b“ Jesús y el adulterio, 5:27-30“ No cometerás adulterio (Exo_20:14) es la séptima ley de Moisés y tiene el propósito de asegurar el respeto por lo sagrado del matrimonio, que es la base de la sociedad. Otra vez Jesús lleva el asunto al corazón, donde nacen los buenos y malos deseos. Según la interpretación de los escribas, el pecado consistía en llevar a cabo el acto. Jesús dice que, ante los ojos de Dios, el que permite y acaricia tal pensamiento en su corazón ya es un adúltero. Esa mirada prolongada, sensual, saboreando la fantasía de una relación ilícita, indica una actitud que ofende a Dios. Te es ocasión de caer (v. 29a) traduce el verbo griego skandalízo G4624, del cual viene el término “escandalizar”. Este término se refería antiguamente al gatillo de una trampa, “lo que hace caer la trampa sobre la presa”. El ojo, medio por el cual la tentación entra en el corazón, y la mano, instrumento con que se lleva a cabo la caricia, son como “gatillo de trampa”. Ante tal situación, Jesús recomienda una medida radical. Emplea una exageración para indicar cuán grave es el caso y cuán necesario corregir la actitud. Una medida drástica es necesaria para evitar una consecuencia drástica: ser echado al infierno (v. 29b). Es mejor tener un cuerpo faltándole un miembro, que tener el cuerpo íntegro y perderlo todo en el infierno. Por supuesto, Jesús no recomendaba la mutilación literal del cuerpo, acción que no necesariamente daría el resultado deseado.
c“ Jesús y el divorcio,Exo_5:31-32“ Cualquiera que despide a su mujer, déle carta de divorcio (v. 31; cita de Deu_24:1) representa una concesión dada por Moisés al pueblo, por causa de la dureza del corazón de ellos (comp. 19:8). Dios ordenó la monogamia en el principio, pues la santidad y la permanencia del matrimonio es la base fundamental para la sociedad. No hay otro tema más escabroso en la aplicación del evangelio que éste. Reservamos para el cap. 19 una discusión más amplia sobre el divorcio. Este texto destaca dos cosas: (1) la única causa por la cual Jesús permite el divorcio y (2) el efecto del divorcio en la mujer divorciada y en la persona con la cual luego se casa.
A no ser por causa de adulterio (v. 32) es la interpretación de Jesús del término cosa vergonzosa (Deu_24:1), por medio de la cual se identifica con la escuela rabínica de Shamai, más estricta en cuanto a su interpretación de los textos bíblicos. La escuela más liberal de Hillel interpretaba el término “cosa vergonzosa” como cualquiera cosa que desagradara al esposo. Hay dos términos griegos en el v. 32 que se traducen en nuestro texto como “adulterio”. El que se emplea primero es porneía G4202, del cual viene el término «pornografía». A veces este término se traduce “fornicación”, entendiendo un acto sexual entre solteros. El término griego no se limita a este acto, es un término de aplicación general y se refiere a cualquiera acto sexual ilícito. El otro término griego es moixeía G3430, tiene una aplicación más específica y se traduce “adulterio”. Se encuentra dos veces en el v. 32.
Jesús advierte que el divorcio por otro motivo que no sea adulterio, crea una situación pecaminosa para la mujer si ella vuelve a casarse: comete adulterio. Aun la persona que se casa con la divorciada comete adulterio (v. 32c). El pasaje no indica explícitamente, por lo menos, la situación resultante del esposo que se divorcia.
d“ Jesús y los juramentos,Deu_5:33-37. El cuarto ejemplo de la justicia del reino en contraste con la que los escribas enseñaban probablemente se basa en Exo_20:7 que prohíbe tomar en vano el nombre de Jehová (comp. Lev_19:12). La cita no es directa, sino más bien un resumen de lo que el AT enseña sobre el tema. Los escribas y fariseos habían elaborado un sistema de juramentos que les permitía engañar a los “simples”, simulando comprometerse cuando su intención era lo contrario. Si el juramento incluía el nombre de Jehová, debía obedecerse. Si no, si se juraba —por el cielo, por la tierra, por Jerusalén— el que juraba no quedaba comprometido con su juramento. Jesús rechaza tal hipocresía.
Jesús quería construir su reino sobre la veracidad. Dios es verdad. Y Jesús dijo: Yo soy… la verdad (Joh_14:6). El evangelio es verdad de Dios, el Espíritu Santo es Espíritu de verdad, y Dios manda que hablemos y andemos en la verdad. Nuestro hablar deber ser sencillo y sincero. No debe ser necesario reforzar nuestras palabras con juramentos (Jam_5:12). El pasaje tiene que ver con conversación general; no prohíbe juramentos civiles. Por ejemplo, parece que el sumo sacerdote puso a Jesús bajo juramento, y Jesús respondió bajo juramento (Jam_26:63-64).
e“ Jesús y la venganza,Jam_5:38-42“ En este párrafo, Jesús cita la ley de Moisés (Exo_21:24; Lev_24:20; Deu_19:21) que permitía que un juez, no el afectado, aplicara una medida de juicio de acuerdo al daño hecho. La intención de la ley era la de evitar un castigo excesivo. Jesús menciona cinco ocasiones cuando uno, por reacción natural, tendría deseos de vengarse, o por lo menos se sentiría molesto: un golpe en la mejilla, un pleito por la túnica, una demanda de servicio por parte de un soldado romano, una petición de limosna y solicitud de un préstamo.
Obviamente no tenemos aquí una lista de reglas a seguir, pues ninguna lista puede contemplar todas las situaciones posibles. Jesús está más bien dándonos un criterio, o un principio, con varios ejemplos, de cómo el amor responde en tales situaciones. El principio del amor indica que uno debe controlar sus reacciones ante la violencia, evitar el odio y manifestar un espíritu generoso. Debemos resistir el mal y al malo (Jam_4:7), pero no debemos buscar la venganza por el mal que otros nos hacen. Debemos vencer el mal con el bien (Rom_12:21; comp. 1Co_13:4-7). Jesús mismo protestó cuando uno de los guardias le dio una bofetada (Joh_18:22-23), pero no devolvió el golpe, ni volvió la otra mejilla. Esto nos lleva a la conclusión de que los vv. 39 y 40 deben entenderse generalmente como exageraciones que buscan sentar un ejemplo por medio del extremo.
Según la ley judaica, uno podía demandar en pleito la túnica de otro, que era su ropa interior de manga larga; pero nunca su manto, pues el manto se necesitaba para abrigo cuando hacía frío (Exo_22:26-27). También los soldados romanos tenían derecho de demandar que cualquier judío llevase su carga una milla. Jesús recomendaba que de buena gana la llevase dos millas. El trato generoso de parte del creyente no depende de si el necesitado lo merece o no; depende solamente de la necesidad del semejante. Así Dios nos ha tratado a nosotros los cristianos.
f“ Jesús y el odio,Exo_5:43-48. Seguramente este párrafo marca el punto culminante en el contraste entre la justicia de los escribas y fariseos, por un lado, y la del reino de los cielos, por otro. No hay otro pasaje como éste en el NT que contenga una expresión tan concentrada de la ética cristiana en cuanto a relaciones personales.