Esta sección termina con un cuadro de la confusión moral y filial que existirá. No se podrá confiar en nadie, ni en los miembros más íntimos de su familia. Isaías 22:5 habla de la confusión, y Jesús lo cita en Mateo 10:35-36 y 24:10 como señal de los últimos días. No es algo que da gozo cuando existe tanta desconfianza y abundan las sospechas. Nada es seguro y nadie puede fiarse de nadie como amigo.
El doctor Vernon McGee solía siempre levantarse de madrugada para preparar sus mensajes. Observaba que a su parecer la oscuridad luchaba con la luz de la aurora hasta que al fin el sol hacía conocer su presencia de manera explosiva. Las tinieblas huían de repente. Lo opuesto ocurre al atardecer. Así luchan las tinieblas con la luz en sentido espiritual. El Job 118:9 viene muy bien aquí: “Mejor es refugiarse en Jehová que confiar en los (hombres) poderosos”.
Huxley
El profesor Huxley, un científico muy importante, dijo: “En el siglo VIII antes de Cristo, un profeta hebreo expuso en palabras un concepto de religión que es una inspiración tan importante como el arte de Phidias o la ciencia de Aristóteles”. Huxley no era un creyente y citó solamente las palabras “hacer justicia y amar misericordia” pero excluyó “andar humildemente con su Dios”. Gladstone dijo que en esencia Huxley había dejado dos lados del dicho suspendidos en el aire sin su fundamento. Había cometido un error muy serio. Miqueas 6:8 es un triángulo. (Alleman, Herbert C., Prisoners of Hope. Philadelphia: Huhlenburg Press, 1950.)
La norma de la conversión,Miqueas 7:7-17. La clave aquí es mirar y esperar sabiendo que Dios oirá. El verbo mirar, aquí en su forma intensiva en hebreo, significa vigilar con la seguridad de que su ayuda está llegando; revela confianza. Esperar es una maravillosa palabra que lleva en sí la idea de amarrarse a alguien o asirse de algo, hacer causa común con el Señor. A pesar del terrible pecado existente en Israel y Judá, con todo puede haber conversión. Dios escucha y mira “al que es humilde y contrito de espíritu y que tiembla ante su palabra”. Se observa otra vez que al usar la primera persona singular, Miqueas se identifica con su pueblo; es como si hablara por su pueblo, colocándose en lugar de él. Carlos Spurgeon, ese eximio predicador bautista del siglo XIX en Inglaterra, dice en su libro Discursos a mis estudiantes: “Considerad el estado espiritual de vuestros oyentes. Meditad en su condición espiritual como un todo, y como individuos, y así prescribid la medicina conveniente…”. Eso es exactamente lo que hizo Miqueas.
Los versículos 8 al 10 describen a la enemiga (palabra femenina en heb. que se refiere a la nación enemiga) de Israel y Judá. Asiria fue su gran enemigo en este tiempo que siempre acreditaba sus victorias al gran poder de sus dioses. Por eso pregunta: ¿Dónde está tu Dios?, pero no es que a Dios le faltara poder, sino que ha permitido los azotes por el pecado de su pueblo. Al fin quien tendrá vergüenza no será Israel ni Judá, sino su enemigo; esto sí revela la verdadera conversión.
Note que la palabra luz aparece dos veces en estos versículos. Los judíos compartían sentimientos de santidad, asociados con la luz. La miraban como símbolo de la divinidad. Dios está vestido de luz.
Los versículos 11-13 siguen dándonos el cuadro profético del día cuando Dios restaurará a su pueblo. Es cierto que sus muros se volvieron a edificar en tiempos de Nehemías, pero se ve claramente que esta profecía no se ha cumplido todavía; se cumplirá plenamente con la Segunda Venida de Cristo. Sus antiguos límites serán restaurados, y la gente dispersa en su cautividad volverá de Asiria, Egipto y Babilonia, los tres países donde Israel y Judá fueron llevados. La Biblia es clara en sus aseveraciones referente a esto. Por ejemplo Isaías, el contemporáneo de Miqueas, lo dice en 27:12 y 43:5-7 de su libro. Es un tema dominante en la profecía. Pero la tierra de sus enemigos será desolada. Una vez más vemos la salvación y el juicio puestos en contraposición.