesta es entendible. Sin embargo, también se puede leer el TM como un ejemplo de la elisión de dos preposiciones, k y b. Daría el sentido: “Pero ellos violaron el pacto como en Adam. Allí me traicionaron”. Un lugar llamado Adam se menciona en Josue 3:16, el lugar donde se detuvieron las aguas del río Jordán cuando los israelitas entraron a Israel. Tal vez Oseas aquí alude a una tradición que ahora es desconocida e implica que desde la entrada en la tierra prometida Israel ha sido infiel a Dios. La gente de su día, como sus padres, profanan el pacto.

El versículo 8 declara la culpa de la ciudad de Galaad. Sus huellas son de sangre. Probablemente se refiere a la ciudad RamotGalaad de la Transjordania central. Oseas tendrá en mente un evento contemporáneo, posiblemente el asesinato de Pekaía por Peka que, según 2Ki_15:25, recibió la ayuda de 50 hombres de la ciudad de RamotGalaad. En el versículo 9 son los sacerdotes quienes reciben la condenación del Señor porque asesinan en el camino de Siquem. Es importante notar que la ciudad misma no es condenada. Siquem era un importante centro donde se guardaban las tradiciones de Moisés en la tierra al oeste del río Jordán y, según Jos_20:7, era una ciudad de refugio. Los oficiales de los cultos sincréticos de Betel o Dan violaron la antigua ley de Israel, matando a los que fueron a adorar a Dios en Siquem, aun los que buscaban la protección divina. Entonces, en esta “geografía de traición” vemos los pecados religiosos y políticos del Norte en todas partes: al lado del río, en el este y en el oeste. El versículo 10 da el resumen: Efraín no está sin culpa.

Por eso, el Señor, en efecto, declara: “Sí, Judá, una cosecha está fijada para ti cuando yo vuelva (la cautividad de mi pueblo). Cuando yo cure a Israel, se revelará la culpa de Efraín (y las maldades de Samaria)”. Dios volvería y curaría, pero con resultados diferentes de los que los sacerdotes esperaban en 6:1-3. Pensando en nuevas bendiciones de fertilidad, cantaron: “Vendrá a nosotros”. Viene, pero la cosecha es de juicio en vez de bendición para Judá. Dios curará, pero su efecto será manifestar aun más claramente la culpa de Israel. El Señor condena a las dos naciones.

En el cap. 7, los versículos 1b y 2 hablan también de los dos pueblos. De veras, los dos perpetúan mentiras en vez de verdad. El norte es como el ladrón adentro, y Judá como la pandilla afuera. Todo el pueblo de Dios se ha olvidado del Señor, pero él no se ha olvidado de ellos. Sin embargo, ahora cuando Dios mira a su pueblo, todo lo que ve es su culpa. Porque no hay conocimiento de Dios entre ellos; Dios los reconoce por sus pecados que son evidentes en todas partes.

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