Visión espiritual es nuestra capacidad de ver con claridad lo que Dios quiere hacer en nosotros y ver el mundo a través de sus ojos. Pero este discernimiento espiritual puede ser fácilmente opacado. Los deseos, intereses y metas egoístas bloquean esa visión. Servir a Dios es la mejor manera de restaurarla. El «buen» ojo es el que se fija en Cristo.
Jesús dice que podemos servir solo a un señor. Vivimos en una sociedad materialista donde muchas personas sirven al dinero. Emplean sus vidas en ganar y atesorar, solo para morir y tener que dejarlo todo. Su anhelo de tener dinero y lo que pueden adquirir con él llega a tener mayor preponderancia que su entrega a Dios y que los asuntos espirituales. Lo que atesore le absorberá tiempo y energías para pensar en ello. No caiga en la trampa del materialismo porque «el amor al dinero es la raíz de todos los males» (1Ti_6:10). ¿Podría asegurar, con toda sinceridad, que Dios es su Señor y no el dinero? Una manera de examinarnos es preguntándonos qué ocupa mayormente mis pensamientos, tiempo y esfuerzos.
Jesús contrastó los valores celestiales con los terrenales cuando afirmó que debemos dedicar nuestra lealtad prioritaria a las cosas que no se marchitan, que nadie puede robar y que no envejecen. No debiéramos llegar al extremo de fascinarnos tanto por nuestras posesiones al grado que seamos sus esclavos. Esto significa que debiéramos hacer algunos recortes en caso de que nuestras posesiones estuvieran convirtiéndose en demasiado importantes para nosotros. Jesús está llamando a tomar una decisión que nos permita vivir tranquilamente con lo que tengamos porque hemos elegido lo que es eterno y duradero.
Debido a sus efectos insalubres, nos sugiere no preocuparnos por aquellas cosas que Dios promete suplir. La preocupación puede (1) dañar su salud, (2) dar lugar a que el objeto de su angustia consuma sus pensamientos, (3) mermar su productividad, (4) afectar negativamente la forma en que usted trata a otros, y (5) reducir su capacidad de confiar en Dios. Aquí está la diferencia entre la angustia y la preocupación genuina: la angustia inmoviliza pero la preocupación nos mueve a la acción.
«Buscar el reino de Dios y su justicia» significa buscar su ayuda en primer lugar, saturar nuestros pensamientos con sus deseos, tomar su carácter como modelo y servirle y obedecerle en todo. ¿Qué es lo más importante para usted? Habrá personas, objetos, metas y otros deseos que compitan en cuanto a prioridad. Cualquiera de estos puede sacar a Dios del primer lugar si usted no decide enfáticamente darle el primer lugar en todos los aspectos de su vida.
Planear para el mañana es tiempo bien invertido; afanarse por el mañana es tiempo perdido. Algunas veces es dificultoso notar la diferencia. Planear es pensar con antelación en metas, pasos y fechas, y confiar en la dirección de Dios. Cuando se hace bien, el afán disminuye. El que se afana, en cambio, se ve asaltado por el temor y se le hace difícil confiar en Dios. El que se afana deja que sus planes interfieran en su relación con Dios. No permita que su afán por el mañana afecte sus relaciones con Dios.
JESUS Y LAS LEYES DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Referencias y ejemplos de misericordia en el Antiguo Testamento :
Lev_19:18 : «No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová».
Pro_24:28-29 : «No seas sin causa testigo contra tu prójimo, y no lisonjees con tus labios. No digas: Como me hizo, así le haré; daré el pago al hombre según su obra».
Pro_25:21-22 : «Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan. Y si tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y Jehová te lo pagará».
Lam_3:27-31 : «Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas. Porque el Señor no desecha para siempre».
Lo que parece que Jesús contradice de las leyes del Antiguo Testamento es digno de un cuidadoso análisis. Es muy fácil pasar por alto la gran misericordia con que se escribieron las leyes del Antiguo Testamento. Acabamos de dar varios ejemplos. El sistema de justicia con misericordia que Dios creó se distorsionó con el paso de los años y se convirtió en justificación para la venganza. Lo que Jesús atacó fue la mala aplicación de la Ley.
La práctica de la verdadera justicia, 6:1-18“ El cap. 6 continúa la exposición de la vida práctica implicada en el discipulado cristiano. En la primera parte del capítulo Jesús presenta tres prácticas de piedad religiosa: obras de misericordia, oración y ayuno. El propósito de esta sección es el de señalar la importancia del motivo correcto en prácticas de piedad para poder obtener el favor de Dios. En cada caso, señala primero el motivo inaceptable a Dios (ser visto por los hombres) y luego la manera y el motivo aceptables a Dios.