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Mira esas flores

Estos días son fifíciles de olvidar. Por un lado la celebración del Día de las Madres y por otro el comienzo de la primavera.

¡Qué paisaje tan bello! ¡Mira esas flores, mira ese árbol! ¡Nunca había visto colores tan vivos como estos! Estas son algunas expresiones de admiración que mi esposa no se cansaba de repetir en una fecha como ahora cuando visitábamos la familia en los Estados Unidos. Lo cierto es que el reverdecer de las plantas y el retoño de las flores borran las melancolías del invierno y dan entrada al gozo y esperanza de la más bella estación del año. La primavera es en todas partes símbolo del renacer, la renovación y el de una nueva vida. Los que viven en lugares de crudo invierno saben contar los días cuando el suelo volverá a ser blando, para darle paso al milagroso brote de las nuevas hojas y de las flores.

La primavera es la temporada perfecta para celebrar el Día de las Madres, pues de sus entrañas, cual tierra blanda y caliente, brota la nueva vida. Los frescos, pinturas, esculturas, canciones, poemas, oraciones y escritos más bellos de la humanidad se han hecho para resaltar y enaltecer la figura materna. El regazo de una madre no se compara con nada. Recuerdo una vez tomar en mis cómodos brazos a uno de mis sobrinitos recién nacido, pero sus gritos y llanto no cesaron hasta encontrarse de nuevo en los flacos brazos de mi cuñada. ¿No les recuerda esto La Piedad de Miguel Angel Buonarroti? María con el cuerpo muerto de Jesús plácidamente recostado contra su pecho.

Seguramente están acostumbrados a visitar y cantarle o recitarle alguna poesía a su progenitora en el Día de las Madres, visita obligada de aquellos que las preocupaciones diarias impiden las frecuentes visitas a quien nos dio la vida.

Yo honestamente detesto visitar a mi madre. No soporto la idea de ir a una floristería a comprar el obligado ramo de flores para ella. Odio el viaje de una hora para llegar. Me incomoda grandemente buscar a mi primo Eddie para que me acompañe con su guitarra y cantarle, mis canciones preferidadas y no las de ellas. Me repugna el declamarle los poemas escritos para ella. A veces me pregunto si en verdad ella me oye y acepta los regalos que no supe en vida darle. Mami, a veces me pregunto por que me abandonaste cuando más disfrutaba de ti y quiero que sepas que ya no cuestiono a Dios por qué tuve que pasar por la experiencia de verte morir en mis brazos.

Tengo tranquila la conciencia pero sé que pude haber hecho más por ti y hoy sólo me queda el obligado viaje a la floristería a comprar tu ramo de flores. La incomodidad enorme de buscar a primo Eddie para que me acompañe con su guitarra y cantarte, mis canciones preferidadas y no las tuyas. La tristeza de declamarte los poemas escritos para ti pero más que nada el odioso viaje de una hora para llegar al cementerio.

Hoy visita a tu madre, llévale flores ahora que las puede ver y oler, declámale sus poemas favoritos, disfruta del viaje para llegar hasta su casa y tal vez no te quede nunca por causa de ella el más triste recuerdo de este mundo.

Mami nuevamente este dolor me aterra.
Me obliga a querer despegarme de este suelo

pidiendo a Dios me bendigas desde el cielo
como yo te bendigo desde la tierra.

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