Se ha sugerido que Mateo insertó aquí este pasaje porque sus pensamientos iban siguiendo a Jesús como el Siervo Doliente. Acaba de citar Isa_53:4 : « Él tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias» (Mat_8:17 ); y naturalmente, se dice, ese cuadro guió los pensamientos de Mateo a la imagen de Uno que no tenía donde reposar la cabeza. Como Plummer decía: « La vida de Jesús empezó en un establo prestado y acabó en una tumba prestada.» Se ha sugerido que Mateo insertó este pasaje aquí porque tanto este mismo como los versículos inmediatamente precedentes muestran a Jesús como el Siervo Doliente de Dios.
Puede que sea así; pero es aún más probable que Mateo insertara este pasaje en este capítulo-de milagros porque vio en él un milagro. Era un escriba el que quería seguir a Jesús. Le dio a Jesús el título de más alto honor que conocía. «Maestro,» le llamó; en griego es didáskalos, que es la traducción normal de la palabra hebrea rabbí. Para él Jesús era el más grande maestro Que él había escuchado y visto nunca.
Claro que era un milagro el que un escriba Le diera ese título a Jesús y quisiera seguirle. Jesús representaba la destrucción y el final de todo ese legalismo estrecho en que se basaba la religión de los escribas; y fue indudablemente un milagro el que un escriba llegara a ver nada precioso o deseable en Jesús. Este es el milagro del impacto de la personalidad de Jesús.
El impacto de una personalidad sobre otra puede, por cierto, producir los efectos más maravillosos. Muy a menudo una persona se ha embarcado en una carrera de investigación por el impacto que le ha producido la personalidad de un gran. maestro; muchas personas han aceptado el Evangelio y asumido una vida de servicio cristiano por el impacto en sus vidas de una gran personalidad cristiana. La predicación misma se ha definido como «la verdad a través de la personalidad.»
W. H. Elliott, en su autobiografía Fines por descubrir, cuenta una cosa de la gran actriz Edith Evans: «Cuando murió su marido, vino a nosotros, llena de aflicción… En nuestra salita de la plaza de ChEster se desahogó de sus sentimientos durante una hora o así, y eran sentimientos que le fluían de manantiales muy profundos. Su personalidad llenaba toda la, habitación. ¡La habitación no era bastante grande!… Durante días aquella habitación nuestra estuvo electrificada, como dije entonces. Las tremendas vibraciones no habían desaparecido.»
Esta es la historia del impacto de la personalidad de Jesús en la vida de un escriba judío. Sigue siendo verdad hasta el día de hoy que lo que más se necesita no es tanto hablar con las personas acerca de Jesús como enfrentarlas con Él, y dejar que la personalidad de Jesús haga el resto.
Pero hay más que eso. Tan pronto como el escriba experimentó esta reacción, Jesús le dijo que las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos encuentran lugares en los árboles donde descansar, pero el Hijo del Hombre no tenía ningún sitio en la tierra para reposar la cabeza. Es como si Jesús le dijera a aquel hombre: «Antes de seguirme, piensa en lo que vas a hacer. Antes de seguirme, calcula el precio.»
Jesús no quería seguidores arrebatados en un momento de emoción, que se inflamaran como la paja y desaparecieran con la misma rapidez. No quería personas arrastradas por el flujo, y luego por el reflujo de una marea de meros sentimientos. Quería personas que supieran lo que estaban haciendo. Hablaba de cargar con la cruz (Mat_10:38 ). Hablaba de ponerle a Él por encima de las relaciones más queridas de la vida (Luk_14:26 ); y de renunciar a todo y dárselo a los pobres (Mat_19:21 ). Siempre decía: «Sí, sé que se te viene el corazón conmigo, pero Me quieres lo bastante para eso?»
En cualquier esfera de la vida hay que enfrentarse con los Hechos. Si un joven muestra deseos de dedicarse a la investigación, debemos decirle: «Eso está bien; pero, ¿estás dispuesto a decirles que no a los placeres y consagrarte al estudio y al trabajo para toda la vida?» Cuando un explorador está preparando su equipo, habrá muchos que le ofrezcan sus servicios, pero él tendrá que descartar a los románticos y a los idealistas diciéndoles: «Está bien, pero ¿estáis preparados para la nieve y el hielo, para los pantanos y el calor, para el cansancio y el agotamiento de todo ello?» Cuando un aficionado quiere llegar a ser un atleta, el entrenador debe decirle: «Está bien; pero, ¿estás dispuesto a las privaciones y la disciplina que son imprescindibles para llegar al podio de tus sueños?» Esto no es enfriar el entusiasmo, pero sí decir que el entusiasmo que no se enfrenta con los Hechos pronto será ceniza en vez de llama.
Nadie podrá decir jamás que siguió a Jesús engañado. Jesús era transparentemente claro y sincero a ultranza. Le hacemos a Jesús un flaco servicio si hacemos alguna vez que la gente piense que el camino cristiano es fácil. No hay nada más emocionante que el camino de Cristo, ni gloria como la que hay al final de ese camino; pero Jesús nunca dijo que era fácil. El camino a la gloria pasa necesariamente por la Cruz.