(iii) Entonces Jesús añadió un epigrama de advertencia: « Pero muchos que están los primeros serán los últimos, y los últimos, primeros.» Esta era en realidad una advertencia a Pedro. Puede ser que por entonces Pedro estuviera calculando su propia valía y su propia recompensa, y valorándolas bien alto. Lo que Jesús estaba diciendo era: « El baremo definitivo del juicio es el de Dios. Muchos puede que ocupen una buena posición en el juicio del mundo, pero el juicio de Dios trastocará el del mundo. Todavía más: muchos puede que se consideren muy importantes a su propio juicio, y descubran que la valoración que Dios hace de ellos es muy diferente.» Es una advertencia contra el orgullo. Es la advertencia de que los juicios definitivos son los de Dios, que es el único Que conoce la motivación de los corazones humanos. Es una advertencia de que el juicio del Cielo puede que trastrueque las dignidades de la Tierra.
EL DESENLACE INMINENTE
Marcos 10:32-34
Iban de camino hacia Jerusalén, y Jesús iba andando por delante de ellos. Los discípulos estaban sorprendidos y perplejos, y, conforme Le iban siguiendo, tenían miedo. Una vez más tomó consigo a los Doce, y empezó a decirles lo que Le iba a suceder.
-¡Fijaos! -les dijo-. Vamos subiendo hacia Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y maestros de la Ley, quienes Le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles, y harán burla de Él, y Le escupirán, y Le azotarán, y Le matarán. Y después de tres días resucitará.
Aquí tenemos un pasaje gráfico, tanto más gráfico cuanto es parco en palabras. Jesús y Sus hombres iban a entrar en la última escena. Jesús había decidido definitiva e irrevocablemente dirigirse a Jerusalén y a la Cruz. Marcos marca las etapas muy definidamente. Atrás quedó la retirada al Norte, al territorio en torno a Cesarea de Filipo. Luego había venido el viaje hacia el Sur, y la breve parada en Galilea. Después, el camino a Judasa, y el tiempo en las montañas y en Transjordania. Y ahora nos presenta la etapa final, el camino a Jerusalén.
Este pasaje nos dice algo acerca de Jesús.
(i) Nos presenta la soledad de Jesús. Iban recorriendo el camino, y El iba delante de Sus discípulos -solo. Y ellos estaban tan apesadumbrados y perplejos, tan sensibilizados por el ambiente de tragedia inminente, que tenían miedo de acercársele. Hay ciertas decisiones que una persona debe tomar a solas. Si Jesús hubiera tratado de compartir esta decisión con los Doce, su única aportación posible habría sido tratar de impedírselo. Hay ciertas cosas que uno ha de encarar a solas. Hay ciertas decisiones que se han de tomar, y ciertos caminos que se han de recorrer en la terrible soledad de la propia alma de la persona. Y sin embargo, en el sentido más profundo, hasta en estos momentos, o especialmente en estos momentos, uno no está totalmente solo, porque es cuando Dios está más cerca de él.
Aquí vemos la soledad esencial de Jesús, una soledad confortada por Dios.
(ii) Nos presenta el coraje de Jesús. Jesús les había predicho a Sus discípulos las cosas que habían de sucederle en Jerusalén; y, según nos cuenta Marcos estas advertencias, cada vez se hacían más abrumadoras y se les añadía algún detalle terrible más. La primera (Mar_8:31 ) fue un anuncio escueto. La segunda vez se presentaba la perspectiva de la traición (Mar_9:31 ). Y ahora, en la tercera, aparecen las burlas, las mofas y los azotes. Parecería que la escena se iba presentando cada vez más clara en la mente de Jesús conforme se iba adentrando en la conciencia del costo de la redención.
Hay dos clases de coraje. Está el coraje que es una especie de reacción instintiva, casi un acto reflejo: el valor de una persona que se enfrenta inesperadamente con una crisis frente a la que reacciona instintivamente con gallardía, sin tiempo apenas para pensar. Bastantes personas se han convertido en héroes en el albur y el ardor de un momento. También está el coraje del que ve el conflicto terrible que se le aproxima desde lejos, que tiene tiempo de sobra para retirarse y volverse atrás, que podría, si quisiera, evitar el conflicto, y que, sin embargo, sigue adelante. No hay duda cuál es el coraje superior -este consciente y deliberado encarar el futuro. Ese fue el coraje que mostró Jesús. Si no fuera posible otro veredicto superior, siempre sería verdad decir de El que figura a la cabeza de los héroes del mundo.
(iii) Nos presenta el magnetismo personal de Jesús. Está claro que hasta aquel tiempo los discípulos no sabían lo que estaba pasando. Estaban seguros de que Jesús era el Mesías. Estaban igualmente seguros de que El iba a morir. Para ellos estos dos Hechos no tenían sentido juntos. Estaban totalmente desconcertados, y sin embargo seguían a Jesús. Para ellos todo estaba oscuro, excepto una cosa: que amaban a Jesús y que, aunque quisieran, no Le podían dejar. Habían aprendido algo que pertenece a la misma esencia de la vida y de la fe: amaban tanto que estaban dispuestos a aceptar lo que no podían entender.