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Mateo 18: La actitud de un niño

18.10 Nuestro interés en los niños debe ser paralelo al trato que Dios les da. Ciertos ángeles tienen la tarea de velar por los niños y tienen acceso directo a Dios. Estas palabras deben escucharse bien en las culturas donde no se le da importancia al niño, se le maltrata o se aborta. Si sus ángeles tienen acceso directo y constante a Dios, lo menos que podemos hacer es permitir que los niños se acerquen a nosotros en lugar de mantenerlos alejados por causa de nuestras ocupaciones.

18.14 Así como un pastor se ocupa de una oveja perdida al grado que va por las colinas a buscarla, Dios se ocupa de cada ser humano que ha creado. («No quiere que nadie se pierda», 2Pe_3:9.) Estamos en contacto con niños que necesitan a Cristo en casa, en el colegio, en la iglesia y en el vecindario. Hay que guiarlos hacia El con nuestro ejemplo, palabras y actos de bondad.

18.15-17 Estas son instrucciones de Jesús para enfrentarnos con los que pecan en contra nuestra. Tienen que ver con (1) cristianos, no con los que no lo son, (2) con pecados cometidos contra usted, no contra otros y (3) con la resolución de conflictos que surgen en el contexto de la iglesia, no en toda la comunidad. Las palabras de Jesús no son una licencia para un ataque frontal a cada persona que nos hiere o margina. No son una licencia para iniciar una campaña destructiva de chismes o pleito de iglesia. Tienen como objetivo reconciliar a los que están en desacuerdo, de modo que todos los cristianos puedan vivir en armonía.

Cuando alguna persona nos ofende, con frecuencia optamos por lo opuesto de lo que Jesús recomendó. Respondemos con resentimiento u odio, buscamos venganza o chismeamos. Sin embargo, debiéramos ir a esa persona primero, por difícil que nos sea. Luego debemos perdonarla tantas veces como se necesite (18.21, 22).

18.18 Las palabras atar y desatar se refieren a la decisión de la iglesia en los conflictos. Entre los cristianos no hay corte de apelación fuera de la iglesia. Lo ideal es que las decisiones sean tomadas bajo la dirección de Dios y basadas en el discernimiento de su Palabra. Los creyentes, por tanto, tendrían la obligación de llevar sus problemas a la iglesia y esta, a su vez, de buscar la dirección de Dios para resolver los conflictos. El enfrentar los problemas dentro del método de Dios tendrá impacto ahora y por la eternidad.

18.19, 20 Jesús tiene en mente el día en que estará presente no en cuerpo sino por medio del Espíritu Santo. En el cuerpo de creyentes (la iglesia), el acuerdo sincero de dos personas es más poderoso que el acuerdo superficial de miles, porque el Espíritu Santo de Cristo está con ellos. Dos o más creyentes, llenos del Espíritu Santo, orarán de acuerdo a la voluntad de Dios, no de acuerdo a la suya, y sus peticiones serán concedidas.

18.22 Los rabinos enseñaban que debían perdonar tres veces a un ofensor. Pedro, procurando ser generoso, preguntó si era suficiente perdonar siete veces, el número «perfecto». Pero Jesús le contestó: «Setenta veces siete». Con esto daba a entender que no debiéramos ni siquiera llevar la cuenta de las veces que perdonamos a alguien. Debiéramos perdonar siempre a los que se arrepienten de verdad, no importa las veces.

18.30 En los tiempos bíblicos, serias consecuencias esperaban a los que no podían pagar sus deudas. El prestamista podía forzar al deudor y su familia a trabajar hasta que la deuda fuera cancelada. El deudor también podía ir a la cárcel, o su familia podía ser vendida en calidad de esclavos para ayudar a pagar la deuda. Se esperaba que el deudor, mientras estaba en prisión, pudiera vender sus propiedades o que sus familiares pagaran la deuda. Si no, permanecía en prisión el resto de su vida.

18.35 Por el hecho de que Dios ha perdonado todos nuestros pecados, no debiéramos negarle el perdón a nadie. Cuando no perdonamos, nos estamos poniendo al margen y por encima de la ley de amor de Cristo.

JESUS VIAJA A JERUSALEN : Jesús dejó Galilea por última vez para enfrentar su muerte en Jerusalén. Volvió a cruzar el Jordán, pasando un tiempo en Perea antes de llegar a Jericó.

Mateo 18:1-14

Lo primero que en estos versículos se nos enseña es lo necesario de la conversión, y de esa conversión que se manifiesta en la humildad infantil. Cuando los discípulos, llenos acaso de orgullosas esperanzas, preguntaron A nuestro Señor quién seria mayor en el reino de Dios, El les dio una contestación que debió desilusionarlos, una contestación que encarna una de las verdades fundamentales del Cristianismo. Es esta: «Si no os convirtiereis, y os hiciereis como niños, no entrareis en el reino de los cielos..

Sin la conversión no puede haber salvación. Todos los hombres necesitamos de un cambio completo de naturaleza. En nuestro estado natural no tenemos ni fe, ni amor, ni temor para con Dios. Es preciso que nazcamos de nuevo. Y esto es cierto de todos los hombres, cualquiera que sea su raza o su posición social.

Todos hemos nacido en el pecado y estamos expuestos A la ira divina, y por lo tanto necesitamos que se nos purifique el corazón y se nos dé un nuevo espíritu.

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