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Mateo 6: Lo correcto por un motivo erróneo

Padre nuestro que estás en los cielos (v. 9b) es una introducción de confianza. Debemos llegar confiadamente al trono de la gracia (Heb_4:16). Dios es un Padre al cual apelamos en base a su amor, no con el fin de aplacar su ira. Padre nuestro indica la relación filial que tenemos con el Padre por medio de la fe personal en el Hijo. Los judíos, durante el período del AT, conocían a Dios como Padre (comp. Deu_32:6; Job_103:13; Isa_63:16), pero nunca en el sentido íntimo y personal como ahora en la era cristiana. También al decir “nuestro”, estamos reconociendo que otros tienen el mismo derecho y acceso a Dios y que son nuestros hermanos. Que estás en los cielos expresa la trascendencia, alteza y gloria de Dios, y pone en equilibrio la inmanencia expresada en “Padre nuestro”.

Santificado sea tu nombre (v. 9c) es una expresión de reverencia que evita una confianza excesiva. Hay una tendencia de parte de algunos creyentes de tratarse con Dios con términos demasiado familiares, como por ejemplo, “Che”, “Vos”, o “el Viejo de arriba”. Tal actitud dista mucho del concepto de los profetas (Isa_6:1-8), de Jesús y de los apóstoles (Act_9:3-6). Tanta era la reverencia de los judíos ante Dios que usaban con sumo cuidado su nombre, por temor de profanarlo. Esta reverencia les llevó a sustituir la palabra Jehová por “Señor” (Adonai). Aun en la Septuaginta traducían el nombre “Jehová” con el término kurios G2962 , que significa Señor.

Venga tu reino (v. 10a) expresa el deseo del que ora de que el reinado de Dios se concrete. El término griego basileía G932 se usa con tres significados: (1) el territorio sobre el cual el rey reina; (2) la dignidad real, su majestad y gloria; y (3) el ejercicio de su poder soberano, o su reinado efectivo. En este contexto, es mejor entenderlo con el sentido de la tercera acepción. Su reinado llegará a su culminación gloriosa en la parousía G3952, la Segunda Venida de Cristo, cuando todas las personas y todas las cosas se someterán, o serán sometidas, a él (Phi_2:9-11). Pero su reinado llegó en la persona de Cristo (Phi_3:2, ) y está llegando día a día, a medida que más y más personas se someten al reinado de Cristo en sus vidas.

Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (v. 10b) expresa el deseo de la concreción del reinado de Dios en forma absoluta en la tierra, pues así lo es en el cielo. El verbo significa literalmente “que llegue a ser”. “Voluntad” es la traducción del término griego thélema G2307 que significa el resultado del deseo y propósito de Dios, o sea, lo que él ha deseado. Dios ha revelado su eterno propósito —su voluntad— en la Biblia y supremamente en la persona de su Hijo Jesucristo. El súbdito del reino debe presentarse a su Rey cada día, someterse a su soberanía y prometerle obediencia en llevar a cabo su santa voluntad. En esta forma se concreta el reino de Dios entre los hombres.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy (v. 11a) expresa total dependencia de Dios para proveer para nuestras necesidades. En este versículo Jesús se refiere por primera vez a las necesidades personales. El sometimiento a Dios debe ocupar el primer lugar. Luego, tenemos derecho de pedir aquellas cosas necesarias para llevar a cabo su voluntad. El “pan” representa todas nuestras necesidades materiales: comida, bebida, ropa, techo. Por inferencia, se puede incluir el “pan espiritual” en esta súplica, pero no es la idea básica. Jerónimo, erudito y traductor del siglo IV, entendió que se refería a la eucaristía. Algunos católicos siguen este concepto hoy en día. De cada día es una expresión difícil, pero probablemente debe traducirse “pan para mañana”. No hay conflicto entre este pasaje y 6:34 (no os afanéis por el día de mañana), pues la manera para evitar la ansiedad por el día de mañana es justamente encomendar nuestras necesidades a Dios hoy (Phi_4:6).

Perdónanos… (v. 12) expresa otra necesidad personal perenne: perdón de Dios. Ninguna oración es completa sin este elemento. Nuestras deudas expresa lo que debemos a otros. Lucas emplea en este lugar (Luk_11:4) el término “pecados”, y así debemos entender el término “deudas” de Mateo. Broadus observa que en el arameo, lenguaje natal de Jesús y sus discípulos, el término usado para “deudas” se usaba frecuentemente para “pecado”. De todos modos, creamos una deuda para con Dios cuando no cumplimos lo que debemos hacer; es un pecado de omisión. El pecado de comisión también se considera como ofensa a Dios y como una deuda, según Lucas (Luk_11:4). Jesús une en forma inseparable el recibir perdón de Dios y nuestra disposición de perdonar a otros (comp. Col_3:13). El texto indica que antes de pedir perdón, ya hemos perdonado a nuestros deudores. El verbo nosotros perdonamos (v. 12b) es un pretérito indefinido, indicando acción ya realizada. Jesús presentó el mismo principio en relación con la misericordia (Col_5:7). Lucas agrega a todos los que nos deben (Luk_11:4), evitando la práctica del perdón selectivo. En la parábola del siervo malvado (Luk_18:23-35), Jesús recalca el mismo principio.

No nos metas en tentación (v. 13a) expresa el sentimiento de humildad, virtud que Jesús demostró y exige de los súbditos del reino. A la vez, la frase crea gran problema para algunos. A la luz de Jam_1:13, ¿cómo puede Dios meternos en tentaciones? Hay dos maneras de resolver el problema. El comentarista Stagg dice que Jesús no está insinuando que Dios meta a alguien en tentaciones, sino que es una manera poética para dar fuerza a la afirmación positiva: líbranos del mal (v. 13b). Un ejemplo sería: “Dadnos no las tinieblas, sino la luz.” Más sencillo sería considerar el término “tentación” como “prueba”, que es una de las acepciones básicas del término griego peirazo G3985 (ver sobre 4:1). El Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser “tentado”, o “probado”. Es apropiado que oremos: “No nos metas en pruebas que no podamos vencer con tu ayuda” (1Co_10:13). Dios ciertamente permite que seamos probados para fortalecer nuestra fe y recordarnos de nuestra necesidad de andar con nuestra mano firmemente puesta en la de él (ver Rom_5:3; Rom_8:18, Rom_8:28; Jam_1:12-14). Compárese la experiencia de Job y Abraham. Líbranos del mal expresa nuestro reconocimiento del poder soberano de Dios sobre todas las fuerzas en el mundo. Mal es un término un tanto ambiguo, pues no se puede determinar si es de género masculino o neutro en el texto griego. Por lo tanto, algunas versiones lo traducen “líbranos del malo.” En efecto, no hay gran diferencia entre las dos opciones, pues “el malo”, o Satanás, es la fuente de todo “mal”. Se refiere a todo lo que podría inducirnos a pecar y ofender a Dios.

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