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Mateo 6: Lo correcto por un motivo erróneo

¡Porque tuyo es el reino…! (v. 13) es una expresión de adoración, o doxología, con que termina la oración. Este versículo no se encuentra en los manuscritos más antiguos, y por eso se omite en muchas de las versiones recientes. Nuestra versión lo incluye, pero entre corchetes. Una forma abreviada de la doxología apareció temprano en el segundo siglo en la Didache. Algunos consideran que se deriva de 1Ch_29:11 ss.

Los vv. 14 y 15 vuelven sobre el tema del v. 12. Aquí, Jesús enfatiza un asunto que evidentemente pesaba mucho en su mente y debe pesar en la nuestra. Es casi una redundancia, como aparece frecuentemente para recalcar una verdad importante. El elemento nuevo que aparece en este pasaje es el uso del término “ofensas”, o más concretamente “transgresiones”, como RVA pone en su nota. Proviene de una palabra griega compuesta G3900) que significa “caer al lado de”, “pisar mal”, “pisar en falso”, o “tropezar”. Existen unos ocho términos descriptivos en griego que se refieren al pecado y éste, usado 19 veces en el NT, es uno de ellos.

c“ En la esfera del ayuno,1Ch_6:16-18“ Jesús da por sentado que los discípulos ayunaban, pues era una costumbre común entre los judíos. Todavía se practica generalmente en el oriente, entre judíos y musulmanes. El ayuno duraba desde la salida hasta la puesta del sol. Lev_16:31 sirve como texto básico para los judíos, pero el ayuno era obligatorio solamente durante el Día de Expiación. A pesar de esto, los fariseos ayunaban dos veces a la semana, considerando que era evidencia de una piedad extraordinaria (Luk_18:12). También Jesús ayunó, por lo menos al comienzo de su ministerio (Luk_4:2). La iglesia primitiva practicaba el ayuno (Act_13:1-3; 1Co_7:5). En este párrafo Jesús no discute la practica del ayuno, cuando al hacerlo hay un motivo y una manera correctos para realizarlo.

Jesús desea ilustrar el contraste entre la práctica de la piedad por parte de los líderes religiosos de su día, por un lado, y por parte de los súbditos del reino, por otro. Cuando los líderes ayunaban, su propósito era el de hacer un espectáculo de su pretendida piedad, de aparentar dolor, tristeza, abnegación. Era un verdadero show para atraer la atención de la gente. Los discípulos del reino, cuando ayunan, deben hacerlo con el propósito de agradar a Dios, no a los hombres. Deben evitar toda ostentación, todo deseo de aparentar una cosa que no representaba la verdad. Pero deben ungir la cabeza, señal de gozo prohibida solamente en el Día de Expiación. El súbdito del reino debe practicar su piedad con gozo, con la intención de agradar al Padre y traer gloria a su nombre. Solamente así recibirá la recompensa que Dios reserva para los fieles. En último caso, todo creyente tiene la sencilla opción entre dos alternativas: ser hipócrita y recibir el aplauso del mundo, o ser auténtico y recibir la recompensa de Dios.

El principio que guía la vida,1Co_6:19-34“ El principio que guía la vida del discípulo es dar prioridad al reino (vv. 24, 33). El tema es la “libertad de la tiranía de cosas materiales”, pero uno debe aclarar para qué es libre. “Libertad de la tiranía de cosas materiales” es el lado negativo del tema “la prioridad del reino”. Jesús ilustra cómo la prioridad del reino opera en relación con tesoros materiales y las necesidades materiales para sustentar la vida.

a“ Tesoros en el cielo,1Co_6:19-21“ Todo hombre tiene que decidir cuál es el valor supremo de su vida. En un mundo materialista, que nos bombardea constantemente con su propaganda, uno puede caer fácilmente en la trampa de acumular tesoros en la tierra, si no fija claramente la prioridad del reino. Jesús advierte que tal práctica no es aconsejable. Es necia por tres razones: (1) Los tesoros en la tierra están expuestos a perderse, (2) los tesoros en la tierra comprometen nuestra lealtad (corazón) y (3) los tesoros en la tierra producen ansiedades (implícito aquí y explícito en los vv. 20-34). Como antídoto, Jesús manda que los súbditos del reino se aseguren que sus valores más estimados estén en el cielo. El hecho de depositar nuestros tesoros en el cielo (v. 20) produce resultados contrarios: (1) Nuestros tesoros no están expuestos a perderse, (2) mantienen nuestra atención y lealtad puestas en Dios y (3) eliminan las ansiedades. Jesús no sugiere que sea incompatible con el reino que uno provea razonablemente para las necesidades imprevistas, o que uno tenga algo de valor material en un depósito en la tierra. Jesús no se dirige solamente a los ricos, pues entre sus discípulos, su público inmediato, había hombres que clasificaríamos como de la clase obrera, o clase baja, con pocas excepciones. Es que las personas de pocos recursos también tienen la tentación de acumular tesoros materiales. El término “tesoro” es la transliteración de la palabra griega tesaurós G2344 y significa un depósito de mucho valor. No dice el texto “un tesoro”, o “unos tesoros”, sino “vuestro tesoro”, refiriéndose a la suma de lo que uno estima de más valor en su vida.

b“ La lámpara del cuerpo,1Co_6:22-23“ Jesús sigue enfatizando el mismo principio con una metáfora acerca de la importancia de establecer el reino de Dios como primera prioridad. Antiguamente, la gente consideraba que el ojo era la ventana por medio de la cual la luz entraba en el cuerpo humano. Cuando tenían buena visión, tenían buena luz; pero cuando los ojos fallaban, vivían en oscuridad. El ojo “sano” significa literalmente “simple”. Una posible interpretación, en la aplicación espiritual, es de entender que los ojos sanos se dirigen en una sola dirección, se enfocan bien en el objeto, de modo que la imagen es nítida. En cambio, los ojos malos, o de visión doble, no permiten entrar la luz; y la imagen es borrosa. Si ubicamos este pasaje en contexto, probablemente significa que uno que tiene un ojo enfocado en los tesoros terrenales y otro en los celestiales será como una persona de doble visión; no ve nada con claridad, tropieza, pierde su orientación y en efecto anda en la oscuridad. Otros entienden que es mejor considerar los “ojos malos”como “ojos enfermos”, con cataratas, que impiden la buena visión. El impedimento, o enfermedad, en este caso sería el dar prioridad a las cosas materiales. Ambas interpretaciones concuerdan con el pasaje que sigue.

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