La generación rechazada por su falta de fe
El plan de volver a Egipto. Al escuchar el mal informe de los espías, el pueblo se queja a gritos contra Moisés y contra Dios. Prefieren morir en el desierto en vez de entrar en la tierra. Además, proponen volver a Egipto. Han expresado esta idea antes, pero ahora es más que una idea; proponen un plan específico. El plan de nombrar otro jefe expresa rebelión contra la autoridad de Moisés. Peor aún, el plan de volver a Egipto expresa rebelión contra la voluntad de Dios. La promesa de una tierra buena ha sido parte integral del pacto entre Jehová y el pueblo. El desprecio de parte del pueblo de la tierra prometida equivale entonces el rechazo del pacto con Jehová. Es un pecado tan grave como la apostasía del pueblo con el becerro de oro, y por eso provoca la ira de Dios.
La exhortación de Josué y Caleb. Moisés y Aarón se postran delante del pueblo. Esta acción puede expresar el temor reverencial de ellos en anticipación de la ira divina que tal rebelión de parte del pueblo seguramente provocará. Puede expresar también su espanto frente a la rebelión del pueblo y su deseo de separarse de los que expresan tal actitud de soberbia. O puede ser que ellos inmediatamente empiezan a interceder humildemente ante Dios por el pueblo. Hay un énfasis marcado en esta sección del libro en el papel de Moisés como intercesor. Aparentemente la intercesión de Moisés aquí es lo que posterga el derramamiento de la ira de Dios para que Caleb y Josué tengan la oportunidad de hablar al pueblo.
Josué y Caleb también anticipan el juicio de Dios sobre el pueblo y por eso les exhortan urgentemente que no se rebelen. El romper las vestiduras era una señal tradicional de dolor. Pone énfasis en que Canaán es una tierra realmente buena y que el éxito en conquistarla depende de Jehová, no de ellos. No niegan la presencia de enemigos fuertes, pero afirman que ellos no tienen ninguna protección contra el poder de Jehová, quien está con Israel. Pero el pueblo sólo puede tener éxito si Jehová se agrada de nosotros. Ciertamente la conducta actual del pueblo no agrada a Dios. Por eso, la exhortación de Josué y Caleb es una última invitación al arrepentimiento antes de que caiga el juicio divino sobre el pueblo. Pero la reacción del pueblo indica que su corazón ya está endurecido. En vez de escuchar a Josué y Caleb, los quieren apedrear. Parece que la única cosa que los salva es la apariencia repentina de la gloria de Jehová sobre el tabernáculo. La gloria se refiere al fulgor resplandeciente que acompaña e indica la presencia de Dios.
¿Por qué no se mencionó nada de la oposición de Josué al informe de la mayoría de los espías? Algunos eruditos han sugerido que un redactor sacerdotal, trabajando en una fecha tardía, inventó el dato de que Josué era uno de los espías e inventó su oposición al informe de la mayoría de los espías porque tenía que explicar cómo Josué había sobrevivido para ser el general de Israel en el tiempo de la conquista. Nos vemos obligados a rechazar completamente tal sugerencia. Quizá un redactor posterior, sabiendo que la grandeza de Josué ya era bien conocida, quería exaltar el papel de Caleb y por eso arregló sus materiales así. Sea eso como sea, aunque es verdad que se pone énfasis en el papel de Caleb, se afirma varias veces la fe de Josué también.
La ira de Dios y la intercesión de Moisés. Jehová amenaza destruir completamente al pueblo. Hay un paralelo estrecho, porque la rebelión del pueblo significa que han quebrantado su pacto con Jehová otra vez. La murmuración continua del pueblo contra Dios ha culminado finalmente en esta rebelión abierta, a pesar de todas las señales que Jehová ha hecho en su favor. Estas incluyen las plagas en Egipto, el cruce del mar y la provisión milagrosa para el pueblo en el desierto. Dios se queja de que el pueblo no le cree. Creer a Dios significa aceptar su palabra y actuar en base a lo que dice. Significa confiar en sus promesas de tal manera que uno obedece sus mandamientos. Dios puede contar la fe por justicia porque la verdadera fe es la semilla que lleva como su fruto la obediencia y la justicia. En contraste, la rebelión del pueblo aquí, como siempre desde el pecado en el huerto de Edén, tiene su semilla en no creer a Dios. El pueblo existe sólo por la gracia de Dios; si no responde con fe y fidelidad, Jehová tiene todo el derecho de aniquilarlo.
Moisés intercede otra vez por el pueblo. Aunque Jehová tiene todo el derecho de destruir al pueblo, sería un mal testimonio entre las naciones sobre el nombre de Jehová. El hecho de que Dios se deja ver cara a cara (ojo a ojo) en Israel expresa la comunión íntima entre Jehová y su pueblo. Después de todo lo que Dios ha hecho por Israel, si lo aniquila ahora, las naciones dirán que fue incapaz de cumplir sus promesas. Además, el propósito de Dios era bendecir a todas las naciones a través de los descendientes de Abraham, pero no podrá lograr ese propósito si destruye a los israelitas. Por eso Moisés apela a Dios, no en base de ningún mérito del pueblo, sino en base al nombre, los propósitos y la naturaleza de Jehová mismo. (Esta es la única esperanza que nosotros tenemos de recibir el perdón de Dios también.) Moisés cita lo que Jehová ya ha revelado en cuanto a su naturaleza misericordiosa, y en base a esta gracia y misericordia pide que Dios perdone al pueblo otra vez. Perdonar expresa la idea de levantar y llevar fuera el pecado y/o el castigo que el pecado merece.
La respuesta de Dios.
Perdona al pueblo por su rebelión y apostasía. Este perdón es real, y se demuestra en el hecho de que Dios aniquila totalmente al pueblo, como merece. Sin embargo, Jehová es un Dios justo además de misericordioso. El pueblo es culpable, y aunque perdonado, no puede escapar a las consecuencias prácticas de su pecado. Aun Dios no puede bendecir a un pueblo que ha visto tantas señales de su poder y todavía responde con una rebeldía que se basa en su falta de fe. En cada circunstancia la respuesta del pueblo es de probar a Dios en vez de confiar en él. Su falta de fe bloquea las bendiciones que Dios quiere darles. Por eso, Dios no puede meter a este pueblo en la tierra prometida; ninguno de esta generación verá la tierra. La única excepción es Caleb porque ha demostrado un espíritu diferente. Como este pueblo no puede enfrentar a los habitantes de Canaán sin el poder y la bendición de Jehová, les manda dar la vuelta y marcharse al desierto otra vez.
Encontramos más sobre el castigo de esta generación. Dios ha soportado sus quejas y su murmuración tantas veces, pero ahora han traspasado el límite. En eso sirven como advertencia para nosotros. Hay una ironía amargaporque Dios les concede exactamente lo que pidieron ¡Ojalá hubiésemos muerto en este desierto. El pueblo estaba tan preocupado por sus hijos. Dios promete que ellos entrarán en la tierra prometida que sus padres han rechazado. Los hijos heredarán las promesas divinas originalmente dadas a sus padres. La parte triste es que los hijos llevarán parte de las consecuencias del pecado de los padres. Tendrán que vagar en el desierto por 40 años mientras esperan la muerte de todos los de la generación de sus padres. Aquí vemos la aplicación del principio anunciado. La realidad de la vida en este mundo es que los hijos siempre llevan algunas consecuencias prácticas de los pecados de sus padres. Pero vemos también otro principio importante: el pecado del hombre nunca puede frustrar totalmente el propósito de Dios. Podemos postergar el cumplimiento de su voluntad; podemos obligarle a usar métodos diferentes; pero Dios al fin es soberano y logrará sus propósitos.