El contexto original de Isa_7:14 tiene que ver con una crisis de Judá, el reino del sur, cuando Acaz era rey. Peka, rey de Israel, y Rezín, rey de Siria, vinieron contra Jerusalén para conquistarla. Dios mandó un mensaje a Acaz, por medio de Isaías el profeta, asegurándole de su protección. Además, le mandó que pidiera una señal que serviría para confirmar la promesa de Jehová. Acaz se negó a pedir una señal, pero igual Jehová le mandó una señal. La señal consistía en una promesa de que Jehová libraría a su pueblo de las amenazas de los enemigos dentro del plazo necesario para que una doncella se casara, tuviera un hijo, y que ese hijo llegara a la edad para distinguir entre lo bueno de lo malo. El nombre Emanuel, que significa Dios con nosotros (v. 23), señalaba una persona que sería una manifestación real y visible de la intervención de Dios a favor de su pueblo.
Esta profecía se cumplió cuando Dios levantó a Asiria como su instrumento para castigar a los enemigos de Judá, de modo que Asiria llegó a ser el garrote de mi furor (Isa_10:5). Pero, el segundo cumplimiento de la profecía, el más perfecto, tuvo lugar con el nacimiento del Hijo de Dios quien libraría al “Judá espiritual” —el verdadero pueblo de Dios, los creyentes en Cristo— del poder, las amenazas y la esclavitud de Satanás.
En el texto hebreo de Isa_7:14, el término es “doncella” (una señorita de edad como para casarse), pero cuando se tradujo el AT al griego en el tercer siglo a. de J.C. (versión llamada Septuaginta, o la de los Setenta, cuya abreviatura es LXX), los traductores emplearon el término griego que significa “virgen”, en vez de “doncella”. Hay mucha especulación sobre este cambio. ¿Inspiró Dios a los traductores a hacer el cambio, o ellos optaron por un término esencialmente sinónimo? De todos modos, la doncella sería seguramente una virgen (ver las leyes de castidad, Deu_22:13-30). Felizmente nuestra creencia en el nacimiento virginal no se apoya únicamente en el uso del término “virgen” en el texto de Isaías. La afirmación más contundente y clara del nacimiento virginal se encuentra en Luk_1:27-34.
Pero no la conoció hasta… (v. 25). La Iglesia Católica Romana afirma categóricamente la “Inmaculada Concepción” y la “Virginidad Perpetua” de María. El v. 25 ofrece dos expresiones que rebaten el dogma de la “Virginidad Perpetua” de María. Primero, Mateo afirma que no la conoció hasta que ella dio a luz un hijo. La expresión “conocer” es el modo más común para referirse a la relación sexual entre hombre y mujer. La manera más sencilla de afirmar la virginidad perpetua, si ésa fuese la intención de Mateo, sería de poner un punto después del verbo conoció. Pero Mateo agrega una cláusula adverbial que modifica el verbo conoció: hasta que ella dio a luz… El adverbio (realmente una conjunción de tiempo y un adverbio) hasta que significa que antes de ese punto en el tiempo prevalecía una condición, “no la conoció”, pero después prevaleció otra condición. Se implica que “la conoció”. Es decir, antes de ese punto en el tiempo (cuando dio a luz a su hijo), José no tuvo relación sexual con María, pero la implicación necesaria es que después, sí tuvo relación conyugal con ella.
Los que afirman la virginidad perpetua de María argumentan que la expresión “hasta que” no significa necesariamente que, luego del nacimiento de Jesús, José y María se hayan unido en relación conyugal. Sin embargo, la expresión hasta que que se usa en Mat_1:25 (en griego una conjunción acompañada por un adverbio) se encuentra 19 veces en el NT y siempre indica, o implica claramente, un cambio en la condición después de un punto en tiempo. El comentarista Broadus menciona una posible excepción en 1Ti_4:13, pero en este caso no es exactamente la misma construcción.