En cierta época en particular las carreteras de Palestina estaban abarrotadas de peregrinos: en la época de la Pascua. El que uno quedara inmundo de camino a la celebración de la Pascua sería un verdadero desastre, porque querría decir que quedaba excluido de participar en la fiesta. Entonces era costumbre, en el mes de Adar, enjalbegar todas las tumbas cerca de los caminos, para que los peregrinos no entraran en contacto con una de ellas accidentalmente, quedando en estado de impureza ceremonial. Así que, cuando uno iba de viaje por los caminos de Palestina un día de primavera, estas tumbas relucían de blancas, y estaban casi bonitas al sol; pero dentro estaban llenas de huesos y de cadáveres en descomposición. Así, dijo Jesús, era como eran los fariseos. Sus acciones exteriores los mostraban como personas intensamente religiosas, pero en lo íntimo de su corazón estaban asquerosos y podridos de pecados.
Esto puede que suceda todavía. Como decía Shakespeare, uno puede que sonría y sonría, y sea un villano. Uno puede que vaya con la cabeza baja y con pasos reverentes y con las manos entrelazadas en una postura de humildad, y estar todo el tiempo mirando por encima del hombro con frío desprecio a los que considera pecadores. Su misma aparente humildad puede que no sea más que una pose de orgullo; y, al caminar tan humildemente, puede que esté pensando con deleite en el cuadro de piedad que representa a todos los que le ven. No hay nada más difícil para una buena persona que no darse cuenta de que es buena; y una vez que sabe que es buena, ya deja de serlo, independientemente de cómo les parezca a los demás.
LA MANCHA DEL ASESINATO
Mateo 23:29-36
-¡Pobres de vosotros, escribas y fariseos farsantes!, porque erigís mausoleos a los profetas y monumentos bellísimos en memoria de los justos, y decís: «Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros antepasados, no habríamos tomado parte con ellos en el asesinado de los profetas.» Así atestiguáis en vuestra contra de que sois los hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Completad la medida de vuestros antepasados! Sierpes, raza de víboras, ¿creéis que vais a escapar a la condenación del infierno de fuego? Por esto mismo, fijaos: Yo os envío profetas y sabios y escribas. A algunos de ellos mataréis y crucificaréis; a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y a otros no dejaréis de perseguirlos de ciudad en ciudad; para que recaiga sobre vosotros la responsabilidad de toda la sangre justa que se ha derramado en la tierra desde la del justo Abel hasta la de Zacarías hijo de Berequías a quien matasteis entre el templo y el altar. Os estoy diciendo la pura verdad: La responsabilidad de todos esos asesinatos recaerá sobre esta generación.
Jesús está acusando a los judíos de que la mancha del asesinato está en su historia, y de que esa mancha todavía no se había extendido todo lo que se había de extender. Los escribas y los fariseos mantenían las tumbas de los mártires, y embellecían sus monumentos pretendiendo que, si hubieran vivido en aquellos días, no habrían participado en la matanza de los profetas y de los hombres de Dios. Pero eso era precisamente lo que habrían tete, y lo que iban a hacer.
La acusación de Jesús es que la historia de Israel está llena de asesinatos de hombres de Dios. Dice que fueron asesinados hombres justos desde Abel hasta Zacarías. ¿Por qué elige a esos dos precisamente? El asesinato de Abel por Caín es conocido de todos, pero no así el de Zacarías. La historia se nos cuenta en un pequeño camafeo macabro en 2Ch_24:20-22 . Sucedió en los días de Joas. Zacarías reprendió a la nación por su pecado, y Joas incitó a la gente para que le lapidara en el mismo recinto del templo; y Zacarías murió exclamando: « ¡Que el Señor lo vea y lo demande!» (A Zacarías se le llama aquí hijo de Berequías, aunque en realidad era el hijo de Joiada; sin duda fue un error del evangelista al citar la historia de memoria).
¿Por qué se menciona precisamente a Zacarías? En la Biblia hebrea, Génesis es el primer libro, como en la nuestra; pero 2 Crónicas es el último libro de la Biblia hebrea. Podría decirse que el asesinato de Abel fue el primero de la historia bíblica, y el de Zacarías, el último. De principio a fin, la historia de Israel es el rechazamiento, y aun el asesinato, de los hombres de Dios.
Jesús ve con toda claridad que la mancha del asesinato permanece. Sabe que pronto va a morir, y que en días por venir Sus mensajeros serán perseguidos y maltratados y rechazados y asesinados.
Aquí tenemos una tragedia; la nación que Dios escogió en Su amor se volvió contra El; y el día de ajustar cuentas había de llegar.
Esto nos hace pensar. Cuando la Historia nos juzgue, ¿será su veredicto que Le hemos sido una ayuda o un obstáculo a Dios? Esa es una pregunta que cada persona y cada nación debe hacerse.
RECHAZANDO LA INVITACIÓN DEL AMOR
Mateo 23:37-39
-¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he tratado de reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos debajo de las alas, pero te negaste! Ríjate: Ahora tu casa se te deja desolada; porque te aseguro que ya no Me verás más desde ahora hasta el día que digas: «¡Bendito en el nombre del Señor en Que viene!»