En segundo lugar, el término “primogénito” se usa uniformemente para establecer la relación de Jesús con María. Al usar “primogénito”, el autor estaría destacando el hecho de que antes de Jesús, María no tuvo hijos; pero que después el término implica necesariamente sí, tuvo por lo menos uno más. Para el v. 25, la expresión “su hijo primogénito” tiene muy poco apoyo en los mejores manuscritos en griego. Probablemente, un escriba, al hacer copias del Evangelio de Mateo, introdujo en el texto esta expresión que sí se encuentra en Luk_2:7. Por esta razón, nuestra versión omite la expresión en el texto del v. 25 y coloca una nota.
La interpretación presentada en los párrafos anteriores se ratifica por dos evidencias bíblicas que no dan lugar a dudas. En Mat_13:55-56, el autor nombra a cuatro hermanos de Jesús y también se refiere a “hermanas”. Entonces, el texto bíblico afirma que María tuvo por lo menos seis hijos, después de dar a luz a Jesús. Por otro lado, el NT se refiere a la relación entre Jesús y su Padre Celestial como “unigénito“. Si Jesús fuese el único hijo de María, cabe la pregunta: ¿Por qué no se usa “unigénito” también en relación con María
BCS: Biblia Comentada de Salamanca
Mateo limita la genealogía de Cristo a los antecesores del pueblo elegido: a las dos series que derivan de Abraham y David, en un orden descendente. Recoge así la gran promesa mesiánica hecha a Abraham y fijada en la estirpe de David: “Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” Este evangelio es, pues, el de Jesucristo Mesías. En la época neotestamentaria, la expresión “hijo de David” era usual para denominar al Mesías 1.
La conservación y uso de las genealogías es algo muy característico del mundo semita. La Biblia conserva muchas (Gen c.4-11; 1 Crón c.1-9; Esd_2:61-63; Neh_7:63-65). Josefo recuerda el esmero con que se conservaban “por escrito” las de los sumos sacerdotes desde “dos mil años,” con “sus nombres y los de sus padres.” 2 Y él mismo sacó de estas listas “públicas” su doble genealogía, regia y sacerdotal 3. San Pablo citará con orgullo su propia genealogía (Rom_11:1; Flp_3:5). Y, al decir de Julio el Africano (170-240 d.C.), Herodes, de baja estirpe, hizo quemar las listas genealógicas de los hebreos para que nadie se pudiera gloriar de su origen. Algunas, sin embargo, se salvaron, entre las cuales cita a las de los “parientes” de Cristo 4. Así, pues, es históricamente cierta la gran solicitud de los orientales y judíos por conservar sus “genealogías.”5
Esta “genealogía” de Cristo en Mateo es, en su contenido, histórica; pero en su redacción literaria, artificiosa. La reduce a tres grupos de catorce generaciones cada una, cuando son más, y omite a veces nombres de personajes conocidos. Así, omite los tres reyes que existieron entre Jorán y Ozías (1Re_8:24; 1Cr_3:11; 1Cr_3:4 Rev_14:1), y entre Fares y Naasón, sólo cita a tres personas – Esrom, Aram y Aminadab -, cuando la permanencia en Egipto sería de “cuatrocientos treinta años” (Exo_13:40); entre Salomón e Isaí, padre de David, pasaron unos tres siglos, y sólo cita dos generaciones; y también hubo más entre Zorobabel, de la cautividad, y San José, y sólo cita nueve. Lucas mismo, en este espacio de tiempo, cita dieciocho.
Sin embargo, Mateo, al reducirlas a tres grupos de catorce cada una, tenía un propósito particular al que subordinó estos problemas. El mismo dice explícitamente: van catorce generaciones de Abraham a David, y catorce de David a la Cautividad, y catorce de ésta a Cristo.
Dos son las razones que pudieran explicar su propósito. La primera, la simetría. El contener la primera serie, de Abraham a David, oficialmente en la Biblia, catorce generaciones, pudo inclinar al autor a caracterizar las otras épocas por el mismo número, dada la división tripartita de fondo, Abraham-David-Cristo 6.