Peor todavía: toda la acción carece de sentido. Era la época de la Pascua, es decir, al principio de la primavera. La higuera, si se encuentra en un lugar protegido, puede que haya echado hojas para entonces, pero nunca da fruto hasta el final de la primavera o en principio del verano, mayo o junio. Marcos dice que no era tiempo de higos. ¿Por qué destruir un árbol por dejar de hacer lo que no le era posible hacer? Sería, no sólo irracional, sino también injusto. Por eso algunos comentadores, para salir del paso, dicen que Jesús estaba buscando higos verdes, todavía sin madurar, en sus primeras etapas; pero tales higos verdes son desagradables, y no se comen nunca.
Toda esta historia no parece estar de acuerdo con Jesús en absoluto. ¿Qué podemos decir acerca de ella?
Si hemos de tomar esto como el relato de algo que sucedió efectivamente, debemos tomarlo como una parábola representada. Debemos, de hecho, tomarla como una de aquellas acciones proféticas, simbólicas, dramáticas. Si la tomamos de esa manera, puede interpretarse como la condenación de dos cosas.
(i) Es la condenación de la promesa sin su cumplimiento. Las hojas del árbol se podían interpretar como una promesa de fruto; pero no había fruto. Es la condenación específica del pueblo de Israel. Toda su historia había sido una preparación para la venida del Escogido de Dios. Toda la promesa de su tradición nacional era que, cuando el Escogido viniera, estarían ansiosos por recibirle. Pero cuando vino de hecho, esa promesa no se cumplió.
Charles Lamb cuenta la historia de un cierto Samuel le Grice. Hubo tres etapas en su vida. Cuando era joven, se decía de él: «Será algo.» Cuando ya fue mayor, y no llegó a nada, dijeron: «Podría ser algo, si quisiera.» Hacia el final, decían de él: «Habría podido ser alguien, si lo hubiera intentado.» Su vida era la historia de una promesa que no se cumplió nunca. En este incidente tenemos una parábola representada que simboliza la condenación de la promesa que no se cumple.
(ii) Es la condenación de la profesión sin la práctica. Podría entenderse que el árbol con sus hojas profesaba ofrecer algo, pero no tenía nada que dar. Todo el clamor del Nuevo Testamento es que una persona sólo se puede conocer por los frutos de su vida. «Por sus frutos los conoceréis» (Mat_7:16 ). «Producid frutos dignos e arrepentimiento» (Luk_3:8 ). No es el que dice piadosamente «Señor, Señor,» el que entrará en el Reino, sino el que hace la voluntad de Dios Mat_7:21 ). A menos que la religión le haga a uno mejor persona y más útil, y más feliz su hogar, y una vida mejor para los que están en contacto con él, no es religión ni nada que se le parezca. Nadie puede pretender ser un seguidor de Jesucristo y seguir siendo tan totalmente distinto del Maestro a Quien profesa amar.
Si tomamos este incidente literalmente y es una parábola representada, ese debe de ser su sentido; pero, por muy relevantes que sean estas lecciones, parece difícil extraerlas del incidente, porque era totalmente irracional esperar que la higuera produjera higos cuando todavía faltaban seis semanas.
Entonces, ¿qué podemos decir? Lucas no cuenta este episodio, pero tiene la parábola de la higuera estéril (Luk_13:6-9 ). Ahora bien, esa parábola tiene un final indeciso. El amo de la viña quería desarraigarla, pero el jardinero propuso que se le diera otra oportunidad. Al parecer se le dio la última oportunidad; y se quedó de acuerdo que si daba fruto se la dejaría, pero si no se la quitaría de en medio. ¿No podría ser que este incidente fuera una especie de continuación de esa parábola? El pueblo de Israel había tenido su oportunidad. No se había conseguido que diera fruto, y entonces llegó el tiempo de su destrucción. Se ha sugerido -y es perfectamente posible- que en el camino de Betania a Jerusalén hubiera una higuera solitaria seca. Bien puede ser que Jesús dijera a Sus discípulos: «¿Os acordáis de la parábola que os conté acerca de la higuera estéril? Israel sigue siendo estéril, y será destruido como ese árbol.» Bien puede ser que aquel árbol solitario se asociara en la mente de algunos con el dicho de Jesús acerca del destino de la esterilidad, y así surgió la historia.
Que el lector lo tome como mejor le parezca. A nosotros nos parecen insuperables las dificultades para tomarla literalmente. Nos parece ser de alguna manera relacionada con la parábola del árbol estéril. Pero, en cualquier caso, la lección del pasaje es que la inutilidad invita al desastre.
LA IRA DE JESÚS
Marcos 11:15-19
Llegaron a Jerusalén, y cuando Jesús entró en el recinto sagrado, empezó a echar a los que vendían y compraban en el lugar santo, y volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas; y no permitía que nadie llevara ninguna carga por el lugar sagrado. La carga de Su enseñanza y de lo que decía era:
-¿Es que no está escrito: « Mi casa será llamada una casa de oración para todos los pueblos; « pero vosotros la habéis convertido en una guarida de bandoleros?
Los principales sacerdotes y los maestros de la Ley Le oyeron, y se pusieron a buscar la manera de eliminarle; pero tenían miedo de Él, porque toda la concurrencia estaba alucinada con Su enseñanza.
Y cuando llegó la tarde, Él salió de la ciudad.