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Malaquías 2: Resultados de la desobediencia

En tercer lugar, las necesidades que compartíamos con la comunidad determinaron la forma de nuestro ministerio… nuestros programas surgieron de las necesidades que encontramos allí… La gente de Mendenhall estaba hambrienta de una buena y sólida enseñanza bíblica… Así que enseguida comenzamos estudios bíblicos, nuestro primer ministerio. Tres años más tarde, cuando construimos el centro educacional de la iglesia, las clases se extendieron y creamos un Instituto Bíblico… Por medio de estas clases bíblicas descubrimos que muchos de nuestros jóvenes no sabían leer, y que algunos de los adultos ni siquiera sabían llenar una solicitud de empleo. De manera que comenzamos a ofrecer cursos de lectura para adultos por intermedio del instituto. El concepto de necesidad sentida se estaba poniendo en práctica.

Dios reprende a los esposos infieles

El versículo 10 abre la sección con el tema central de la fe bíblica y mensaje clave del Deuteronomio: Israel solo tiene a Jehová por Dios. Este tema de la unicidad de Dios se resalta, además, con la repetición (cuatro veces en hebreos) de la palabra “uno” (traducido aquí como “un mismo” y “único”). Los versículos 10b-16 presentan el mismo tema, pero desde la vía negativa: la palabra “deslealtad” (bagad traducida aquí como “traición”) aparece cinco veces.

La unidad completa es una enseñanza sobre el Decálogo y el pacto. Tal como en el Decálogo, estos versículos presentan, por la vía negativa, las dos áreas del compromiso humano: hacia Dios (mandamientos 1-4 del Decálogo) y hacia el prójimo (mandamientos 5-10). En estos pocos versículos, Malaquías nos recuerda que el pacto abarca todos los rincones de la vida humana; que la vida religiosa no está circunscrita a lo que hemos llamado “cosas espirituales”, sino a cada renglón de nuestro vivir. No es nada accidental que Dios hubiera usado la figura del matrimonio humano para hablar de la relación de alianza con su pueblo: la honra al matrimonio humano glorifica a Dios y la honra a Dios glorifica nuestro matrimonio.

Los versículos 13 y 14 tocan el asunto de los problemas conyugales y la espiritualidad personal. El versículo 13 añade otra acusación a las contenidas en los versículos 10-12. Además de casarse con mujeres paganas, los hombres de Judá se divorciaban de sus esposas judías. Un posible motivo para esta actitud era la lujuria, el deseo de tener esposas más jóvenes y sensuales. Un segundo posible motivo era el prestigio. Dado que las naciones no judías ostentaban el poder, tener una mujer no judía podía haber sido una ventaja económica y política. Ya que los judíos que se casaban con mujeres paganas se habían divorciado de sus esposas judías, es posible que las lágrimas que cubrían el altar de Jehová (versículo 13) fueran las de las esposas divorciadas. Repudiadas y abandonadas por sus esposos, es posible que fueran al templo a quejarse de su suerte cruel y a derramar su aflición delante del Señor. De acuerdo con esta interpretación, el Señor, movido a compasión a la vista de sus lágrimas, anuncia que ya no aceptará más los sacrificios de los hombres que eran responsables del dolor de las mujeres divorciadas.

Un segundo punto de vista con respecto a las lágrimas, el llanto y el clamor es que estos venían de los hombres de Judá que habían sido denunciados por haberse casado con mujeres extranjeras. Después de ser denunciados, ellos vendrían ante el altar, trayendo sacrificios y pidiendo el favor del Señor. Pero sus sacrificios serían rechazados. Lo sabían porque sus oraciones no eran respondidas y el favor del Señor no llegaba.

Nótese que en el versículo 14, el profeta describe a Dios como el testigo silencioso del pacto del matrimonio. Realmente el AT no contiene ninguna referencia a alguna ceremonia religiosa que acompañara al matrimonio; pero aun sin tal formalidad, Dios había sido testigo de los contratos del matrimonio. Hombres que se comportaban deslealmente con una esposa fiel debían responderle a Jehová mismo.

La demanda de Malaquías, recordémoslo, no cae en momentos de abundancia y armonía. En la época de Malaquías el divorcio era algo más que incompatibilidades interpersonales; tenía, en la mayoría de los casos, un móvil socioeconómico, como ya se dijo. El matrimonio con una mujer extranjera traía para el judío dinero y posición. Los vecinos de Judá tenían más posibilidades económicas y materiales que la empobrecida comunidad judía del posexilio. La filosofía del hombre judío era: “En tiempos de penurias, Dios se hace de la vista gorda”. Sin embargo, tanto el mensaje de Malaquías como el de Reyes indican que el matrimonio con mujeres extranjeras (paganas) traía el peligro de la idolatría y la infidelidad a Dios. Recordemos lo siguiente: No existe una ética para la abundancia y otra para la escasez. Las demandas de Dios son para todos los miembros de su pueblo, pobres o no; y para todas las épocas, haya o no haya abundancia.

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