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Mateo 16: Ciegos a las señales del cielo

Lo que hay que notar es que la orden de Jesús a Satanás es sencillamente: «¡Vete!,» mientras que la orden a Pedro es: «¡Vete detrás de Mí!» Es decir: «Vuelve a ser Mi seguidor.» Satanás es desterrado de la presencia de Cristo; a Pedro le llama de nuCvo para que sea Su seguidor. Lo único que Satanás no podía nunca llegar a ser era seguidor de Cristo; en su orgullo diabólico, jamás se sometería a eso; por eso es Satanás. Por otra parte, Pedro podría estar equivocado y caer en pecado, pero para él siempre existía el desafío y la oportunidad de convertirse otra vez en seguidor. Es como si Jesús le dijera a Pedro: «Acabas de hablar como hablaría Satanás. Pero el que habló no era el verdadero Pedro. Tú te puedes redimir a ti mismo. Ven detrás de Mí, y sé otra vez Mi seguidor, y volverás a estar bien en tu sitio.» La diferencia fundamental entre Pedro y Satanás está precisamente en el hecho de que Satanás nunca se colocaría detrás de Jesús. Siempre que una persona esté dispuesta a seguir, aun después de haber caído, hay para ella esperanza de gloria aquí y en el más allá.

EL GRAN DESAFÍO

Mateo 16:24-26

A continuación, Jesús les dijo a Sus discípulos:

El que quiera ser mi seguidor, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y Me siga. Porque el que quiera mantener su vida a salvo, la perderá; pero el que pierda su vida por Mi causa, la encontrará. Porque, ¿de qué le servirá a una persona llegar a ser el amo del mundo si le cuesta su alma? ¿Qué puede dar una persona a cambio de su vida?

Este es uno de los temas dominantes y frecuentes en la enseñanza de Jesús. Estas son cosas de Jesús dijo una y otra vez (Mat_10:37-39 ; Mar_8:34-37 ; Luk_9:23-27 ; Luk_14:2527 ; Luk_17:33 ; Joh_12:25 ). Una y otra vez Jesús les hacía enfrentarse con el desafío de la vida cristiana. Hay tres cosas que una persona debe estar dispuesta a hacer si quiere de veras vivir la vida cristiana.

(i) Debe negarse a sí misma. Corrientemente usamos la palabra autonegación en un sentido limitado. Nos referimos a renunciar a algo. Por ejemplo, una semana de autonegación puede ser una semana en que nos privamos de ciertos placeres o lujos a fin de conseguir alguna buena causa. Pero eso es solo una mínima parte de lo que Jesús quería decir por autonegación. El negarse a sí mismo quiere decir en todos los momentos de la vida decirle no al yo y sí a Dios. Negarse a sí mismo quiere decir una vez y por todas y para siempre destronar el yo y entronizar a Dios. Negarse a sí mismo quiere decir borrar el yo como principio dominante de la vida, y hacer que Dios sea el principio rector, o más aún, la pasión dominante de la vida. Una vida de constante negación al yo es una vida de constante afirmación de Dios.

(ii) Debe cargar con su cruz. Es decir: debe asumir la carga del sacrificio. La vida cristiana es la vida del servicio sacrificial. Puede que el cristiano tenga que abandonar la ambición personal para servir a Cristo; puede ser que descubra que el lugar donde puede rendir a Jesucristo el mayor servicio sea donde la recompensa sea más pequeña y el prestigio ni siquiera exista. Probablemente tendrá que sacrificar tiempo y ocio y placer para servir a Dios por medio del servicio a sus semejantes.

Para decirlo sencilla y llanamente: la comodidad junto a la chimenea, el placer de una visita a un lugar de entretenimiento, puede que hayan de sacrificarse por los deberes de una responsabilidad en la iglesia, la dedicación a un grupo de jóvenes, la visita al hogar de algún alma triste o solitaria. Bien puede que se tengan que sacrificar algunas cosas que uno se podría permitir poseer, a fin de dar más a los demás. La vida cristiana es la vida sacrificial.

Lucas, con un destello de intuición diáfana, añade una palabra a este mandamiento de Jesús: «Que cargue con su cruz diariamente.» Lo realmente importante no son los grandes momentos de sacrificio, sino la vida que se vive en constante conciencia de las demandas de Dios y las necesidades de los demás. La vida cristiana es una vida que se preocupa por los demás más que por uno mismo.

(iii) Debe seguir a Jesucristo. Es decir: debe rendirle a Jesucristo una obediencia total. Cuando yo era joven, solíamos jugar a una cosa que llamábamos « seguir al líder.» Todo lo que hacía el líder, aunque fuera difícil o, en el caso del juego, hasta ridículo, se tenía que imitar. La vida cristiana es un constante seguir a nuestro Líder, una obediencia constante en pensamiento, palabra y obra, a Jesucristo. El cristiano sigue las huellas de Cristo, dondequiera que Él guíe.

PERDER Y ENCONTRAR LA VIDA

Hay todo un mundo de diferencia entre existir y vivir. Existir es simplemente tener pulmones que respiran y un corazón que late; vivir es estar vivo en un mundo en el que todo vale la pena, en el que hay paz en el alma, gozo en el corazón, e interés en cada cosa y momento. Jesús nos da aquí la receta para la vida como distinta de la existencia.

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