Marcos 12: Rechazo y retribución

Desgraciadamente, casos como el del escriba son harto comunes. Centenares de personas hay, que como él, ven mucho y .saben mucho de las verdades religiosas, y viven, sin embargo, y mueren indecisos. Pocas cosas hay que pasen tan desapercibidas como la altura a que pueden llegar muchas personas en sus progresos religiosos, y no obstante no convertirse nunca, ni nunca salvarse. Fijémonos bien en el caso de este hombre, y tengamos cuidado.

Guardémonos de fundar nuestra esperanza de salvación en conocimientos meramente intelectuales. Vivimos en una época en que se corre un gran peligro de hacerlo así. Al recibir educación los niños aprenden de la religión muchas cosas que sus padres ignoraban completamente. Pero la educación no hace solo a un hombre cristiano a los ojos de Dios. No debemos solamente conocer las principales doctrinas del Evangelio con nuestra inteligencia, sino recibirlas en nuestros corazones, y ser guiado por ellas en nuestras vidas. No descansemos hasta no haber entrado en el reino de Dios, hasta no habernos arrepentido de corazón, hasta que creamos fuertemente, hasta que no seamos nuevas criaturas en Cristo Jesús. Si nos quedamos satisfechos con «no estar lejos del reino» nos encontraremos al fin excluidos de él para siempre.

Marcos 12:35-44

Hemos visto, en la primera parte de este capítulo, como los enemigos de nuestro Señor procuraron «pescarlo en sus palabras.» Hemos visto como los fariseos, los saduceos, y los escribas le propusieron sucesivamente cuestiones difíciles, cuestiones que, no podemos menos de decirlo, eran más apropiadas para producir disputas y no edificación. El pasaje de que ahora nos ocupamos principia con una cuestión de un carácter muy diferente. Es nuestro Señor quien la propone. Dirige preguntas a sus enemigos sobre Cristo y la significación de las Sagradas Escrituras. Tales preguntas son siempre provechosas. Que gran bien seria para la iglesia que las discusiones teológicas giraran menos sobre fruslerías, y se ocupasen más de materias de peso, y de los puntos necesarios para nuestra salvación.

Aprendamos, en primer lugar, en estos versículos, cuanto se habla de Cristo en las Escrituras del Viejo Testamento. Nuestro Señor desea hacer pública la ignorancia de los maestros judíos respecto a la verdadera naturaleza del Mesías; y lo consigue citando un pasaje del libro de los Salmos, y probando que los escribas no lo entendían bien. Y al hacerlo nos muestra que Cristo era el tema, sobre el cual David fue inspirado por el Espíritu Santo para que escribiera.

Sabemos, por las propias palabras de nuestro Señor en otro lugar, que las Escrituras del Viejo Testamento « dan testimonio de Cristo.»Juan 5.39. El objeto de ellas fue enseñar a los hombres respecto a Cristo, por medio de tipos, de figuras y profecías, hasta que El mismo apareciera en la tierra. Deberíamos tener esto presente al leer el Antiguo Testamento, pero más aun al leer los Salmos. No hay duda que encontramos a Cristo por do quiera en la Ley y en los Profetas, pero en ninguna parte se le encuentra tanto como en el libro de los Salmos. Lo que experimentó y sufrió en su primera venida al mundo, su gloria futura y su segunda venida, son los principales temas de muchos pasajes de esa parte maravillosa de la palabra divina. Es un dicho muy verdadero que al leer los Salmos deberíamos esperar encontrarnos a Cristo tanto como a David.

Guardémonos de rebajar el mérito del Viejo Testamento ni de menospreciarlo. Considerado en el lugar que le corresponde, el Antiguo Testamento es tan valioso como el Nuevo. Probable es que hay en esa parte de la Biblia muchos pasajes muy ricos que aun no han sido explorados por completo. Hay en él pensamientos muy profundos respecto a Jesús, sobre los cuales muchos pasan como sobre minas de oro escondidas, sin saber los tesoros que huellan bajo sus plantas. Reverenciemos toda la Biblia, que toda ella es inspirada, y toda ella es provechosa. Una parte da luz y la otra, y ninguna puede descuidarse sin perjuicio y daño de nuestras almas. Un jactancioso desprecio de las Escrituras del Antiguo Testamento ha resultado siempre ser el primer paso en el camino de la incredulidad.

Aprendamos, en segundo lugar, en estos versículos, que odioso el pecado de la hipocresía en concepto de Cristo. Es una lección que nos da nuestro Señor al apercibirnos contra los escribas. Divulga algunas de sus prácticas mas notorias, la ostentación de sus trajes, su amor de los honores y de las alabanzas de los hombres con preferencia a la aprobación de Dios, su amor del dinero disfrazado bajo la capa de interés por las viudas, sus prolongadas devociones en público para hacer creer a los hombres que eran piadosos en grado eminente. Y termina esa solemne manifestación con estas palabras, «estos sufrirán mayor condenación..

De todos los pecados que el hombre puede cometer, ninguno parece más grave que las protestas falsas y la hipocresía; de todos modos, ninguno ha arrancado de los labios de nuestro Señor un lenguaje más duro, ni tan severas acusaciones. Muy malo es verse arrastrar cautivo de un pecado conocido, y ser esclavo de concupiscencias y placeres diversos; pero es peor aun hacer alarde de tener una religión, cuando en realidad se es esclavo del mundo. No incurramos en pecado tan abominable. Sea nuestra religión cual fuere, no nos cubramos con ningún manto. Seamos francos, honrados, verídicos en nuestro Cristianismo; que no podemos engañar a un Dios que todo lo ve. Quizás conseguiremos engañar a los hombres de corta vista y de pocos alcances, con nuestra conversación y nuestras protestas, con frases llenas de gazmoñería, y con nuestra devoción afectada: pero de Dios nadie se burla. Descubre y discierne los pensamientos é intentos del corazón. Tendremos el día del juicio cuando menos lo pensemos. La «alegría del hipócrita dura un momento.» Job 20.5. Su fin será la vergüenza y el desprecio eterno.

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