El reino del norte se rebeló contra la casa de David bajo el gobierno de Jeroboam (1 Reyes 12; 13). Su rebelión fue tanto política como religiosa. En ese tiempo, volvieron a adorar ídolos. En el tiempo del gobierno del Mesías, toda persona se parará ante El con humildad y sumisión. Los que no acepten sus bendiciones ahora se enfrentarán a su poder y castigo más tarde. Es mucho mejor amar y seguirlo ahora que enfrentar su ira más tarde.
La invitación a la reconciliación
Con el capítulo 3, Oseas vuelve al modelo de su matrimonio, para ofrecer a Israel la invitación de Dios a la reconciliación. La naturaleza de esta relación personal que Dios busca recibe más explicación por el mandato: Vé, ama… (versículo 1a). Esta orden es paralela a la Deuteronomio 1:2, pero “amar” demanda más que “casarse”. Dios exige que Oseas manifieste una relación que pone valor en la otra persona (versículo 2), pero que también hace demandas de su conducta (versículo 3). Dios ama a Israel. Este amor es una elección soberana de tenerlo como tesoro especial; sin embargo, es una elección que trae demandas a Israel (Exodo 19:5). Con un simbolismo profundo, Oseas provee un modelo de la relación entre el Señor e Israel. Dios ama a Israel invitándolo a volver; espera que Israel responda a su amor con un amor correspondido. El capítulo 3 no descubre la respuesta de la mujer, pero la respuesta de Israel y Judá se muestra en la historia.
El versículo 1 comienza con el Señor hablando al profeta una vez más: …me dijo de nuevo. Aunque es posible traducir esta frase: …me dijo: “Ve de nuevo…”, la acentuación del TM sugiere la traducción que adopta la RVA. Entonces Dios da a Oseas una orden paralela a la del capítulo 1. Esta vez es: …ama a una mujer (versículo 1b). No obstante, el nombre de la mujer no se revela. Tradicionalmente, se ha identificado con Gomer del capítulo 1. Sin embargo, algunos piensan que ésta es otra mujer porque este oráculo puede fecharse como después del año 730 a. de J.C., o sea, unos 25 años después de los eventos del capítulo 1. Es verdad que la mujer no se identifica por nombre y que el libro no nos presenta suficiente información para escribir la biografía de Oseas (su propósito es solo presentar el mensaje de Dios a su pueblo). Sin embargo, parece mejor identificar a la mujer con la esposa del capítulo 1, Gomer, no solo porque el simbolismo de su compra será mejor, sino también porque el pronombre la del versículo 2 implica a una persona específica y no a una desconocida. Por eso, este mandato de Dios a Oseas, en efecto, es: “Sigue amando a Gomer”.
Amar (’ahab) es la palabra clave del versículo 1 (aparece cuatro veces), y todo el capítulo explica el contenido de este amor “como el amor del Señor para los hijos de Israel” (versículo 1c). Por el lado negativo, no puede ser como el amor personal de Gomer, ni el amor cúltico de los israelitas. Estos dos tipos de “amor” son egoístas y destructivos. Gomer ama a otro, a uno que no es su esposo. La palabra amante (versículo 1b; rea’ normalmente se traduce “amigo, prójimo”. Aunque puede significar “amante escogido”, aquí la idea jurídica de un conciudadano es mejor. Ella es adúltera juntamente con un paisano de su esposo, y los dos (ella y él) merecen la muerte según la ley. Este amor sin lealtad ni responsabilidad los guía a la destrucción. El amor de los israelitas es igual. Ellos (versículo 1d; uso enfático) aman las tortas de pasas (versículo 1e), una figura retórica para los cultos de fecundidad en los cuales se comían tortas de pasas. La finalidad de esos cultos era manipular el poder divino, pero el culto sincrético de Israel resultó en su destrucción.
En contraste, Dios demanda que el amor de Oseas sea como el suyo. Este amor de Dios se muestra por su libre decisión de elegir a Israel y mantenerse leal a esta decisión. No es egoísta, sino que es generoso y busca lo mejor para Israel. Por eso, hace demandas; pero estos mandamientos de Dios son instrucciones para vivir de mejor manera la vida abundante. También, el amor de Oseas para Gomer tiene que guiarla en su manera de vivir.
Oseas tuvo que pagar un precio para adquirirla. Treinta siclos de plata era el precio de una esclava o el precio para redimir el voto de una mujer en un santuario. Por eso, es imposible decidir si Gomer fue esclava o prostituta cúltica. Aun puede ser que ella fuera una prostituta secular y que Oseas comprara su servicio por un período indefinido (muchos años). De todos modos, parece que Oseas tuvo dificultad para obtener el dinero necesario; eso puede explicar por qué pagó una parte en plata y otra en cebada, un grano usado para animales y por gente pobre.
La sorpresa del capítulo son las condiciones que Oseas impone para su esposa y la interpretación que el profeta da para Israel. Gomer no puede seguir en su prostitución; no puede tener ninguna relación sexual con ningún hombre, ¡incluyendo a su esposo! Así, Oseas proclama la disciplina del amor de Dios para Israel. Para que este pueblo comprenda al Señor y sus bendiciones, ha de sufrir la pérdida de su identidad nacional y cúltica por un período indefinido más limitado (muchos años; muchos días). No tendrá la autonomía ni la seguridad que un rey y un administrador proveen. No podrá adorar al Señor ni con sacrificios auténticos ni con el condenado sincretismo. Aun más, no recibirá la revelación de la voluntad divina ni por el modo legítimo del efod utilizado por el sacerdote ni en la forma sincrética de los “terafines”, o sea los ídolos domésticos. Estará solo y sin defensa como en el desierto.
Sin embargo, el propósito de la pérdida de su identidad nacional, seguridad cúltica y comunicación divina no es el de destruir a Israel. Es una expresión del amor divino que procura la conversión de su pueblo. Esta invitación a la reconciliación se da con la firme confianza de que finalmente volverán los hijos de Israel y buscarán a Jehová su Dios (versículo 5b). Para Oseas, buscar al Señor no es meramente asistir al culto en un santuario; más bien es una actitud personal y decisiva de volver temblando (versículo 5c; o sea, con mucha reverencia) ante Dios. Si lo hacen, encontrarán su bondad (tub) juntamente con toda expresión de su amor leal y salvador.
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