Mateo 6: Lo correcto por un motivo erróneo

Una cosa surge de todo esto: el poseer riqueza, dinero, cosas materiales, no es un pecado, pero sí una tremenda responsabilidad. Si uno posee muchas cosas materiales, no es algo por lo que se le deba felicitar, sino por lo que se deba orar, para que las use como Dios manda y quiere.

DOS GRANDES CUESTIONES ACERCA DE LAS POSESIONES

Las posesiones nos plantean dos cuestiones importantes, y todo dependerá de las respuestas que demos a esas cuestiones.

(i) ¿Cómo obtuvo una persona sus posesiones? ¿De una manera que le gustaría que Jesucristo pudiera ver, o de una manera que querría ocultarle a Jesucristo?

Una persona puede obtener sus posesiones a expensas de su honradez y honor. George Macdonald nos cuenta la historia de un tendero de aldea que se hizo muy rico. Siempre que medía tela, la medía con los dos dedos gordos dentro de la medida, así que siempre medía de menos. George Macdonald dice de él: «Se lo restaba a su alma, y se lo sumaba a su bolsa.» Uno puede enriquecer su cuenta corriente a expensas de empobrecer su alma.

Una persona puede obtener sus posesiones aplastando intencionadamente a algún rival más débil. El éxito de muchos está basado en el fracaso de otros. La prosperidad de muchos se ha conseguido a base de echar a la cuneta a otros. Es imposible comprender cómo una persona que prospera así puede dormir por la noche.

Una persona puede obtener sus posesiones a expensas de obligaciones más elevadas. Robertson Nicoll, el gran editor, nació en una casa pastoral del Nordeste de Escocia. Su padre tenía una sola pasión: Comprar y leer libros. Era pastor y nunca ganaba más de doscientas libras al año; pero se hizo con la biblioteca privada más grande de Escocia, llegando a los 17.000 libros. No los usaba para sus sermones; sencillamente estaba loco por poseerlos y leerlos. Cuando tenía cuarenta años se casó con una chica de veinticuatro. A los ocho años, ella murió de tuberculosis; de una familia de cinco, sólo dos pasaron de los veinte años. El crecimiento canceroso de los libros llenaba todas las habitaciones y pasillos de la casa pastoral. Puede que fuera la delicia del poseedor de los libros, pero mató a su mujer y a su familia.

Hay posesiones que se adquieren a un precio demasiado elevado. Uno se debe preguntar: «¿Cómo adquiero yo las cosas que poseo?»

(ii) ¿Cómo usa una persona sus posesiones? Una persona puede que use las cosas que ha adquirido de varias maneras.

Puede que no las use en absoluto. Puede que padezca la manía avarienta que se deleita sencillamente en poseer. Sus posesiones puede que sean totalmente inútiles -y la inutilidad siempre invita al desastre.

Puede que las use de una manera totalmente egoísta. Puede que una persona quiera tener más sueldo simplemente para tener un coche más grande, un aparato nuevo de televisión, y unas vacaciones más caras. Puede que piense en sus posesiones sencilla y únicamente en términos de lo que pueden hacer por él.

Puede que las use malvadamente. Uno puede usar sus posesiones para persuadir a algún otro a hacer las cosas que no tiene derecho a hacer, o vender lo que no tiene derecho a vender. Se ha sobornado o seducido al pecado a muchos jóvenes con el dinero de algún otro. La riqueza da poder, y una persona corrompida puede usar sus posesiones para corromper a otros -y eso es un pecado muy terrible a los ojos de Dios.

Una persona puede que use sus posesiones para su propia independencia y para la felicidad de otros. No se necesita una gran fortuna para hacer eso, porque una persona puede ser lo mismo de generosa con cien pesetas como con un millón. Uno no puede equivocarse mucho si usa sus posesiones para ver cuánta felicidad puede llevar a otros. Pablo recuerda un dicho de Jesús que se habría olvidado a no ser por él: «Es más bienaventurado el dar que el recibir» (Act_20:35 ). Es una característica de Dios el dar; y, si en nuestras vidas apreciamos el dar por encima del recibir, usaremos lo que poseamos como es debido, sea mucho o poco.

LA ANSIEDAD PROHIBIDA

Yo, por tanto, os digo: No os preocupéis por vuestra vida, de lo que vais a comer, o a beber; ni os preocupéis por vuestro cuerpo, de lo que os vais a poner. ¿Es que no consiste vuestra vida nada más que en comida, o vuestra persona en cómo vestís? Fijaos en los pajarillos del aire, que ni siembran, ni siegan, ni recogen en silos, y sin embargo vuestro Padre celestial los alimenta. ¿Es que no valéis vosotros más que ellos? ¿Es que le vais a sacar al preocuparos el prolongar vuestra vida una cuarta? ¿Y por qué os preocupáis tanto de cómo vais a vestir? Aprended la lección de los lirios del campo, y de cómo se arreglan. Ni se afanan, ni hilan; pero os aseguro que ni Salomón, con toda la gloria que tuvo, se vistió nunca como cualquiera de ellos. Si Dios viste asía la hierba del campo, que existe hoy y mañana la echan al horno, ¿no os vestirá a vosotros con mucha más razón, so «poca fes»?

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