LA COMISIÓN DE LA IGLESIA
Marcos 16:9-20
Después de resucitar al principio del primer día de la semana, Jesús Se le apareció ala primera a María de Magdala, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue a darles la noticia a los que habían estado con Él, que estaban de duelo y llorando. Cuando oyeron que Jesús estaba vivo y que ella Le había visto, no lo creyeron.
Posteriormente Se apareció de otra forma a dos de ellos que iban de camino a su tierra; y ellos fueron a darles la noticia a los demás, pero tampoco la creyeron.
Más tarde Se les apareció a los once cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y cerrazón de mente, porque no habían creído a los que Le habían visto después de Su Resurrección; y les dijo:
Dirigíos a todo el mundo, y predicad la Buena Nueva. EL que crea y se bautice será salvo; el que no crea, se condenará. Estas señales acompañarán a los que crean: En Mi nombre arrojarán a los demonios, hablarán en nuevas lenguas, cogerán serpientes, y aunque beban algo venenoso no les hará ningún daño. Les impondrán las manos a los enfermos, y estos se pondrán buenos.
Así que el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue tomado arriba en el Cielo, y Se sentó a la diestra de Dios.
Ellos salieron predicando por todas partes, mientras el Señor obraba juntamente con ellos y confirmaba su mensaje con las señales que lo acompañaban.
Como ya vimos en la Introducción, el evangelio de Marcos termina realmente en el versículo 8. No tenemos más que leer este pasaje para darnos cuenta de lo diferente que es del resto del evangelio, y además no aparece en ninguno de los grandes manuscritos más antiguos. Es un resumen que se le puso posteriormente para completar lo que faltaba al final que, o bien Marcos no pudo terminar, o se extravió de alguna manera.
El gran interés de este pasaje es la descripción que nos da del deber de la Iglesia. La persona que escribió esta conclusión sin duda creía que la Iglesia tenía ciertas tareas que cumplir que le había asignado Jesús.
(i) La Iglesia tiene una tarea de predicación. Es el deber de la Iglesia, y eso quiere decir de todo cristiano, el contar la historia de la Buena Noticia de Jesús a los que no la hayan oído. El deber cristiano consiste en ser heraldos de Jesús.
(ii) La Iglesia tiene una tarea sanadora. Aquí tenemos un hecho que nos encontramos una y otra vez. El Cristianismo se preocupa de los cuerpos, y no solamente de las almas. Jesús quería traer salud al cuerpo y al alma.
(iii) La Iglesia tiene una fuente de poder. No tenemos que toMarcos estas palabras literalmente. No tenemos por qué creer que el cristiano ha de tener literalmente el poder de coger serpientes venenosas y de beber líquidos venenosos sin que le pase nada. Pero por detrás de este lenguaje pintoresco está la convicción de que el cristiano está lleno de un poder para enfrentarse con la vida que otros no poseen.
(iv) La Iglesia no se encuentra sola para realizar su tarea. Cristo siempre obra con ella y en ella y a través de ella. El Señor de la Iglesia sigue en la Iglesia y es el Señor poderoso.
Y así termina este evangelio con el mensaje de que la vida cristiana se vive en la presencia y el poder del Que fue crucificado y ha resucitado.
Marcos 16:1-20
16.1, 2 Las mujeres compraron las especias el sábado en la tarde y fueron a la tumba a la mañana siguiente. No llevaban especias para embalsaMarcos el cuerpo de Jesús, sino para ungirlo como una prueba de amor, devoción y respeto. Llevar especias a la tumba era como llevar hoy en día flores a las sepulturas.
16.4 Los ángeles no movieron la piedra para que Jesús saliera, sino para que la gente entrara y viera que Jesús había resucitado como lo prometió.