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Oseas 5: La apostasía de Israel será castigada

El versículo 8 declara la culpa de la ciudad de Galaad. Sus huellas son de sangre (versículo 8b). Probablemente se refiere a la ciudad RamotGalaad de la Transjordania central. Oseasas tendrá en mente un evento contemporáneo, posiblemente el asesinato de Pekaía por Peka que, según 2de Reyes 15:25, recibió la ayuda de 50 hombres de la ciudad de RamotGalaad. En el versículo 9 son los sacerdotes quienes reciben la condenación del Señor porque asesinan en el camino de Siquem. Es importante notar que la ciudad misma no es condenada. Siquem era un importante centro donde se guardaban las tradiciones de Moisés en la tierra al oeste del río Jordán y, según Josué 20:7, era una ciudad de refugio. Los oficiales de los cultos sincréticos de Betel o Dan violaron la antigua ley de Israel, matando a los que fueron a adorar a Dios en Siquem, aun los que buscaban la protección divina. Entonces, en esta “geografía de traición” vemos los pecados religiosos y políticos del Norte en todas partes: al lado del río, en el este y en el oeste. El versículo 10 da el resumen: Efraín no está sin culpa.

Por eso, el Señor, en efecto, declara: “Sí, Judá, una cosecha está fijada para ti cuando yo vuelva (la cautividad de mi pueblo). Cuando yo cure a Israel, se revelará la culpa de Efraín (y las maldades de Samaria)” (Josué_6:11b y 7:1a; trad. del autor). Dios volvería y curaría, pero con resultados diferentes de los que los sacerdotes esperaban en 6:1-3. Pensando en nuevas bendiciones de fertilidad, cantaron: “Vendrá a nosotros” (6:3c). Viene, pero la cosecha es de juicio en vez de bendición para Judá. Dios curará, pero su efecto será manifestar aun más claramente la culpa de Israel. El Señor condena a las dos naciones.

En el capítulo 7, los versículos 1b y 2 hablan también de los dos pueblos. De veras, los dos perpetúan mentiras en vez de verdad. El norte es como el ladrón adentro, y Judá como la pandilla afuera. Todo el pueblo de Dios se ha olvidado del Señor, pero él no se ha olvidado de ellos. Sin embargo, ahora cuando Dios mira a su pueblo, todo lo que ve es su culpa. Porque no hay conocimiento de Dios entre ellos; Dios los reconoce por sus pecados que son evidentes en todas partes.

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