Vemos el cumplimiento de la predicción de Moisés y el castigo de los rebeldes. La tierra se abre y se traga a Datán y Abiram, junto con sus familias y posesiones. Vemos aquí el concepto de la solidaridad de la familia. A la mente moderna, parece injusto que los hijos mueran por los pecados de los padres, pero en el mundo antiguo, toda la familia era considerada una unidad. El pecado de uno contaminó a toda la familia, y había que eliminar a toda la familia antes de que la contaminación se extendiera a otros. Coré no se menciona explícitamente aquí, pero lo incluye entre los que fueron tragados. Todos los hombres que eran de Coré, aparentemente se refiere o a los siervos de Coré o a todos sus seguidores además de los 250 que se presentaron en el tabernáculo para ofrecer incienso. Según 26:11 sobrevivieron los hijos de Coré. Parece que los descendientes de los hijos de Coré llegaron posteriormente a ser cantores en el templo.
Algunos han buscado una explicación natural para el acontecimiento en que la tierra se tragó a los líderes rebeldes. Se señala que en el Arabá, la región al sur del mar Muerto hasta el Golfo de Aqaba del mar Rojo, hay varios lugares donde el lodo ha formado una costra dura por encima, pero debajo está todavía pantanoso. Dicen que las tiendas de Datán y Abiram estaban puestas sobre uno de estos lugares, y que al quebrantarse la costra, se hundieron en el lodo. Tenemos que reconocer que Jehovah es soberano sobre la naturaleza; siempre puede usar cualquier proceso “natural” que quiere para llevar a cabo sus propósitos. Aun si Dios usó un proceso así, tenemos que reconocer la mano de Dios en el hecho de que la tierra se abrió justamente en el momento preciso para cumplir la predicción de Moisés y castigar a los rebeldes. A la vez, tenemos que reconocer que la soberanía de Dios significa que también puede hacer algo insólito que escapa nuestras capacidades de entender o explicar. Algunos intérpretes creen que la referencia de que Jehová hará algo nuevo demanda que el evento sea algo único y sin paralelo.
Los 250 que intentaron ofrecer incienso sufren un juicio aparte: sale fuego de Jehová que los consume. Si Nadab y Abihú, hijos de Aarón y sacerdotes regulares, sufrieron la muerte por ofrecer fuego extraño delante de Jehová, tanto más estos hombres, que no son autorizados para cumplir las funciones sacerdotales, merecen la muerte. Los dos casos involucran una violación de la santidad de Jehová, quien es como fuego consumidor.
Los incensarios y el altar. Aunque los incensarios del grupo de Coré fueron presentados en una manera irregular por personas no autorizadas, el hecho de presentarlos a Dios los hace santos; no deben ser tratados de una manera común. Son batidos en láminas de bronce que se usan para recubrir el altar. Algunos eruditos han visto un conflicto en este pasaje que dice que el altar fue recubierto de bronce desde el principio. Como parece imposible prender fuego en un altar hecho de madera sin que fuera recubierto de metal, debe ser que las láminas aquí se usan para reemplazar el bronce ya gastado o para poner otra capa sobre el bronce que ya estaba.
Da el propósito de las láminas de bronce sobre el altar: deben servir como un recuerdo de la rebelión de Coré y una advertencia a otros de no hacer como él. Se afirma claramente que sólo los hijos de Aarón pueden acercarse al altar para ofrecer incienso o sacrificios. Entonces toda la historia de la rebelión de Coré sirve para afirmar la autoridad única de Aarón y sus hijos como sacerdotes. Si otros, aun los levitas, intentan usurpar las funciones sacerdotales, sufrirán el juicio de Dios.
La murmuración del pueblo y la intercesión eficaz de Aarón. El pueblo no ha aprendido su lección; todavía demuestra una actitud de rebeldía contra los líderes elegidos por Dios. Culpa a Moisés y Aarón por la muerte de los rebeldes. La ira de Dios se enciende contra el pueblo, y una vez más Dios amenaza destruir totalmente al pueblo. Manda una mortandad entre ellos. Una vez más Moisés y Aarón se postran, aparentemente en oración intercesora por el pueblo. Moisés manda a Aarón a hacer expiación por el pueblo con su incensario, y cuando lo hace, cesa la mortandad. (La idea aquí parece ser que el incienso ofrecido por Aarón cubre el pecado del pueblo. Entonces ya no queda como ofensa delante de Dios.) Cuando los no autorizados intentaron ofrecer incienso delante de Jehová, el resultado fue la muerte. Pero aquí, cuando Aarón, el sacerdote elegido por Dios, ofrece incienso, el resultado es la salvación de muchas vidas. Así se afirma otra vez la autoridad de Aarón y la eficacia de su intercesión por el pueblo. La tragedia es que ya habían muerto 14.700 por su murmuración y rebeldía.