Marcos 12: Rechazo y retribución

Está claro que el propósito de esta ley era asegurar dos cosas: primera, la continuación del nombre de la familia; y segunda, que la propiedad siguiera perteneciendo a la familia. De hecho, aunque nos parezca muy extraño, había disposiciones semejantes en la ley griega. Si un padre griego tenía unas propiedades considerables, y no tenía nada más que una hija, ella, como era mujer, no podía heredar directamente; el heredero directo tendría que ser, o su marido o su hijo; pero si la hija estaba soltera, el padre podía dejarle su propiedad y su hija al que él escogiera. Ese, para heredar la propiedad, tenía que casarse con la heredera, aunque tuviera que divorciarse de la mujer que ya tuviera. Y, si en tales circunstancias un padre moría sin hacer testamento, el pariente más próximo podía reclaMarcos a la hija heredera como su mujer. De nuevo nos encontramos con el mismo principio: todo el asunto estaba diseñado para mantener la familia y para retener dentro de ella la propiedad.

La cuestión que presentaron los saduceos, por tanto, era un caso exagerado, con una historia de siete hermanos, pero era un problema legal perfectamente posible entre los judíos.

La pregunta de los saduceos era sencillamente esta: Si, según la ley del levirato, una mujer había estado casada sucesivamente con siete hermanos, si hay tal cosa como la Resurrección, ¿de cuál de ellos sería esposa cuando llegara la Resurrección? Pensaban que haciendo esa pregunta dejaban totalmente en ridículo la idea de la Resurrección.

La respuesta de Jesús tenía dos caras.

La primera trata de lo que podríamos llaMarcos la manera o forma de la Resurrección. Jesús establece que, cuando una persona resucita, ya no está sujeta a las antiguas leyes de la vida física. Los resucitados son como los ángeles; y las cosas naturales de esta vida, como el casarse, no tienen ninguna actualidad en el más allá. Jesús no estaba diciendo nada nuevo. En Henoc, la promesa es: «Tendréis un gran gozo, como los ángeles del Cielo.» En el Apocalipsis de Baruc se dice que los justos llegarán a ser «semejantes a los ángeles.» Y en los mismos escritos rabínicos se decía que en la vida venidera «no existe el comer ni el beber, el engendrar hijos, el regatear, los celos, el odio y las peleas; sino que los justos se sentarán con coronas en las cabezas, y estarán satisfechos con la gloria de Dios.» El punto de vista de Jesús era que la vida venidera no se podía concebir en los términos de esta vida presente.

Segunda, trata del hecho de la Resurrección. Aquí se enfrenta con los saduceos en su propio terreno. Ellos insistían en que en el Pentateuco, que era su única autoridad, no había ninguna prueba de la inmortalidad. Pues del Pentateuco saca Jesús Su prueba. En Exo_3:6 , Dios Se llama «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob.» Si Dios sigue siendo el Dios de estos patriarcas, esto quiere decir que deben de estar vivos, porque el Dios viviente tiene que ser el Dios de personas vivientes, y no de muertos. Y si los patriarcas están vivos, aunque murieron, eso prueba la Resurrección. En su propio terreno, y con un razonamiento al que ellos no podían poner pegas, Jesús derrotó a los saduceos.

Este pasaje puede que nos parezca que trata de un asunto remoto y peregrino. Es un razonamiento en términos que están totalmente fuera de la órbita de nuestra existencia. A pesar de eso, dos verdades eternamente válidas surgen de aquí.

(i) Los saduceos cometían el error de imaginarse el Cielo como es la Tierra. Eso es lo que muchos han hecho siempre. Los amerindios, que eran cazadores por naturaleza, concebían un Cielo que era un extenso y feliz campo de caza. Los vikingos, que eran guerreros por naturaleza, pensaban en una Valhalla donde podrían estar peleando todo el día, donde por la noche resucitarían los muertos, y los heridos se curarían, y pasarían las tardes en banquetes, bebiendo vino de copas hechas con los cráneos de sus enemigos vencidos. Los mahometanos eran gentes del desierto, que vivían en circunstancias en las que los lujos eran desconocidos; concebían el Cielo como un lugar en el que los hombres podrían vivir una vida llena de todos los placeres sensuales y corporales. Los judíos odiaban el mar, y pensaban en el Cielo como un lugar en el que ya no existiría el Marcos Todos los hombres descartaban el sufrimiento y el dolor, y concebían el Cielo como el lugar en el que las lágrimas serían enjugadas de todos los ojos y donde no habría más dolor.

Los hombres siempre han tendido a crear en su pensamiento un Cielo que les fuera bien. Algunas veces esa idea puede ser conmovedoramente hermosa; pero haríamos bien en recordar que Pablo tenía razón (1Co_2:9 ) cuando tomó las palabras del profeta Isa_64:4 ) y las hizo suyas: «Lo que ojo no vio, ni oído oyó, ni concibió el corazón humano, es lo que Dios ha preparado para los que Le aman.» La vida de los lugares celestiales será más plena y maravillosa que ninguna idea que nos podamos forMarcos de ella con las imágenes de la Tierra.

(ii) A fin de cuentas Jesús basaba Su convicción de la Resurrección en el hecho de que la relación entre Dios y un hombre bueno es algo que nada puede romper. Dios era el amigo de Abraham, Isaac y Jacob cuando estaban vivos. Esa amistad no podía acabar con la muerte. «Dios -como decía Loisy- no puede dejar de ser el Dios de los que Le han servido y amado.» Como decía el salmista: «Yo estoy constantemente contigo. Me llevas de la mano derecha. Tú me guías con Tu consejo, y después me recibirás en gloria» Psa_93:23 s). No podía concebir una relación con Dios que se rompiera nunca.

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