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Miqueas 7: Corrupción moral de Israel

Al fin, Dios arrojará nuestros pecados a la profundidad del mar. En el día de Miqueas nadie tenía idea alguna de cuánta profundidad tendría. Pero ahora sabemos, por medio del sonar, que en la llamada “trinchera japonesa”, la fosa de Abisso Vitjaz tiene 11.022 m de profundidad. ¡Qué profundo! Como quiera que sea, el profeta quiere aseverar esta afirmación: Dios hundirá nuestros pecados donde jamás se volverán a ver. ¿Qué más hará con ellos? Según Isaias 44:22 los borra como la niebla borra de nuestra vista todo lo que está por delante. Isaias 38:17 dice que los echa detrás de sus espaldas. Y en Colosenses 2:14 los ha quitado de en medio para clavarlos a la cruz. No podemos menos que asombrarnos por estas declaraciones y darle gracias a Dios por un perdón tan completo y una salvación tan perfecta.

¿Por qué hace todo esto nuestro Dios? Porque él se complace en la misericordia; es su deleite. Uno de los nombres que Dios dará a Sion será Jefsibá. Miqueas dice que Dios se complace (jafets) en amor misericordioso. También se compadece de nosotros. A veces se usa una forma de esta palabra refiriéndose a la mujer y al fruto de su vientre. Es decir, define un amor muy tierno y dispuesto al sacrificio. Cuando dice que pisotea nuestras iniquidades, quiere decir que sujeta y vence lo que es nuestro enemigo. Es como dice Pablo en Romanos 7:24 : “¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? ¡Doy gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!”

Parece que el versículo 20 es citado en Lucas 1:72-73 por Zacarías; por lo menos así piensan algunas autoridades. El padre de Juan Bautista reclama en su llamado Benedictus la promesa de victoria para Israel. En este último versículo Miqueas emplea dos palabra traducidas verdad y lealtad o verdad y misericordia. La traducción griega LXX dice: “verdad” y “compasión”. En el Job 85:10 las dos cosas se encuentran por la voluntad y plan de Dios. La verdad de Dios representa su justicia y la misericordia su gracia; solamente en Cristo puede satisfacerse la justicia de Dios y a la vez manifestarse su misericordia o gracia. Así que el pacto hecho con Abraham y subsecuentemente a Jacob tiene su cumplimiento en Cristo. Esta es la idea de Pablo también en Romanos 11:16. La raíz es Abraham y lo que Dios le prometió se cumplirá en la venida del Mesías.

El evangelista Moody señala la diferencia entre las demandas de la ley y las virtudes de la gracia; entre la verdad y la justicia de Dios y su inmensa misericordia. Dice: “Cuando la ley descendió de Horeb 3.000 hombres se perdieron; bajo la gracia en el día de Pentecostés 3.000 fueron salvos. Cuando Moisés se acercó a la zarza ardiente le fue mandado que se quitara los zapatos. Cuando el pródigo volvió a su casa recibió zapatos nuevos para calzar sus pies”.

Aplicación a la vida

1. Dios perdona nuestros pecados, y en ello está su grandeza. Es importante saber cómo pensamos de Dios. Para Miqueas el gran distintivo de Dios es su misericordia.

2. Si Dios ha perdonado y olvidado nuestros pecados, debemos hacer lo mismo. No debemos revolcarnos en pecados ya confesados y por lo tanto perdonados y olvidados por Dios.

3. Si Dios ha perdonado y olvidado nuestros pecados debemos perdonarnos unos a otros. No basta decir: “Puedo perdonar, pero no puedo olvidar”. Dios perdona y olvida.

Epílogo

Al principio se adelantó la pregunta: ¿Qué énfasis sobresaliente se destaca en Miqueas para recordar este libro? A esta pregunta tendríamos que contestar de manera concluyente: la encarnación del Mesías que sería el gobernante (Señor) de Israel (Rom_5:2). Este versículo tiene que ser el enfoque del libro. La venida de este gobernante sería una revelación del estado espiritual en que Israel se encontraba. “No había lugar para ellos en el mesón” describe la terrible realidad del pecado que denunciaba Miqueas. Cada pecado del cual fueron culpables Israel y Judá comenzaba con esto: no había lugar para el gobernante de Israel en su vida.

Además Belén llenaba las condiciones necesarias para una identificación verdadera con la miseria y pobreza de Israel y Judá. El pesebre de Belén identificaba al Mesías con el más bajo de los niveles sociales; incluso Belén, como pueblo, fue insignificante. Josué no lo registra entre los pueblos y ciudades de Judá. Nehemías tampoco lo incluye en su lista de pueblos de Judá después del cautiverio. Después de la encarnación del Mesías, no se menciona más. Pero cerca de allí el niño Benjamín (hijo de la mano derecha) había nacido. A la vez su madre murió, la muy amada Raquel, esposa de Jacob. El lugar fue sumamente importante para Jacob el patriarca, y para Israel, también llamado Jacob, sería un lugar bien recordado al dar muerte a su pecado y vida nueva mediante la aparición de su Salvador.

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